El dia del accidente

99 6 1
                                    


Cuando eres adolescente y haces algo de lo que te avergüenzas, tu madurez marca los dos caminos que puedes tomar. Si aún eres inmadura, seguramente intentes enterrar la cabeza bajo la almohada como si así desapareciera, como cuando eres pequeño y te escondes cerrando los ojos y crees que nadie te puede ver. La otra opción es admitir lo que has hecho y afrontar la situación.

En mi caso, si me pongo realmente nerviosa, si sé que mi conducta no ha sido adecuada, intento no pensar, mantenerme muy ocupada o, en el caso de que eso falle, dormir. Es una actitud muy poco recomendable y bastante cobarde, pero no soy perfecta ni mucho menos.

Si analizaba mi vida desde que estaba aquí, podía observar cómo todas mis convicciones estaban siendo tiradas por tierra; era amiga de mi mucama judía, había desafiado a mi futuro marido y ayudado a unos niños, y sentía algo por uno de mis enemigos.

Confieso que la mayoría de cosas que me había contado eran desconocidas para mí e increíbles, sin embargo, en ningún momento me planteé que mintiera. Conforme asimilaba todas las palabras de su historia, mi opinión con respecto al conflicto fue cambiando a pasos agigantados. Aprecié que los monstruos también estaban en mi bando, que muchos de los míos hacían cosas similares e injustificables. Mis enemigos de pronto no tenían raza, eran todas las personas capaces de cometer ese tipo de actos.

Había otras historias que sí que las había escuchado. Supongo que siempre creí que se trataba de meros rumores y eso me permitió no tener que dudar de nada. No era la única que las escuchaba.

Pero conforme nos decían que los presos tenían mucho frío, nos llegaban imágenes de éstos con abrigos.

Podríamos haber dudado de la veracidad de las fotografías, pero no dudar era más fácil.

Ahora no creía nada que no viera y comprobara con mis ojos, y me encontraba en un estado de tensión continuo; por ello tal vez había descontrolado los sueños y estos nuevos traían ilusión, esperanza y un sentimiento tan bonito que no me dejaba respirar.

Pronto fui consciente de la gran diferencia y cómo éstos sacaban mi lado más sexual. No, esos sueños no me harían caer en la miseria, en todo caso me levantarían del pozo más profundo. Si yo hiciera lo que soñaba por las noches con Jasid, mi padre cogería un arma y se volaría los sesos, de eso estaba segura.

Por otro lado, las circunstancias, no teníamos futuro. Él, un prisionero que nunca saldría; yo, una dama que le había prometido amor a otro hombre. Qué fácil sería si viviéramos en otro país, otra época, en otro mundo...

No podía estar con él. Literalmente, no lo permitía la ley. Pero... yo tenía un arma secreta y eran mis pensamientos, nadie se podía meter en ellos ni juzgarnos, podíamos ser lo felices que yo quisiera sin tener que dar explicaciones. No estaría con él por las consecuencias que acarrearía cuando volviera Volker, seguiría la lógica y me casaría con mi oficial, pero por una noche pensaba fantasear y pasarla con mi judío. Puede que fuese pecado, no lo sabía, ya me confesaría antes de morir.

Dirigir los sueños fue tan fácil que casi me da risa. Estábamos bailando, los dos vestidos perfectos... reviví todos los instantes que habían acontecido el día anterior en ese escenario inventado. El cambio llegó cuando nos miramos, la caja no se había caído, nada ni nadie nos podía interrumpir. Su mano se movía hacia mi cara y yo le correspondía con la sonrisa que sentía cuando me tocaba, mi cuerpo se estremecía libremente, sin tapujos, me apretaba más contra él para que ni una partícula pudiera pasar entre nosotros. Quería que nuestro primer beso imaginario fuera precioso, lento y eterno, por ello decidí que primero mis ojos azules y los suyos verdes se encontrarían durante un fragmento de tiempo indeterminado, deseaba ver su sonrisa juguetona antes de besarle, así que él la puso y, poco a poco, lento, nos besamos, con pasión, con amor, sin ver a nadie, sin pensar en nada, sintiendo cómo por fin nuestros labios se juntaban y nada ni nadie nos separaría...

Corazones en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora