Capítulo 2

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"Adaptarse" pensaban todos la primera vez que los levantaron a campanazos a las 6 de la mañana para rezar. Con suerte recordaban el Padre Nuestro, como para olvidarlo después de dar por culo con el en la catequesis.

Para cuando entraron por primera vez en el convento su media de edad general rondaría los 20 años.

Esa primera mañana se vistieron con los hábitos, que a partir de ahora serían su único atuendo. Se sentían como en una serie de animación donde el personaje tiene el mismo atuendo repetido en el armario.

Durante los rezos matutinos a penas se dirigían la palabra, no sabían cómo iba a ser su estancia en el lugar y estaban de todo menos eufóricos.

Durante el desayuno ya se habían acostumbrado a dar la paz a cada persona que se encontraban por el camino, y fue por fin cuando Noe abrió la boca.

-Debemos encontrar una forma de mantener el contacto con Jordi, estará asustado allí solo.

-A ver asustado no, pero dime tu que pinta Jordi en un convento... ya me entienden - dijo Natalia.

Fue cuando una chica joven se acercó a su mesa y se sentó al lado de las chicas por lo que cambiaron drásticamente la conversación.

- Ya me entienden, esas pobres almas pérdidas, deberíamos ayudarlos a enderezar su vida para que alcancen el camino a la senda del señor - corrigió la chica.

Ellas asintieron tratando de no reír y agacharon la mirada centrándose en sus desayunos.

La chica quedó visiblemente extrañada por lo que se separaron al acabar de desayunar.

Volvieron a hacer un llamamiento general y dividieron las tareas.

Mandaron a Fanny y Noe a hacer dulces, a Vero que era la más pequeña a cuidar a niños en un orfanato próximo a organizar actividades con otras monjas y a Natalia a reinsertar a unos drogadictos...

- Me da que hablé muy alto - susurró Natalia.

- ¡Entonces a nosotras nos han visto caras de bolleras! - exclamó por lo bajini Fanny.

Todas empezaron a reír, llamando la atención de otras monjas.

-¡Ay, hermana! ¡Sus sentido del humor siempre será igual de exquisito! - dijo Vero lo suficientemente alto como para que resto de monjas lo escucharan y pasarán del grupito.- Ahora he de tomar el autobús con la hermana Natalia, nos vemos al anochecer, buen día.

Se despidieron sintiendo la mirada de la madre Gloria, jefa suprema del lugar atravesandoles la nuca.

Jordi se había pasado todo el día callado, fingiendo que rezaba y leyendo los enormes libros que otro cura le daba, de nuevo fingiendo porque se negaba a leerse semejante tocho, hasta llegar la hora del almuerzo.

Se sentó en una de las mesas solo y empezó a comer, al rato se le acercó un chico cuya edad rondaba la suya.

- ¿Te importa que hablemos en el patio luego?- le dijo.

- ¿Perdona? - preguntó Jordi casi atragatandose con las lentejas.

- Me gustaría hablar contigo, sobre las 5 en el patio trasero.

Un sudor frío recorría la frente de Jordi con un pensamiento fijo "Me ha pillado, no se cómo pero me ha pillado".

El chico se alejó y se sentó solo en una esquina a comer.

Las horas a Jordi se le hicieron eternas, hasta llegó antes al sitio acordado.

- Chico mira que te tomas en serio la puntualidad - oyó Jordi acercarse.

Con Hábitos y a lo locoWhere stories live. Discover now