Capítulo 2

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Capítulo 2

Al terminar de cenar Lucas no sabía qué hacer. Estaba inquieto a causa del sueño. Eran las 9 de la noche y le apetecía correr y, sin pensárselo dos veces, se puso un chándal y las deportivas que le regaló su padre por su cumpleaños - Su padre ganó la maratón de Zaragoza y le regaló esas zapatillas a su hijo en señal de afecto - Jamás olvidará ese detalle... Estaban algo desgastadas, pero estaba unidas a ellas de una forma de amor y cariño hacia su padre. Con su MP4 en mano, salió de casa ya preparado para su aventura, una aventura nocturna que jamás olvidará. Se disponía ya a hacer sus rutinarios 15 minutos corriendo cuando escuchó un grito en un callejón. Se quitó los cascos y los guardó en su bolsillo. A lo lejos percibió como un hombre le había tapado los ojos a una mujer con una venda. Corriendo como un poseso fue en su ayuda y placó al abusador. La chica pensó que eran dos ya que no sospechaba que alguien le estuviera ayudando. Lucas consiguió echar al abusador y rápidamente se dispuso a quitarle la venda a la chica. Lentamente se la desató y vio sus ojos. Ummm.. ¡Y que ojos! Marrones de un color chocolate precioso.

-Hola, soy Lucas, he visto que neces... -entonces la chica le dio con su bolso en toda la cara.

-¡Alejate de mi, pervertido!

-¿Estas loca? ¡Pero que llevas en ese bolso! ¿Piedras?

Poco antes de terminar la frase la chica ya se había ido corriendo. Jamás olvidaría esos ojos, sin olvidar el carácter duro de esa mujer.

-Será mejor que me vaya a casa... He tenido bastante por hoy... -se dijo para si mismo

Al día siguiente el sol brillaba con intensidad, los pájaros volaban alegremente por el vecindario y la prensa gritaba dejándose los pulmones. ¡Como la odiaba! Siempre le despertaba. A pesar de eso, se dio cuenta de que era el día perfecto para ir en un barco turístico por el río Ebro. Vivía en un apartamento cerca del centro, no tenía a nadie en su casa, así que andaba en pijama todo el día, solo tenía a su gato: Guantes. Después de su típica comida de pasta italiana, se dirigió al muelle del río para coger su billete.

-Hola, Guillermo. Dame el mismo billete de siempre -Guillermo le conocía a la perfección, era un lobo solitario con varias cicatrices en el cuerpo, dice que son por luchar contra un oso, pero ambos saben que se cayó en un zarzal.

Al subir al barco junto a los turistas observó un gorro grande y verde -que cutrez- dijo para sí mismo. Ya zarpando para la guía turística quiso saber la hora.

“Mierda... Me he dejado el reloj en casa... le pediré la hora a alguien.” pensó

Justo detrás suyo estaba una mujer apoyada en una barra mirando el paisaje. Por su sombrero tan grande le hizo gracia pedirle la hora a ella, esbozó una sonrisa y se dispuso a pedirle la hora.

-Disculpe señorita, ¿Podría decirme que hora es?

Dándose la vuelta la chica dijo:

-Claro, son las 6 menos 15.

Cuando la chica levantó la cabeza Lucas se dio cuenta de que esos ojos eran los de la chica de ayer. Desafortunadamente la chica también se dio cuenta de que el chico era el de ayer.

-¡Ahhhhh! ¡Deja de seguirme, acosador! - Y chooof. La mujer se cayó al agua.

-¡Oooh dios mio! -Lucas se tiró a salvarla.

-¡Dejame ya, abusador!

-¡Sólo intento salvarte otra vez! ¡No haces más que meterte en problemas!

-¿Salvarme? Ayer abusaste de mi.

-¿Abusar? ¡Te libré de un violador!

-¿Qué hiciste qué?

Cuando quisieron darse cuenta, el barco ya estaba muy lejos y tuvieron que salir nadando por el río hasta la orilla. Al llegar exhaustos a la orilla la chica le preguntó:

-¿Ayer me salvaste del violador?

-Sí, estaba corriendo, vi lo que pasaba y fui a ayudarte

-Ohhh, gracias, eres muy amable y.. Perdón por como te he tratado..

-Tranquila, pero acepto que me invites a un café

-Yo no te he invitado a.. -entonces Lucas le guiñó un ojo.

-A que hora te viene mejor, Doña problemas?

Entonces le pegó en el hombro un puñetazo

-¡¡Auuuu!!

-Te lo mereces

-No me has respondido, ¿A que hora?

-¿Qué te parece ahora?

-Pero estamos chipiados

-Eso es lo de menos

Se acercaron a el bar más próximo para tomar el inesperado café.

Todo el mundo les miraba, no era muy normal ver a dos personas caladas hasta los huesos tomando un café como si nada.

-No me he presentado -dijo la chica- me llamo Sara.

-Bonito nombre, yo me llamo Lucas.

Empezaron a hablar del viaje por el Ebro y acabaron hablando de pechugas de pollo. Sara estaba tan atenta a el movimiento de labios de lucas que ni ella misma se dio cuenta de que los estaba mirando.

-Que opinas de eso? -Sara se desempanó de golpe y respondió lo primero que se le pasó por la cabeza

-Sí, me gusta comer también eso

-Te comes el hueso? Que poderio!!

- Que me gusta comer el que?

- El hueso, estábamos hablando de pollos

- Emmmm.. Sí claro, ya lo sabía, no crees que es ya muy tarde? -dijo Sara, y así era. Se habían pegado hablando 4 horas!!

-Sí claro, te acompaño a casa.

Al llegar a casa de Sara se pararon ante el portal, era una casa del barrio de San José, estaba muy bien.

-Me ha encantado pasar esta tarde contigo, pero me debes un viaje en barco, por tu culpa hoy me he caido de el.

-Eso esta hecho y.. Bueno.. Me das tu teléfono? Es por si algún día estas en apuros y necesitas a un superman que te ayude.

-Claro, super bragueta bajada. -En aquel momento Lucas bajó la mirada y se dio cuenta de que tenía la bragueta bajada del todo «que corte...» pensó él, pero Sara le anotó su teléfono en un papel y se lo dio.

Cántame al oídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora