Prólogo

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Escuela, salón de clases 2-A
04:32 pm

El ambiente era gris y deprimente, casi todos los alumnos estaban ansiosos por salir de la escuela, y los demás tan sólo estaban recostados en sus pupitres, babeando sus pupitres por el sueño. Ni siquiera el profesor quería permanecer en la escuela por más tiempo, aunque tenía que aparentar lo contrario. Completamente aburrido, Len volteó hacia la ventana y observó como las nubes se acumulaban, oscureciendo el cielo. Eso confirmaba el pronóstico de esa mañana el cual advertía que se avecinaba una muy fuerte lluvia.

En su interior, Len rogó que no fuera una tormenta, él le tenía pavor a las tormentas desde muy pequeño. Inclusive hoy en día seguía temblando como flan cuando oía un trueno a la distancia.

Len se la pasó el resto de la clase soñando despierto, por lo que se sobresaltó bastante cuando oyó el sonido aturdidor de la campana de la escuela, indicando que ya era la hora de salida. Miró de reojo a sus compañeros con desinterés y vio como todos se iban del salón con sonrisas de satisfacción y unas grandes ojeras en sus rostros. Sin tardar demasiado, Len salió de la clase con calma, bajó las escaleras hasta su casillero para cambiarse sus zapatos, y salió de la escuela.

Len alzó su mirada hacia el cielo con preocupación. – Maldita sea... – Dijo en voz baja.

Lamentablemente sí era una tormenta, y una bastante fuerte además. La lluvia caía con fuerza, el viento sacudía las hojas de los árboles violentamente, las personas que no tenían un paraguas corrían para refugiarse de la lluvia mientras que las personas que sí tenían uno seguían su rumbo despreocupados.

Por suerte él ya tenía uno, bueno, en realidad tenía dos; Len siempre llevaba uno extra para su hermana pues a ella siempre se le olvidaba el suyo. Y si Len pudiera se lo entregaría a su hermana ahora mismo, pero su hermana había decidido faltar a la escuela en el último segundo para escaparse de un examen para el cual no había estudiado. Gracias a eso, Len tenía un paraguas de más ocupando espacio en su morral.

Con una expresión llena de angustia, Len salió de la escuela y se fue hacia la parada de autobuses, con un paraguas abierto en una mano y otro cerrado dentro su morral. Preocupado mayormente por tener que ir a su casa él solo.

De camino a la parada de autobús, Len se encontró con un chico que estaba debajo del toldo en la entrada de una cafetería para protegerse de la lluvia. Él estaba agachado de cuclillas al lado de un gato siamés bastante pequeño que se restregaba de su pierna insistentemente, buscando atención. Aquel chico no le hacía ni el más mínimo caso al pequeño minino, él simplemente observaba la lluvia con un semblante tan pacífico que hasta producía envidia. De vez en cuando extendía su mano por fuera de la protección del toldo del establecimiento, dejando que las gotas de lluvia cayeran en su mano para jugar con ellas. Él parecía divertirse.

Repentinamente un estruendoso sonido sacó a Len de sus pensamientos y le hizo soltar un penoso grito por el susto. El miedo que le tenía a los truenos ya le estaba pareciendo incurable.

Ojalá pudiera estar así de relajado ahora mismo.. – Pensó Len con melancolía.

Después de haberlo observado durante un tiempo, Len se dio cuenta de que ya había visto a ese chico anteriormente. Ese chico era uno de los amigos de su hermana, Satou Fukase(1). Nunca habían hablado entre ellos, pero sí se habían encontrado en unas pocas ocasiones.

Len quiso aprovechar la oportunidad para verlo más atentamente y así saber qué tipos de amigos tenía su hermana.

Fukase usaba el mismo uniforme escolar que Len, tan sólo que él usaba un suéter tejido de color celeste y una cinta azul alrededor del cuello de su camisa en vez de una corbata. Era de cabello y ojos color rojo intenso. Algo que resaltaba bastante en la cara de Fukase, aparte de sus rasgos infantiles y delicados, era que tenía una especie de bandita roja en forma de cruz colocada sobre su nariz.

El estilo de Satou Fukase era en verdad único, y eso que él tan sólo estaba usando su uniforme escolar. Pero, inexplicablemente, a Len le vino a la mente uno de esos ositos de peluche con el típico lazo alrededor del cuello como adorno.

Inmediatamente, Len negó repetidas veces con la cabeza en un intento por recuperar la cordura. – ¡¿Por qué pensé eso?! ¡¿Qué demonios me pasa?! – Gritó internamente con un intenso sonrojo adornando sus mejillas.

Sin haberlo notado, Len se pasó más diez minutos observando fijamente a ese chico. En ningún momento Fukase se levantó para irse o se volteó a verlo al menos, ni siquiera parecía haber notado su presencia. De aquello, Len sacó la conclusión de que posiblemente Fukase no tenía un paraguas, pues él no parecía tener uno escondido en ningún lado. Entonces Len se le acercó, dispuesto a ayudarlo, pero antes de poder hablarle se le hizo un nudo en la garganta. Los nervios se apoderaron de Len.

¡Vamos, Len! ¡¿Qué te pasa?! ¡Háblale!

Antes de ser capaz de decir algo, Fukase se volteó a verlo repentinamente, poniendo a Len aún más nervioso. – ¿Necesitas algo? – Preguntó mientras ladeaba la cabeza.

Ese gesto desconcertó a Len por completo. – Para... Ese.. – Balbuceó. Fukase alzó una ceja, confundido. – Parece que le agradas a ese gato..

– ¿Qué? Ah.. – Fukase volteó su mirada hacia el aludido. – Sí, eso parece.. – Empezó a acariciarlo con suavidad, haciendo que el gato se apoyase en su mano para conseguir más caricias. Fukase y Len sonrieron enternecidos. – Ésto me pasa muy seguido. No sé porqué le agrado tanto a los gatos.. Aunque no me molesta, me gustan mucho los gatos. – Mencionó Fukase, hablando sin pensar.

– Mm... Yo usualmente prefiero a los perros, pero los gatos también son muy tiernos, aunque ellos usualmente no me quieren... – Ese comentario había hecho reír a Fukase a pesar de que no lo había dicho como una broma.

Pasó un rato hasta que finalmente Fukase dejó de reír y recuperó el aliento. – Seh.. Los gatos aveces pueden ser ariscos y muy tercos, pero no por eso son malos. Es divertido ganarse su confianza. – Contestó, claramente feliz por hablar del tema. – Aunque también hay gatos que son naturalmente cariñosos y consentidos, como éste pequeñín de acá. – Dijo mientras alzaba al gatito y lo ponía con cuidado en su regazo. El minino se recostó sobre las piernas de Fukase, dejándose mimar.

Len se quedó observando durante unos segundos como el gatito ronroneaba por las caricias que recibía de Fukase, el cual tenía una amplia sonrisa en su rostro.

Es adorable.. – Len sintió una repentina ligera y calidez en el pecho a la cual no le tomó importancia en aquel momento. – ¿Puedo acariciarlo? – Preguntó con timidez.

Fukase tardó en responder. – Bueno.. No es mío, pero creo que no se molestará. Adelante. – Dijo, sonriendo con despreocupación.

Inmediatamente, lleno de ilusión, Len se agachó para estar más cerca del gatito. Empezó a acariciarlo con cuidado por miedo a ser rechazado, aunque el minino en ningún momento se resistió y permaneció recostado en las piernas de Fukase, notablemente satisfecho por el cariño que recibía.

¡No puedo creerlo! ¡¡Le agrado a éste gato!! – Gritó internamente, lleno de emoción. – Es muy suave... Se siente como algodón. Creo que ahora me gustan más los gatos.. – Se dijo a sí mismo mientras seguía acariciando el agradable y liso pelaje del pequeño gatito siamés.

– Oye.. – Len volteó hacia Fukase. Al verlo se dio cuenta de que habían varias gotas de agua cayendo por su rostro. – Me estás mojando...

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(1) Fukase en realidad no tiene un apellido. Yo simplemente me base en el nombre de su banco de voz, Fukase Satoshi, para darle uno.

Sé que no es el mejor apellido que pude haberle dado, pero no supe qué otro apellido ponerle.. ( ꒪⌓꒪)

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¡Hola! Éste fue un desastroso intento de prólogo, pero fue el que mejor me salió.. (^_^;)

Desde la primera vez que escuché a Fukase y a Len cantando juntos, ¡tuve la necesidad de hacerles un fanfic Yaoi! \(°ᴗ°)/ Pero no tienen idea de lo que me costó y de cuántas veces tuve que reescribirlo.. ( ¬¬)

Para mí, ésto fue una basura... Pero de igual forma espero que lo hayan disfrutado. ¡Chao! :D

¿Solamente Amigos? (Len x Fukase) [CANCELADO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora