Embriagada de sangre y delirio, golpeo mis nudillos contra el duro concreto de aquellas paredes que me encierran. Psicodélico almacén de emociones, permanezco quieta, absorta de agonía, sangran mis pupilas, no hay necesidad de ser consciente de aquella realidad.
Se oye un silencio, algo contradictorio en mi mente, pruebo el sabor de aquella sentencia a la que fui sometida.
Me declaro inocente, me desligo de cualquier culpa.
Se muere el tiempo en cada paso que da el reloj, se pudren mis esperanzas, se deshojan mis páginas y se desgajan mis versos, me desgarran los recuerdos y el futuro perdido.