Gatos y Cuervos

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-Siéntate, chico cuervo, hoy es tu noche.

La luna se notaba reluciente esa noche, en el cielo nocturno de Tokio. Una sonrisa se mostraba en los labios del más alto de los que se encontraban en aquella habitación. Junto a la única ventana del pequeño cuarto, estaba aquél pequeño desayunador, una mesita en la que apenas cabían unos cuantos platos, ideal para un lugar tan reducido de espacio. Ideal para que dos personas únicamente pudiesen sentarse a tomar sus alimentos e ideal para aquella ocasión improvisada donde Kuroo había puesto un gran esfuerzo, quería hacer una gran celebración para aquél que le miraba con diversión e incredulidad por las acciones que estaba realizando.

-No sé porqué es mi noche, Kuroo, por dios, sólo me dieron la titularidad en el equipo, a ti te la dieron antes y no celebramos así.

-Lo sé. Pero tú de verdad merecías ese lugar y es de celebrar que al fin te lo hayan dado.

-Ahora me siento mal por no celebrar tu titularidad.

-Nah, está bien, lo estoy haciendo porque quiero. Sólo siéntate y disfruta.

Kuroo había apartado la silla de la mesa para dejar que Daichi se sentara, en un extraño acto de caballerosidad, sin embargo, ambos seguían parados. El antiguo cuervo le miraba algo confundido por tal acción, no entendiendo muy bien el mensaje hasta que el más alto carraspeó con nervios.

-Eh, Daichi, ¿Vas a sentarte?

-Oh, pensé que te sentarías tú. -Contestó, algo avergonzado.

-No estaría detrás de la silla parado si fuese así, ¿Sabes?

Pasaron unos segundos así hasta que Tetsuro dejó de sostener la silla y tomó a su acompañante por los hombros, empujándolo suavemente para que se sentase.

-Estás actuando raro, Kuroo.

-No lo hago, sólo... Déjame tratarte bien hoy ¿Sí? Ya te dije que te estoy celebrando.

-Definitivamente raro. -Rió.- ¿Qué sucede?

-Luego te cuento, si tanto insistes, pero ahora disfruta la comida antes que se enfríe.

Kuroo dio la vuelta y se acercó a la pequeña barra de la cocina donde las cosas habían sido colocadas, a falta de espacio en la mesita. Tomó un par de copas de plástico coloridas y las puso sobre la mesa, junto con un par de platos de espagetti blanco.

-¿Sabes? Dado que aun no somos mayores de edad, no pude conseguir vino, pero supongo que jugo de uva no te molestará ¿O sí?

-Está perfecto. No me gusta demasiado el alcohol, de cualquier manera.

"Bien", pensó Kuroo mientras servía aquel jugo de caja en las copas sobre la mesa. A decir verdad, el que Daichi hubiese ganado la titularidad era una excusa tonta que el contrario se había tragado. De cierta manera y por alguna razón, habían terminado ambos siendo compañeros de piso, en uno muy pequeño a decir verdad. Al principio había sido difícil la convivencia, sobre todo por la insistencia de Kuroo por tomarle el pelo a Daichi y el gusto de este mismo por molestar al contrario en venganza. En algún punto aquello se había vuelto una amistad realmente fuerte, en año y medio de convivencia. Bueno, más que fuerte amistad, para Kuroo se le había hecho ya una forma de vida, una rutina vivir con el contrario. Y a pesar de que eso pudiese sonar como algo negativo, era todo lo contrario. La presencia del contrario era cómoda, cálida. Esos días donde ambos tenían tiempo libre y salían a comprar la despensa, a ver una película o simplemente se aplastaban como dos locos en el sillón a ver partidos en la televisión y analizar las jugadas se le hacían cada día más tan divertidos.

Volviendo al tema, aquella cena no era sólo una celebración para el cuervo por su titularidad. En ella había también algo de agradecimiento por ese tiempo y unos cuántos motivos más escondidos.

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⏰ Última actualización: Aug 29, 2018 ⏰

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