Capítulo 2. Marinette.

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Tras la rápida reunión de las tres chicas, Marinette por fin llegó a su hogar, dejando libre al fin a su leal compañera de batallas.

—que chica tan más simpática—, decía Tikki mientras revoloteaba al rededor de la azabache.

—si Tikki es muy dulce, pero contéstame algo— la chica miró suplicante a su compañera mientras esta esbozaba una mueca de preocupación —¿en verdad se nota mucho que estoy totalmente enamorada de Adrián?.

La pequeña kwami no pudo resistir una carcajada y miró a su dueña que pareciese querer fulminarla con la mirada.
—lo siento Marinette, es sólo que todo mundo se ah dado cuenta de tus intenciones.

La chica con una total melancolía, se arrojó a su cama para intentar cubrir su rostro con la enorme almohada de gato sobre su cama.
Al darse cuenta de esto, la pequeña voló a su alrededor para poder consolarla.

—tranquila  Marinette, no pasa nada, el único que parece ciego es él, quien no se a dado cuenta de nada.
Por fin la azabache salió de su escondite y miró a la criaturita.

—¿tu lo crees Tikki?
—por supuesto, no te aflijas, mejor dime, ¿que te ah parecido la chica nueva?
La expresión de Marinette cambio drásticamente a una gran sonrisa para seguir platicando con su kwami.

—es muy linda— la chica sonreía mientras le contaba cada detalle a la pequeña criatura que revoloteaba a su alrededor —parece que es muy alegre y en definitiva podré confiar en ella, entiende muy bien mis sentimientos y yo la ayudaré si ella lo necesita.

El pequeño ser sonrió de manera tierna entendiendo el gran vínculo que su portadora acababa de realizar, a la pequeña kwami roja le agradaba la idea, pero algo dentro de ella le advertía algo, pero no sabía de que se trataba.

—me da gusto Marinette, es bueno que te rodees de buenas amistades, pero...
—¿pasa algo Tikki?— la azabache miró un tanto preocupada a su compañera.
—no nada, estoy muy contenta y creeme que también yo quiero conocerla, ¡tengo muchas ganas de conocer su cultura!

Las dos compañeras siguieron con su plática muy alegres, reían y adivinaban  cómo sería convivir con la mexicana, ¿a caso sería verdad todo lo que se dice de ellos? Se imaginaba la azabache como se vería vestida con un traje típico de ese país, mientras que Tikki reía con las ocurrencias y muecas de Marinette.

El tiempo continuaba con su curso, Lady Bug continuaba con su trabajo de salvar a París junto a su compañero y este a su vez, seguía con sus coqueteos hacia la catarina quien lo tomaba como un juego, su vida con sus amigas día a día se fortalecía, agradecía el apoyo que estas le brindaban cada que ella tenía que "ir al baño" para regresar dos horas después incluso perderse el resto de el día escolar. Sabía que podía contar con Alya y con Ary a pesar de que estas no conocieran su secreto.

Cierto día las tres comían un helado con André y un pequeño susurro con un nombre conocido se escapó de la boca de la mexicana.

—¡¿TE GUSTA CHAT NOIR?!— el secreto de supo, Ary empalideció ante el grito de Marinette y Alya.
—bueno yo... Es que nunca pude agradecerle por lo que hizo por mí... Y eso ojos...— los ojos de Ary se iluminaban mientras seguía con su explicación — sólo quiero agradecerle, eso es todo.

Marinette sonrió por el sonrojo de su amiga, sabía que podía hacer algo por ella y tal vez podría hacer que  cierto gato la visitara, planeaba en su mente como con ayuda de su alterego podría hacer que esto fuera posible.
Alya reía con lo sucedido mientras trataba de recobrar el habla.

—¡valla amigas que tengo! Las dos están enamoradas de un chico que ni siquiera saben que existen.

Ary se encogió de brazos pensativa mientras que Marinette la observaba, las dos planeaban en su mente, el momento exacto para poder hacer su jugada. En seguida y cual reloj al segundo, las dos se miraron en complicidad queriendo reconfortar a la otra y así poder ayudarse mutuamente.
Tikki quien escuchó todo desde su escondite se notaba un tanto preocupada, ya que, sin saber la razón, sabía que alguna de las dos terminaría lastimada y no quería saber quien sería.

Mí ventana siempre abierta. Las crónicas de un Gato y una CatarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora