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EL DÍA DEL INCIDENTE:

aquella mañana todo se sentía diferente.
jaemin despertó con un mal presentimiento en la boca del estómago. después de lo ocurrido en la tarde del día anterior, perdió las ganas de presentarse a la escuela y ver a jeno. era un cobarde por no querer enfrentar que -tal vez- había perdido su única oportunidad con él.
y entonces pensaba que tal vez era mejor asegurarse que nunca hubo algo como tal.

afuera, el cielo estaba teñido de gris y las nubes cargadas de -lo que parecía ser- una gran tormenta. si se quedaba en casa sus padres lo matarían y le alegarían que ellos no pagaban la escuela para que él faltara cuando se le venía en gana, así que jaemin se preparó con su uniforme, junto con un desayudo leve y salió de casa.

optó por ir caminando, no tenía muchos ánimos de manejar su bicicleta hasta la escuela.

todo parecía tan tranquilo. las mismas casas de siempre estaban ahí y las calles seguían siendo las mismas, pero jaemin se sentía extrañamente vacío, solo.
si alguien llegase en ese momento y le dijera que llevaba la cremallera abajo, él seguramente se pondría a llorar y es que se sentía tan frágil y sensible y no quería relacionarlo con jeno porque tenía miedo, pero su mente seguía llevándolo a él a sus pensamientos.

el camino se sintió más corto a comparación de otros días y eso sólo hizo que jaemin se sintiera peor.

nervioso, mordiendo sus uñas, se adentró en el edificio deprimente que tenía por escuela. las dos primeras horas no las compartía con jeno. así que se relajó un poco. aquél día sólo compartían una clase juntos; literatura. maldijo por lo bajo al recordar que debían llevar un poema para leer en clase y él no había buscado ninguno por pensar en jeno toda la tarde y noche.

—todo está bien, jaemin— se dijo a sí mismo antes de dirigirse a sus primeras clases.

intentó olvidar el tema de jeno y se convenció a sí mismo que nada había pasado, jeno le hablaría normalmente como había hecho los últimos cinco días. y sí, tal vez estaba exagerando la situación, no era como si hubiesen sido amigos de toda la vida pero que lo había deseado por mucho tiempo y ahora que lo tenía, le aterraba perderlo.
jeno había sido lo más cercano a un "amigo" que él habría tenido toda su vida y aunque no se contaran sus más oscuros secretos, su compañía lo hacía sentir seguro.
de hecho, jeno casi nunca hablaba, sólo observaba en silencio a jaemin y sonreía cuando este le devolvía la mirada.

antes de entrar a literatura, jaemin se preparó emocionalmente y colocó su mejor sonrisa

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antes de entrar a literatura, jaemin se preparó emocionalmente y colocó su mejor sonrisa. jeno ya estaba ahí cuando llegó pero no alzó la mirada en busca de él y eso sólo hizo que todo el coraje que había juntado se esfumaran rápidamente. suspiró y se dirigió a su asiento con la mirada baja. la maestra no tardó mucho en llegar y comenzar a repasar el tema de la clase anterior. sin embargo, jaemin no podía alejar su vista de jeno. aquél día llevaba una sudadera negra que le quedaba enorme; de hecho, iba completamente de negro, pero la sudadera era lo que más resaltaba. aquél color lo hacía lucir más pálido de lo normal.

jaemin observó el vello en su nuca y se imaginó a sí mismo respirando ahí, repartiendo dulces besos sobre su mandíbula y oreja, oliendo su cabello y saboreando sus labios. se sentía avergonzado de pensar eso y al mismo tiempo culpable, nunca se había sentido así por nadie y lo hacía querer llorar por alguna razón.

—¿alguien desea pasar a leer -voluntariamente- su poema?— la voz de la maestra sacó a jaemin de sus pensamientos. se hundió en su lugar, sabiendo que si nadie quería pasar, él tendría que hacerlo. la clase entera se quedó en silencio, hasta que una mano se alzó. jaemin abrió sus ojos al ver que, quién había alzado la mano era jeno. todos, incluyendo la maestra, parecían realmente sorprendidos y se miraron las caras sin comprender. —¿jeno? ¿tú quieres empezar?—

él asintió y caminó hasta quedar enfrente de todos, llevaba un cuaderno en sus manos y su mirada parecía la de un niño perdido, con ojeras bajo sus ojos. sus miradas se conectaron y jeno le sonrió ligeramente, lo que causó que todos se giraran a ver a jaemin, pero aquello le importó poco pues esa sonrisa lo hizo desconectarse del mundo completamente. jeno comenzó a leer con su suave y preciosa voz, todos escuchaban atentos.

—cuando haya muerto, llórame tan sólo mientras escuches la campana triste, anunciadora al mundo de mi fuga del mundo vil hacía el gusano infame.

y no evoques, si lees esta rima, la mano que la escribe, pues te quiero tanto que hasta tu olvido prefiriera a saber que te amarga mi memoria.

pero si acaso miras estos versos

cuando del barro nada me separe, ni siquiera mi pobre nombre digas y que tu amor conmigo se marchite,

para que el sabio en tu llorar no indague

y se burle de ti por el ausente. –WS.

después de aquello, jeno metió su mano en el bolsillo y de adentro sacó una pequeña magnum. la llevó hasta su boca y sin pensarlo mucho, presionó el gatillo mientras miraba directamente a los ojos de jaemin. todo pasó en cámara lenta, su corazón había dejado de palpitar desde hacía unos segundos mientras miraba la escena y un pequeño grito agudo se escapó de su garganta.

escuchó gritos y luego gente corriendo. después nada. no hubo reacción por parte de él, más que levantarse de su asiento y caminar hasta el cuerpo inerte de jeno. lo observó y se dejó caer sobre el charco de sangre que se había escurrido desde el suelo hasta sus zapatos. no le importó mancharse la ropa y se quitó el suéter de lana que llevaba, comenzó a limpiar el suelo con este. su vista comenzó a nublarse gracias a las lágrimas que caían por sus mejillas y que se mezclaban con la espesa sangre. después se arrastró hasta jeno, lo recostó sobre sus piernas y lloró. o no estaba seguro de si ya estaba llorando para ese punto, pero las lágrimas caían intensas por su rostro.

la maestra le gritaba a jaemin que se mantuviera alejado, pero él no podía escuchar. sus oídos se encontraban de repente tapados.

—jeno, jeno— repetía. —no estás muerto, no estás muerto, yo lo sé, no estás muerto— lo apretó contra su cuerpo fuertemente. —¡dime que no estás muerto, jeno! ¡no puedes estarlo!— su garganta se desgarraba con cada palabra, pero no tanto como su alma.

jamás había sentido tanto dolor en su vida. su pecho dolía y le contaba respirar con regularidad, tuvo que tomarse un momento para no desmayase. el olor a sangre era intenso, pero él ni siquiera se paró para pensar en eso. observó a su alrededor, el aula estaba vacía, salvo por unos cuantos chicos que miraban la escena estupefactos. la maestra hablaba por teléfono histérica y lloraba mientras se agarraba el cabello y lo tiraba. siguió recorriendo el lugar con su mirada hasta que encontró con algo que capturó su atención al instante. el cuaderno con el poema que jeno había recitado estaba ahí, salpicando con su propia sangre.

se arrastró a él y lo alzó. de ahí un sobre blanco cayó al suelo y con una caligrafía delicada, ponía:

"para: na jaemin."

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⏰ Última actualización: Sep 18, 2018 ⏰

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