Marca profunda |Único capítulo

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Es un día caluroso pero Izuku, prudente como es, se resiste a arremangarse la camiseta.

Cinco años han pasado ya desde que inició aquel vertiginoso camino, donde el deseo superó los miedos y mismísima realidad. Una donde si bien, su cuerpo no estaba preparado para resistir aquel poder que le fue concedido, con gran esfuerzo consiguió hacerlo suyo. Portarlo y poder honrar la memoria de su retirado maestro... Único testigo del dolor que tuvo que pasar y que ahora, expuesto al mundo sobre su pálida y pecosa piel, se refleja en todo.

Brazos, espalda, piernas, pecho...
Cada parte está repleta de marcas que el nuevo símbolo de paz cubre en público. No porque le molesten estéticamente, de eso nada. Aquellos eran registros de su esfuerzo, que aunque nadie lo entienda probablemente, le llenan de orgullo.

Son su prueba de valor ante todos los que le dijeron que su sueño era imposible.
Son heridas ya cerradas, cicatrizadas...

Muy diferentes a la profunda herida que todavía no cierra, en su impaciente corazón.

"Aún le amo."

Piensa, sintiendo esa opresión en el pecho como cada vez que sus ojos rojizos se posan sobre él, esquivándole al instante.

Le encantaría poder decir que de haber sabido como se pondrían las cosas nunca le habría dicho nada, pero la verdad no era así. Lo haría una y mil veces con tal de tener la oportunidad de hacerle llegar sus sentimientos. De que abra los ojos e intente verle como él lo hace:

Como lo más preciado en su mundo,
o quizás peor...
¿Cuándo el mundo se volvió Kacchan?

No podría decirlo con certeza. Quizás siempre fue así, siguiéndole en ese juego de amigos y rivales que tantas amarguras le causaba, y ante el que ahora sonreía con nostalgia, añorando que este se acercara siquiera para reclamarle.

—¡Me gustas!— gritó con fuerza aquella fatídica tarde.

Estaban en pleno invierno y ni los constantes copos de nieve cayendo sobre el rostro del héroe explosivo, lograron ocultar el súbito rubor ante su arrebatada confesión.

—¿Qué?—pregunta sin siquiera parpadear y con la boca entreabierta, del impacto dejando caer su pesado bolso al piso.

Ambos habían salido del trabajo y se retiraban a sus respectivos hogares cuando Izuku, desesperado luego de mil intentos de insinuar su aflorante deseo mucho más allá de una amistad, no pudo más. Decidió soltarlo y que él decidiera qué hacer con ello. Poner el destino de sus sentimientos en sus mano, dispuesto a aceptar lo que este decida y que probablemente terminaría con un golpe en su pecoso rostro.

Ya que, aunque con los años habían logrado llevarse mejor y generar cierta complicidad, ante los demás nunca lo admitirían. Para ellos siempre serían el "dúo maravilla", aquel que vivía desafiándose y discutiendo por nimiedades.

A quien le contaran esta escena no la creería, ni el mismo Izuku puede.
No tiene idea de como ha logrado confesar con tanta simpleza su sentir y ahora ha quedado tal mutismo, que cree Katsuki ahora sí que va a matarlo.

Mejor era huir.

—¡Hey! ¿Dónde mierda crees que vas?— pregunta el héroe bomba como Izuku esperaba:

►Marca profunda◄ [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora