Una divertida historia adolescente

A jugar escondidas

La mayoría de los niños y niñas durante su infancia alguna vez jugaron escondidas, y si yo fui parte de esa mayoría. Lastimosamente para mis papas, abuelos, tías y cualquier adulto mayor, yo consideraba que ese juego podía realizarse cuando yo quisiera aun cuando ellos no estuvieran preparados para que yo me escondiera.

Con dos años de edad y una pequeña estatura se me hacia muy fácil esconderme en los lugares mas pequeños.

Una de las personas que mas me cuidaba cuando mis papas estaban trabajando era mi abuela, con dos años recién cumplidos todavía no podía ir a la escuela.

Una de esas veces yo me encontraba terminando de almorzar un delicioso pollo que mi abuela me había hecho, mi abuela era la mejor cocinera del mundo, cuando termine me fui a sentar a ver televisión.

No se por que ni en que momento ocurrió pero me encantaba ver National Geographic y mas lo programas de cocodrilos, serpientes y tiburones.

Después de unos cuantos minutos me aburrí y decidí que era un momento perfecto para irme a esconder.

-¿Donde me podría esconder esta vez?- Ese pensamiento se me paso por la cabeza-¡Ya se!-Era un genio, corrí hacia debajo de la cama. Nadie me podría encontrar aquí. Pasaron treinta minutos y me abuelo decidió que ya era momento de irme a buscar.

-¡Claire!-Grito- ¡Claire!-Volvió a gritar-¿Donde estas niña?-Se pregunto a si misma. ¡Que divertido!

Pasaron otros treinta minutos y ella todavía no me encontraba. De repente la escuche gritar.

-¡Claire, ya me voy al parque!-Grito. ¡¿QUE?! ¿Se va ir al parque sin mi? Eso no es nada justo.

-¡Abuela!-Grite, saliendo de debajo de la cama-¡Abuela!-Ella se encontraba frente a mi.

-¡Eres una pequeña traviesa!-Me regaño- Me asustaste, Claire- Dijo ahora mas calmada.

-Lo siento-Dije haciendo mi cara mas inocente- Quería jugar a las escondidas- Agregue.

-Esta bien, ya paso- Dijo abrazándome- ¿Que tal si vamos al parque por un helado?- Pregunto.

-¡Si!-Grite emocionada. Salimos de la casa hacia el parque. Escogí el sabor de oreo y me lo termine todo. Supongo que fue uno de los mejores días de mi vida.

Los abuelos y abuelas deberían ser para siempre...