Prólogo

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Es una mañana tranquila para Luan Loud, pues se preparaba para ir a animar una fiesta de cumpleaños acompañada de su hermano menor, Lincoln Loud... pero por alguna razón, ella se encontraba hablando con el Sr. Cocos.

— Sr. Cocos, puede alguien obligar a una persona para que lo ame? — preguntaba distraída mientras guardaba algunas cosas en una mochila. — Su duro silencio me dice no. Jajaja... entiendes? — prosiguió hablando algo animada, pero tocaron la puerta.

— Luan, ya estoy listo. A qué hora inicia la fiesta? — le preguntó aquel chico albino.

— En veinte minutos Lincoln. Puedes esperar abajo? La madre del fiestero vendrá por nosotros en unos minutos y necesito que estés atento — respondió tranquila mientras continuaba con lo que hacia.

— De acuerdo, yo te avisaré cuando llegue — respondió animado antes de irse.

— Sabes una cosa Sr. Cocos, hay más formas de que alguien te ame y... bueno, no podemos reír antes del juego — habló de forma maliciosa mientras cargaba aquella mochila. — Nos vemos después Sr. Cocos — se despidió con una sonrisa mientras salía de aquella habitación.

La castaña comediante caminaba tranquila por el pasillo hasta que vio a su hermana Lisa salir de su cuarto.

— Hola Lisa — saludo sonriente.

— Buenos días hermana mayor, a dónde irá con nuestro querido Homosapiens? — le habló neutra aquella niña.

— Iremos a animar una fiesta — respondió la comediante.

— Luan, ya llegaron por nosotros! — anunció desde abajo el chico Loud.

— Bueno hermanita, tengo que irme. Deseanos buena alegría, jajaja... entiendes? — bromeo Luan para despedirse.

Lisa iba a decir algo, pero ver como Luan bajaba corriendo las escaleras hizo que ignorara esa acción. Luan ya estaba frente a la puerta y vio como Lincoln esperaba al lado del buzón con una sonrisa... sonrisa que la chica no se cansaba de ver.

— Luan, apresurate o llegaremos tarde! — exclamó Lincoln algo ansioso.

— Ya voy, ya voy — contestó animada mientras iba corriendo hacia el auto. — Oye Linky, quieres un helado después del show? — habló antes de entrar en el vehículo.

— Solo si tú invitas — respondió juguetón el Loud.

—  Te invito a acompañarme por unos helados que tú pagas — Lincoln solo aceptó resignado, pues ese día estaba más que contento porque ya hacia algún tiempo desde la última fiesta que ánimo con su hermana.

El coche empezaba a alejarse de aquella casa y traía dentro a un par de hermanos que hablaron durante todo el camino. Sin embargo, Luan no dejaba de mirar a su pequeño e inocente hermano blanco que reía por las ocurrencias que se encontraban hablando. Ese fue un día muy divertido para ambos y no hubo nada extraño que Lincoln pudiera resaltar... o eso creía.

Tienes idea de lo que sucederá?

Bueno amigos, yo espero que les carcoma la necesidad de saber más de esta historia y también espero su apoyo.

Nos leemos luego!

Adicción Impuesta (Luancoln)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora