Across Your Universe [ATU#2]

Capítulo 1

1963 Liverpool

JOHN

Ya han pasado meses desde ese día en el que le dije todo lo que sentía a Michelle. Meses desde que aceptó ser mi novia y desde que pude sentir la verdadera felicidad recorrer por toda mi alma.

Me dí cuenta de cuanto necesitaba decírcelo, y que fui un verdadero descerebrado en habérmelo guardado durante tanto tiempo.

Pude experimentar lo que era un verdadero beso, y aunque no haya sido el primero, sin duda fue el mejor de mi vida.

Por otro lado, la banda ha ido bastante bien, no me puedo quejar de nada.

Sentados bajo un gran roble, en el mismo parque de siempre, andábamos un tanto acaramelados...

– "I love you, 'cause you tell me things i want to know. 

And it's true that it really only goes to show, 

That i know, 

That i, i, i, i should never, never, never be blue. 

Now you're mine, my happiness still makes me cry. 

And in time, you'll understand the reason why, 

If i cry, 

It's not because i'm sad, but you're the only love that i've ever had. 

I can't believe it's happened to me 

I can't conceive of any more misery. 

Ask me why, i'll say i love you, 

And i'm always thinking of you. 

I love you, 'cause you tell me things i want to know. 

And it's true that it really only goes to show, 

That i know, 

That i, i, i, i should never, never, never be blue. 

Ask me why, i'll say i love you, 

And i'm always thinking of you. 

I can't believe it's happened to me. 

I can't conceive of any more misery. 

Ask me why, i'll say i love you, 

And i'm always thinking of you".

– Te amo –rió. Ah, su dulce risa me matará.

– Yo más, mi dulce Michelle –la besé delicadamente.

Ella se lavantó dejándome besando el aire y corrió sin parar de reir.

– Ya verás –me levanté.

La alcancé abrazándola por la cintura para luego caer al pasto. Reímos y volví a besarla, me había dado cuenta de cuanto la necesitaba.

– Debemos volver, Johnny. Quedaste con los chicos para trabajar la canción que escribiste –dijo dulcemente. ¡Dios! Amo que me diga Johnny.

– Pero puede ser otro día –me quejé.

– Vamos –me dio un dulce beso y se levantó.

Nos dirigimos a la casa de Paul y nos reunimos con los demás.

– Tus besos me matarán algún día –sonreí embobado con el rostro entre sus manos. Ella rió.

– Oye Michelle, préstanos a John –bromeó George.