Aquel día

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Shinganshina, Diciembre 840

Yuuri Katsuki no podía apartar la mirada, los rápidos y gráciles movimientos que Viktor realizaba en el aire lo dejaban embelesado. El filo de sus espadas resplandecía con el sol dando la impresión de ser una especie de héroe mitológico que guiará a la humanidad a la victoria.

—¡Katsuki! Deja de estar soñando despierto y ponte a trabajar– el joven cadete dio un brinco al escuchar la voz enfadada de su superior.

—¡S-sí!– respondió colocando su mano izquierda en la espalda y la derecha en forma de puño en el pecho cerca del corazón haciendo el saludo militar con respeto.

El deseo más grande de Yuuri era poder realizar ese saludo como un orgulloso miembro de la Legión de Reconocimiento y entregar su vida por la humanidad, así como Viktor.

Desde que era niño Yuuri siempre pensó que trabajaría la tierra como el resto de su familia, hasta que oyó hablar sobre un cadete prodigio que poseía todos los récords de puntuaciones en los exámenes físicos y teóricos; sin embargo lo que lo hacía verdaderamente admirable era el hecho de que aun siendo el número uno al graduarse rechazó enlistarse en la Policía Militar, el sector más prestigioso de toda la milicia cuyos privilegios se comparaban con los de la nobleza, para unirse a la Legión de Reconocimiento, los soldados que arriesgan la vida explorando más allá de los muros.

Eso fue lo que motivó a Yuuri Katsuki para enrolarse en el ejército y aunque no calificó entre los mejores 10 de su generación seguiría los pasos de Viktor y se uniría a la Legión, la idea de luchar codo a codo con su más grande ídolo para salvar a la humanidad hacía que el corazón de Yuuri se llenara de orgullo y emoción.

—Si vas a seguir viendo a Viktor al menos disimula, no querrás que el capitán Néstor te riña de nuevo ¿cierto?– la voz de su mejor amigo sacó a Yuuri de sus pensamientos.

—¡Pichit! N..no lo estaba viendo– se apresuró a contestar con un leve rubor en las mejillas.

—Ajá– dijo el moreno con sarcasmo.

—Bu..bueno tal vez un poquito– confesó su amigo al saber que no le podía mentir a su amigo. —Es la primera vez que veo a Viktor en persona, es incluso mejor de lo que había imaginado, supera por mucho los rumores– dijo emocionado —es tan hábil y tan fuerte y…

—¿Apuesto?– completó Pichit con una sonrisa pícara en sus labios.

Yuuri tardó un par de segundos en entender las palabras de su amigo y de inmediato se sonrojó furiosamente hasta las orejas.

—¡¿Qué?! N..no, no, y..yo no veo a Viktor de esa forma– negó enérgicamente con la cabeza mientras movía exageradamente los brazos frente a él.

Pichit soltó una carcajada divertido, le gustaba avergonzar a su amigo, era tan sencillo hacer que los colores se le subieran al rostro.

—¡Titanes se aproximan desde el bosque!– se oyó a alguien gritar y todos los que estaban sobre el muro se arremolinaron lo más cerca posible para observar expectantes lo que ocurriría, era el inicio de la batalla.

Un escalofrío de miedo y emoción recorrió la espina dorsal de Yuuri, quien junto a Pichit se unió a los espectadores del primer enfrentamiento de la Legión, que salía de los muros para expandir el territorio, y aquellos que querían ver el fin de la raza humana.

Era el día de suerte de Yuuri pues su escuadrón estaba encargado de los trabajos de mantenimiento del muro en la zona de la compuerta de la ciudad y había coincidido con una de las salidas de exploración de la Legión de Reconocimiento. No sólo había podido ver a Viktor en persona sino que ahora lo vería luchar contra el mayor enemigo de la humanidad.

Titan's BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora