Daniel estaba allí sentado, sus tres hermanos mayores: Jacobo, Fernando y Mateo, en orden de menor a mayor se pasaban la vida escapándose, deseosos de vivir aventuras. Fernando se había unido a una banda de ladronzuelos y llevaba días fuera. Candela, su hermana mayor, era la única que lo apreciaba suficiente.
-¡haz algo rufian!- tras el grito de su hermano Mateo un silbido sonó sobre su cabeza.
Daniel se levantó agradecido de que el zapato hubiera fallado, pero su hermano ya tenía otro en la mano. En un par de saltos Mateo llegó a su lado y lo cogió por los hombros. Algo asustado Daniel lo miró.
-¿qué haces?- espetó furioso, aunque Daniel no sabía por qué- Nuestro padre está trabajando para que madre viva, si muere será porque no haces nada. ¡Vete ahora mismo a trabajar!
Daniel asintió velozmente y salió de allí, su hermana estaba tejiendo. Cansado cogió una cesta con algunas herramientas vieja y salió. Se sentó en la calle esperando que alguien comprara algo, una joven la miró con tristeza, pero paso de largo, la pobreza llenaba el país.
Volvió con no más que unas monedas, las dejó en la mesa de su padre y se dirigió al estable. Un silbido salió entre sus labios, no oyó los suaves resoplidos y relinchos que debían responder. Galatea coceó el suelo, parecía nerviosa. Zatro agitó la cabeza.
Daniel corrió hacia la última cuadra.
-no...¡¡no!! Tormenta- gritó, las lágrimas saltaban de sus ojos.
-Daniel, lo siento- Candela lo abrazó.
El se separo de ella, su mirada, turbada por las lágrimas seguia fija en aquella cuadra vacia.
— Tormenta... — susurro.
Galatea soltó un relincho y coceo con fuerza. Daniel se giro para posar su mano en la frente del animal castaño, que se relajo.
—de verdad... lo siento...— dijo su hermana.
—¿Donde esta?—sollozo.
—padre la ha vendido...
Daniel apretó los puños, no recordaba haber estado tan furioso en su vida, esa yegua era todo para el. Quería correr y golpear algo, queria azotar a su padre por aquel robo.
—Daniel... no.— su hermana lo agarro por el hombro, sus ojos oscuros estaban fijos en él— sabes que solo lo hace por madre...
—¿No podia vender a otro?— gruño— ¡¡TORMENTA!!
—Daniel relajate— dijo su hermana.
—¿Qué harias tu si hubiera vendido a Reliya?
—nada, solo aceptarlo, y que sepas que la ha vendido, solo ha dejado a Galatea, porque es de madre, y a su leal Zatro.
—Zatro... jamas le ha prestado atencion a ese pobre caballo, ya tiene demasiados años, deberiamos jubilarlo, acabara por matarlo asi... y Tormenta... ¿Qué haré sin Tormenta?
Su hermana la abrazo cariño.
—pronto madre estara bien, y te regalara otra yegua.
Daniel dejo que lo reonfortara, pero no queria otra yegua, qieria a Tormenta, esa criatura tan bella por la que vivía.
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verdadera amistad.
De TodoDaniel es el menor de cinco hermanos, la guerra amenaza su vida, que ya de por si no es fácil. Tormenta, una yegua negra, se convertirá en su mejor amiga, tan grandes serán los lazos que los unirán que se introducirán en aventuras y peligros por est...