Tus labios, se asemejaban a garnachas
vino dulce y rojizo cual uva delicada
Como banderola escarlata que izan en el horizonte
Llegaron a mí, me dejaron absorto
Sentí entre suspiros
La vehemencia de hacerte mía
De tu calor apremiante y nuestros ojos embadurnados de ilusión
Caminando por las calles un abrazo retorno la calma
Más fruncí el entrecejo ante la desesperación
El brillo de tu presencia rieló en mi alma
La noche taciturna no se hizo esperar
El gusto acerbo de la despedida
Entre las miradas empezó a calar..
El souvenir de la noche acontecida
Un desasosiego funesto
El pensamiento del tiempo que mancilla
Y la prudencia no es el don de un hombre ensimismado
Más un don si posee entre sus dedos
De plasmar lo bello y hacerlo eterno
Solo me queda mostrar alegre mi semblante
Ante lo que fue fugaz y a la vez eterno.