Relato: Humedad

7 0 0
                                    


Antiguamente solía haber bases secretas cerca del mar que después de la guerra quedaron inutilizables, eso conllevo a que se creasen diversas leyendas grotescas sobre ruidos de maquinaria y gritos melancólicos de los soldados caídos que fueron brutalmente quemados por el fuego que provocaron las grandes bombas destructivas. Nosotros como seres curiosos creamos un club de ocultismos basado en investigaciones sobrenaturales,  no obstante rechazábamos que pudiese existir algo fuera de lo normal por eso nos dedicábamos a inventarnos historias cada vez que visitábamos algún sitio encantado en el que su mayor problema eran nuestras mentes que desafiaban la misma realidad. No fue hasta una intensa y larga noche llena de horrores que decidimos no compartir, ni siquiera recordar pues teníamos estrictamente prohibido mencionar algo del tema y bajo ningún concepto deberíamos hablar a nadie sobre aquello ni tan siquiera a nuestras madres o padres que andaban preocupados por las pesadillas que se generaban en nuestros sueños, aunque todas ellas eran reales a su manera, pues aquello que aparecía no era fruto de la imaginación y eso nos llevo largas temporadas hablando por skype sin poder pegar ojo, nuestras notas bajaban y nos solíamos dormir en clase. En el extremo de la situación nos llevaron a unos psicólogos quienes recomendaron  a nuestros padres que lo correcto seria romper el grupo de amigos mediante la prohibición de que nos juntáramos, sin embargo desde esa noche nos sentíamos inseparables, y Pedro sufría cada vez que no coincidíamos pues de todos fue el que peor parte se llevo. El día 26 de enero, en el aula de ocultismo una joven muchacha nos contó sobre un mito que consistía en una vieja instalación militar cerca de la isla de los conejos—Lo que no dijo, es que estaba en la misma isla y a altas horas la marea subía tanto que era imposible volver—. Como era costumbre paramos en un supermercado por unas cervezas y algo de comer pues convencidos de que esta expedición no seria diferente fuimos poco provisto de luz, o cualquier otro tipo de aparato necesario para ello y llegado el viernes partimos sobre las seis y cuarenta minutos de la tarde entre risas y chistes sobre fantasma hacia el pobre Pedro, quien sí  temía esas cosas, de echo el no quería apuntarse a este extra-escolar pero debido a las criticas sobre su cobardía el chico opto por hacerse el valiente y se llevo su no merecido susto por parte de algo incompresible para la mente.  A las siete y cinco llegamos a aquella playa y desde las dunas buscamos cualquier atisbo de guerra en ella, no encontramos nada parecido a lo contado hasta que pusimos la mirada en aquella isla accesible por el momento y decidimos echar un ojo, pues ya que habíamos ido hasta la playa no queríamos irnos sin almenos darle un susto al pobre Pedro y bajo el atardecer nos pusimos a caminar dominados. Silvia y Carolina ya estaban maquinando con que chico tontearan esta noche, mientras que Jorge, Pablo y Esteban hablaban sobre las fiestas de temporada y las peleas que iban ligadas a ellas, y Pedro y yo caminábamos sin decir casi palabras, pues no era un chico muy hablador pero dado que las fiestas juveniles no eran lo mio no creo que otra compañía estuviese mejor, pero comprendí que Pedro no era un mal chico, ni un friki o cualquier otro pronombre que sustentaba sino, un chaval normal que dedicaba su tiempo a entender libros antiguos que hablaban de monstruos—de ahí la delgada linea que tenia sobre lo natural y lo sobrenatural de las cosas, por eso era el mas temeroso y ojala pudiese haber compartido ese miedo cuando me hablo de regresar—. El mar tornaba la brisa fría, la luna ya estaba presente y nosotros subiendo por las pequeñas rocas que permitían una escalada decente hasta la superficie de la diminuta isla y tras establecer el primer campamento en una llanura repleta de árboles verdosos y diversa fauna como grillos, moscas, mosquitos entre otros, pero no hubo rastro sobrenatural como siempre, después de investigar los alrededores con escasa luz y muchos ruidos extravagantes—la mayoría fruto del miedo del hombre, o eso pensábamos—. Silvia con intenciones de quedarse a solas con Jorge nos propuso un juego, el escondite como si fuéramos unos niños y ante el aburrimiento no pudimos negarnos así que, de inmediato Pablo se puso a contar hasta cien mientras corríamos dentro del bosque sin profundizar, claro.  Las hojas se movían chocando entre provocando ruido, y ensombreciendo los pocos atisbo de luces que la luna nos daba entonces las pisadas dejaron de sonar, tocaba esperar a Pablo que dejo de contar en voz alta a partir del numero setenta y ocho. Yo distinguía figuras tras los arboles pero no sospeche en su momento debido a la oscuridad y la poca nitidez, quien diría que no eran humanas, sin embargo algo de miedo sentía porque mientras yo tiritaba de frió e incluso respiraba impetuosamente debido a la tensión, ellas se mantenían quietas y silenciosas. Decidí volver al campamento pasado diez minutos mas o menos.—sospeche, aquellas figuras se quedaron allí por lo que rápidamente me dirige sin mirar atrás una sola vez—. Cuando senté mi trasero distinguí a Esteban tras una roca por su característico peinado y me acerque hacia el, entonces me comento que Pablo fue dirección opuesta al bosque, por miedo tal vez sin embargo nadie mas regreso. Extrañas figuras parecían observarnos desde lo oscuro del bosque, así que las ganas de gritar los nombres de nuestros compañeros se nos pasaron y lentamente nos desplazamos tras los pasos de Pablo, encontrándonos a medio camino a Silvia y Jorge quienes estaban totalmente despreocupados o almenos lo parecían por la cercanía de sus cuerpos pero nosotros no entrometimos, pues la situación lo requería dando a un enfrentamiento entre nosotros, sin embargo acabo bien y nos dispusimos a buscar al resto con unos palos que encontramos. Atravesamos el bosque y no divisamos ningún ente de nuevo—pensamos que nuestra mente nos jugo una mala pasada— hasta que llegamos al otro extremo de la isla donde encontramos la base militar y a nuestros compañeros discutiendo con Pedro por entrar a adentro—. Viendo la valentía de nuestros compañeros al final obligamos a Pedro a entrar, sentíamos mas seguro aquellas ruinas que la fugaz noche estrellada y sus bosques. Según entramos el calor se apodero de nuestros cuerpos, las paredes se notaban húmedas hasta el punto de había cachos de ellas por los suelos, sonidos iban y venían por el viento chocando contra el metal de las maquinas oxidadas que aquí se encontraban, los ventanales estaban rotos sin embargo eran mas gordos de lo habitual, con el tiempo y miedo, nos íbamos dando cuenta que eso no era una base militar. Espantosos materiales quirúrgicos, bisturís llenos de un liquido viscoso y las mesas contenían diferentes trozos de carne lejos de cualquier especie marítima, humana o animal, ojos en tarros que se movían entre la sangre como si de peces se tratase, la mayoría del grupo estaba abatido del miedo sin embargo nuestra curiosidad no obligaba a investigar un poco mas y abríamos las neveras y en ellas se encontraba mas partes de cuerpos con la novedad de un hueso sumamente humano.  La carne parecía moverse, y estaba caliente aun, ese lugar no parecía estar muerto entonces un brote de liquido espeso negro empezó a descender desde un agujero de la pared haciéndonos retroceder de la sala de experimentación al pasillo principal, sin embargo ese liquido también había inundado el camino hacia la salida y según avanzaba iba comiéndose aquello que tocaba,—parecía lava incandescente que quemaba todo a su paso, con la diferencia de que le salían grumos como si corrompiese todo aquello tocaba—. No se esparcía entre las diferentes salas, iba directamente hacia nosotros ascendiendo poco a poco del suelo y mostrando una luz blanca que nos hablaba directamente al cerebro, aun sin entenderla nos daba ordenes y Pedro el mas débil mentalmente se empezó a acercar lentamente contra su voluntad sollozando y echando espuma por la boca, parecía estar poseído. Lo agarramos y tiramos de el con nuestras fuerzas pero el monstruoso liquido se acercaba mas rápido de lo que podíamos tirar, entonces Silvia y Carolina corrieron las primeras, mas tarde Pablo y seguido Esteban quien suplico que lo dejáramos pero toda insistencia fue en vano, y el liquido acabo por cogernos y desgastaba la suela de nuestros zapatos, los grumos que saltaban a nuestra ropa se la iban comiendo provocando quemaduras en nuestra piel. Al bajar la mirada pude notar que los pies de Pedro habían sido comidos y que levemente gritaba, nosotros aceleramos el paso saliendo del liquido pero no era lo suficientemente rápido como para sacarlo del—mar negro, así lo llamamos— derrumbamientos escuchábamos debido a la humedad que iba dejando, lo corrompía todo y no contento lo abrasaba, con nuestras ultimas fuerzas logramos sacar a Pedro quien había perdido las piernas hasta la altura de las rodillas pero sin embargo no tubo desangramiento alguno debido a la potente temperatura del mar negro, pues según comía cicatrizaba al mismo tiempo. En un desesperado intento cogimos un extintor, pues habíamos llegado la habitación donde no solo aguardaban nuestros compañeros, si no los cuerpos de los ex-solados o eso supusimos, encima de diferentes mesas, pues estábamos en el comedor o eso parecía. Comenzamos a usar el extintor para bajar la temperatura pues todo se estaba consumiendo hasta el punto de que las paredes y los techos se desvanecían cayendo trozos ardiendo sobre nuestros cuerpos y haciéndonos gemir de dolor, al mismo tiempo que nos ahogábamos con el polvo que emitía el extintor sin embargo parecía funcionar y logramos hacer que el extraño liquido retrocediese,  rápidamente ante el miedo corrimos hasta encontrar una ventana con los barrotes lo suficiente oxidados como para poder romperlos con varios intentos con el extintor y entonces logramos salir de ese infierno. Mientras nos alejábamos aquella base experimental se hundió en el mar y sin mirar mucho atravesamos el bosque hasta llegar al campamento donde unas figuras oscuras rodeaban el fuego casi extinguido del campamento, lejos de atacarnos huyeron soltado frases como, "Ahora ya sabéis que nos mato", "estamos condenados" y entonces nos dimos cuenta que la marea había subido tanto que meterse al mar seria un suicidio pero no solo eso, logramos distinguir unas mujeres, sirenas parecían aunque lejos de ser bellezas infundían casi mas terror que el propio mar negro. No había cobertura así que nos pasamos la noche acechando a los desconocido y cuando amaneció, todos hicimos una promesa salvo Pedro que se encontraba inconsciente, y nos dispusimos a volver a tierra a las nueve horas con treinta y cinco minutos después de el camino hasta la playa volviese a ser arena completamente.—Tuvimos problemas con las escusas así que optamos por camuflar la verdad y diciendo que aquella base se predio fuego debido a los cigarros, aunque ninguno fumábamos, pero nos creyeron pues los adultos sabían que eso fue un centro psiquiátrico experimental y podía tener diversos líquidos inflamables—, al final quedo en una chiquillada bastante pesada y nuestras quemaduras refutaban la teoría. Pedro se recupero y pudo volver a andar, en silla de ruedas, y la mayoría de nosotros nos volvimos paranoicos pero decidimos cerrar el club 2 años mas tarde al acabar la universidad y nunca volvimos a ver a la mujer que nos dijo el mito.                                                                                                                                                           


You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jul 23, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Misterio AzulWhere stories live. Discover now