[💫]
Eran las once y media.
Todos en ese pequeño antro estaban extasiados.
Dos hombres compartían a una sola mujer, un grupo de estudiantes dejando marca en la pista, cuatro hombres pegados en la única barra tomando cerveza, mujeres sobre las mesas, el resto de la multitud disfrutaba el rato.
Dos hombres en medio de toda aquella mezcla.
Uno de ellos con su cabello castaño pegado a su frente por el sudor, bailando a centímetros de otro ligeramente más bajo y de cabellos menta, ajenos al resto, dedicándose miradas divertidas y hambrientas.
Ninguno quería iniciar una conversación, los dos eran completos extraños, los dos no la estaban pasando tan bien como querían en ese momento de su vida, los dos con algo más que simple alcohol en su sistema. En vez de estrechar sus manos preferían bailar lo más cerca posible entre ellos, casi marcando exclusividad, y tal vez cuando el ambiente se apague alguno de los dos tenga la iniciativa e inicie una conversación informal, aunque solo pregunten por un simple polvo ninguno se negaría, compartían el deseo de escuchar la voz ajena.
De un momento a otro todas las luces se apagan, la multitud en vez de asustarse grita eufórica, y el más alto teme que su compañero haya desaparecido, o que todo lo que presenció hasta ahora fuera producto de su mente luego de haber fumado tanto, una mano rugosa toca su mejilla como si hubiera adivinando su pensamiento, y para no arriesgarse a perder al desconocido toma instintivamente sus caderas, para acercarlo más a él; por una milésima de segundo se arrepiente por sus acciones, sin embargo no hay rastro de incomodidad o queja por parte del otro, incluso siente como dos brazos se cuelgan alrededor de su cuello y una cabeza se recarga en su sudado torso.
Las respiraciones son ruidosas e irregulares como los latidos de ambos corazones, son conscientes del cansancio por tener casi dos horas bailando sin parar, pero lo ignoran, mañana dejarán que la resaca y los dolores musculares protagonicen su día.
Un haz de luz los hace regresar a la realidad, de color blanco, recorre todo el cuarto, seguido de otra verde, ambas chocan en el centro de la pista y un color amarillo y otro azul aparecen, la multitud grita cada vez más encendida y pronto la música (que en algún momento era casi inaudible) retoma su ritmo. Aún está oscuro, el castaño se dice esa excusa para no soltar el cuerpo más pequeño, todo aquel espectáculo de luces toma sentido cuando una luz morada llena por completo el antro
>>Luces de neón, a su alrededor,ahora entiende porqué sus tennis blancos brillan.
El cuerpo bajo su agarre se sacude, lo suelta y dirige la mirada al enigmático pelimenta, quien ve a su alrededor aturdido, cuando sus miradas se conectan una vez más el más alto se percata de algo: el cabello mentolado del chico se ha vuelto
---Brillante.
El más bajo se sonroja y cubre su cabeza, el castaño percatándose de lo que acaba de decir apresura a su cerebro idiota para pedir una disculpa, y antes de abrir la boca escucha lo que le parece la risa más linda y sincera que ha presenciado en años.
---Gracias, también lo eres.
Ahora le toca sonrojarse y ver de reojo al joven de brillante sonrisa que deja ver sus encías, junto a sus ojos casi cerrados.
El resto de las personas pasan a segundo plano, y aunque no estén del todo sobrios o conscientes de sí, tanto el castaño como el pelimenta mantienen sus miradas por lo que parecen sólo segundos, ahora que se han dirigido la palabra ambos tienen que comenzar una conversación, como las normas sociales (y lógicas) lo dictan, pero temen, por varias razones.
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Neón [YoonSeok]
Storie brevi>>Luces de neón a su alrededor, ahora el castaño entiende porqué sus tennis blancos brillan.