V. La Batalla de Trost

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Segunda Parte

Grava, tierra, agua, arcilla y otros materiales son necesarios para formar la mezcla que la Guardia utiliza para resanar los muros, dicha sustancia de espesa consistencia rellena las grietas secándose al instante. Pero una cosa es resanar y otra muy distinta cubrir un agujero de 11 metros de largo por 7 de ancho en medio de un campo de batalla.

Los soldados de la Legión habían instalado velozmente unas plataformas de madera que algunos soldados de la Guardia usaba como andamios para realizar la reparación desde la parte superior de la abertura colocando los bloques de construcción, elaborados de un material bastante ligero y resistente, que eran cubiertos por la mezcla de forma rápida y así quedaran fijos para que la gravedad no actuase en ellos mientras que otro grupo trabaja trayendo los escombros de las edificaciones cercanas para reducir el ancho de la abertura desde abajo, cuidando de dejar un espacio de alrededor de metro y medio con el fin de que los caballos del equipo de Maniobras Especiales de la Legión pudieran entrar y salir de la ciudad si así lo requerían. La labor era exhaustiva ya que tenían que colocar pieza por pieza y la obra no avanzaba lo suficientemente rápido a pesar de la llegada de más soldados de la Guardia traídos de las diferentes ciudades del sur del muro Rose por el Teniente encargado de la zona.

Ya llevaban más de tres horas trabajando y no se había cubierto ni siquiera el 40% del hoyo, Yuuri apenas podía creer que hace unas horas su mayor preocupación fuera pensar en cómo charlar con Vikor sin tartamudear y ahora la vida de decenas de soldados dependían de que tan rápido podía terminar con su labor.

—Tal vez tú y yo estábamos destinados a formar parte de la Legión ¿no crees?– dijo a modo de broma Pichit al ver el rostro afligido de su amigo. —Ya sabes, con la frecuencia con la que lidiamos con titanes– Yuuri le devolvió media sonrisa, estaba agotado pero no podía darse el lujo de flaquear ahora.

—¿Cuánto tiempo crees que la Legión pueda retener a los titanes?– preguntó su amigo en un tono más serio.

—No estoy seguro, pero confío en que nos protegerán sin importar nada. Es por eso que la única forma de devolverles el favor es apresurarnos a sellar el muro para que su sacrificio valga la pena.

—¡Capitán! ¡Malas noticias!– interrumpió Guang Hong —Los bloques están apunto de terminarse y la carreta no ha llegado con los materiales– reportó nervioso.

—¿Qué fue lo que dijiste!?– exclamó Pichit asustado —¡Sin los bloques no podemos hacer nada! ¿Por qué tardarán tanto?

—Tal vez les ocurrió algo– afirmó temeroso Yuuri leyendo el pensamiento del moreno. —Iré a hablar con el Teniente, tenemos que estar seguros antes de informar al Comandante Viktor sobre...

—¡Capitán!– volvió a ser interrumpido esta vez por Leo quien bajaba apresuradamente del muro. —¡Han penetrado el perímetro del Equipo de Maniobras Especiales! ¡Un titán de 12 metros se dirige hacía a aquí!

—¡Qué todos dejen las labores y suban al muro!– ordenó Yuuri. “¡Carajo! ¿Acaso nunca terminaremos de sellar el muro? ¿Tan mal está tener esperanza?” pensó.

Cuando todos subían con el EMT Yuuri pudo divisar a un hombre de la Guardia saliendo a toda velocidad por el agujero montado a caballo, no pudo distinguir de quién se trataba de lo único que estaba seguro era que ese hombre se dirigía hacia la muerte.

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