Hombres libres

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Advertencia: Relato filosófico, abstenerse personas religiosas, extremistas, ortodoxas, etcétera.

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Y si tuviese que contar una historia, elegiría rememorar las épocas pasadas, con banderas como estandartes, ondeando sobre mástiles, el perfume a brea sobre las maderas, el moho cerniéndose en los rincones de una maquinaria perfecta

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Y si tuviese que contar una historia, elegiría rememorar las épocas pasadas, con banderas como estandartes, ondeando sobre mástiles, el perfume a brea sobre las maderas, el moho cerniéndose en los rincones de una maquinaria perfecta. De esa deux ex machina rechazada por los mismos dioses, de esa que Poseidón no dejó surcar en sus mares, de esas que no temen a su ira, de esas que las tempestades no perdonan, de esas que se aventuran sobre tierras inhóspitas, que buscan deidades ultrajadas en manos de monarquías, de civilizaciones desplomadas por imperialismos.

Pero, por sobre todas las cosas, me gustaría contar la historia de hombres de valor. Hombres que se hacían a la mar, no por miedo, no por tesoros, no por inmortalidad o por lo que promete el hallazgo de la tierra prometida. Más bien, por amor, por el destino imprevisible que les trazaban los trinquetes, las drizas, vergas y botavaras. Sobre velas ondeando en busca del horizonte perpetuo, en busca de un destino hacia los lugares más recónditos de la tierra.

Me gustaría hablar sobre hombres, sobre hombres que quisieron domar los océanos como el jinete a su corcel y, por ello, apresaron el espíritu de la diosa en un cuerpo humano. Un recipiente profano. Una metáfora exquisita, un oxímoron trabajado sobre las vidas de aquellos que querían el control sobre lo que jamás debió ser controlado. La mar.

Piratas, así les dicen. Gusanos, bichos de mar, cucarachas, vagos, truhanes, canallas, cobardes. Connotaciones peyorativas sobre una civilización que buscaba la libertad en un barco, una tripulación y la mar.

¡Ah, la triada!

La divina triada de los tiempos en donde el ser humano perseguía la utopía de surcar los mares y no morir. El mar, el hogar y el destino de pocos que encuentran sus tesoros, no forjados en oro, sino en sal y agua.

Me gustaría hablar sobre ellos y sus infamias, infortunios. Sus luchas, hombres que dieron todo a su causa y no por una aprobación. La calavera simbolizaba la muerte, ellos venían con la muerte a cuestas. Nada los detuvo y fueron capaces de volver de la misma muerte para probarlo.

Los he escuchado suplicar, los he visto llorar bajo la lluvia, luchar en un remolino de agua casi a punto de no salir con vida de allí, contraer nupcias en medio de una guerra sobre la cubierta de un galero, luchando por sus vidas, luchando por un propósito, luchando por algo que creen que aún tenían. Esperanza. Los he visto alejarse, jurarse lealtad y traicionarse.

Suplicantes de libertad, navegan hacia el horizonte, hacia aquello que creen que encontrarán o, simplemente, hacia aquello que supone llenar expectativas inteligibles.

Perseguidores de ficciones. Fiebre religiosa. Buscar ligar sus orígenes, buscar ligar sus almas a una fundamentación en lo mítico. Y, ¿por qué no?, ¿supersticiones, tal vez?

Hilos de Plata - |Piratas del Caribe|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora