Capítulo 1

481 48 7
                                    

Juan Pablo Isaza debía aceptar que su vida se estaba reduciendo a la absoluta monotonía y sabía que tenía hacer algo muy pronto.

Había decidido tomar un año sabático luego de finalizar la universidad y aunque sus padres no estaban absolutamente de acuerdo respetaron su decisión y prometieron no entrometerse, así que ahora solo se dedicaba a levantarse tarde, alimentarse de una manera que si su madre supiese se espantaría, tocaba la guitarra, volvía a dormir, veía televisión y hacía algún trabajo para un estudiante universitario con mucho dinero y pocas ganas de estudiar.

Tomo su celular y llamó a su mejor amigo Juan Pablo Villamil para ver si podían encontrarse ya que este trabajaba y le quedaba muy poco tiempo para reunirse pero a pesar de eso seguían siendo lo suficientemente unidos, se habían conocido desde niños cuando los padres de ambos se habían mudado a Madrid con el propósito de darle un giro a sus vidas y por cosas de la vida terminaron viviendo en el mismo vecindario y estudiando en la misma escuela.
Ser los chicos nuevos que debían enfrentarse a un mundo desconocido y tener el mismo país en común les hizo aferrarse el uno al otro como su ancla.  Dieciocho años después aún seguían siendo los mejores amigos, se habían graduado juntos de la preparatoria y fueron a la misma universidad.

Quedaron de acuerdo en encontrarse en un pequeño bar que quedaba muy cerca del lugar donde ambos vivían, tenía que contarle a Juan Pablo de sus planes o este iba a enloquecer en cuanto descubriese que se había contactado en línea con un completo extraño y que ahora iban a intercambiar sus casas por seis semanas.

Llego antes de lo acordado y se sentó a esperar por su mejor amigo, sonrió cuando le vio entrar y barrer el lugar con su mirada. Conversaron durante un buen tiempo antes de que el Isaza se atreviera  a contarle a su mejor amigo la verdadera razón por la que lo había convocado a ese lugar.

— Ahora si has enloquecido —exclamó Villamil en cuanto las palabras salieron de la boca de su mejor amigo.

— Por favor no hagas de esto todo un drama, me se cuidar, voy a estar bien. Lo prometo.

— No estoy dramatizando, solo estoy preocupado, ni siquiera sabes quién es ese sujeto.

— Su nombre es Simón Vargas, tiene veinticuatro años, es bogotano y debe viajar a Madrid por motivos de estudios y necesita un lugar donde quedarse, solo serán seis semanas.

— ¿Estas completamente seguro de que no es algún psicópata o asesino en serie que te va a llevar a su casa y luego matarte y vender tus órganos en el mercado negro?

 — Lo estoy, ya comprobé su historia con la universidad. Confía en mí, se cuidarme, necesito hacer esto y tú mejor que nadie lo sabe.

— Está bien, pero promete que me vas a llamar en cuanto llegues y me vas a mantener informado de todo. Y habla con tus padres no planeo cubrirte durante seis semanas.

—De acuerdo, lo prometo.

—Cuando te vas?

—En dos días.

Cuando Juan Pablo Isaza llego a su casa comenzó a organizar, todo lo que le faltaba, se encargó de hacer memos para Simón en donde le indicaba al chico el lugar de cada cosa, ese día había ido a hacer mercado se aseguraría de que el nuevo inquilino de su casa tuviera todas las comodidades necesarias.

Se fue a dormir y se aseguró de poner una alarma, había un vuelo que debía tomar al día siguiente, se sentía mal por mentirle a su mejor amigo acerca del verdadero día del vuelo porque le conocía lo suficiente como para saber que en cualquier momento le daría un ataque de histeria en el que intentaría a toda costa evitar que su amigo hiciese ese viaje.

Cuando el taxi le llevó al lugar que sería su casa durante seis semanas, se permitió escribir un mensaje de texto a su mejor amigo.

Llegue bien, no hubo ningún problema con el vuelo y la casa es bastante acogedora. Perdón por no avisar pero no quería que enloquecieras.

Miro la hora en su reloj, eran las siete de la noche así que decidió ir a descansar directamente, luego tendría tiempo para recorrer el lugar.

Subió a la que ahora era su habitación se dedicó a desempacar, cuando su estómago rugió por comida bajo a la cocina a preparar algo de comer, encontró una nota de Simón donde le dejaba indicaciones sobre su hogar temporal, se preparó un sándwich y se fue a dormir.

Dormía tranquilamente cuando escucho la puerta principal ser abierta, todas sus alarmas se dispararon, se armó con lo único que encontró a mano, una escoba, sabía que era ridículo pero quien sabe, tal vez podía ser útil.

Todo intento de defenderse se fue al carajo cuando descubrió quien allanaba su casa, frente a sus ojos se encontraba un chico mucho más bajo que él, llevaba el cabello recogido en un moño alto que dejaba escapar algunos mechones que acariciaban el bello rostro adornado por un par de ojos color café que se ocultaban bajo unas prominentes pestañas y unas cejas que bien podía ser la envidia de cualquier chica, claro tampoco se podían ignorar la nariz fileña y la boca color rosado que justo en ese momento le parecía la boca más hermosa que hubiese visto jamás y unos cuantos lunares que hacían un gran trabajo haciendo que ese rostro pareciese toda una obra de arte esculpida por los mismos dioses. Con verdadero pesar finalizo exhaustivo análisis del rostro del chico al frente suyo para concentrarse en su cuerpo, debía aceptar que parecía un completo pervertido al observar de esa manera al bello chico.

Pero es que no era su culpa que ese niño tuviese ese cuerpo de infarto, definitivamente podría estar todo el tiempo del mundo observándolo, pero un carraspeo por parte del contrario lo saco de ensoñación, levanto la mirada avergonzado —podía asegurar que su cara debía estar roja a causa del bochornoso momento por el que acababa de pasar— para encontrarse con la mirada triunfante y casi burlesca del chico hasta ahora desconocido.

— Tú debes ser Juan Pablo —Juan Pablo quedo convencido de la que la voz del chico era como un arrullo angelical— mucho gusto yo soy Martin, soy hermano de Simón.

— Lo siento creí, que eras algún ladrón—dijo en cuanto la voz volvió a él.

— Supongo que por eso me reparaste tanto —dijo en medio de una risita burlesca.

—De verdad lo siento, perdón por incomodarte.

— ¡Y quien dijo que me incomodaste? —dijo pasando por el lado de Juan y comenzado a subir las escaleras —por cierto, esta es la casa de mis padres, pero ellos están viviendo fuera del país así que Simón y yo vivimos aquí.

— Tu hermano no me menciono nada de eso.

— Wow no puedo creer que no te mencionara a su sexi hermano.

— Ni yo —dijo el mayor en un susurro.

— Así que crees que soy sexi eh?

—Yo no dije eso.

— Sí lo dijiste.

— No voy a discutir eso, pero en serio Simón no me dijo nada de allanamientos nocturnos por parte de su sexi hermanito.

— ¡Ves acabas de admitir que soy sexi!

— ¿Y en serio tu solo escuchaste eso?

— Lo otro también, pero eso no ayuda en nada a mi ego.

— Sabes haz lo que quieras, yo me voy a dormir.

— ¿Lo que quiera? Estás seguro?

— Vete a la mierda, yo voy a dormir —no quería ser grosero, pero parecía que este chico era más insoportable que un grano en el culo.

Una sonora carcajada por parte de Martin se dejó escuchar por toda la casa obligando a Juan Pablo a refugiarse en su habitación y echarse a dormir sin saber que en Madrid el pobre Simón se estaba enfrentando a una situación muy parecida.

Esa noche  Isaza soñó con el chico de bella sonrisa. 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

Punto Y AparteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora