2.

641 68 1
                                    

»Fue mi culpa«

Su teléfono vibró desesperado en la mesita de noche junto a la cama y sin mirar a la pantalla contestó

—¿Mina? —la voz preocupada de Jihyo sonó a travez del aparato, ni siquiera respondió, fue solo un suspiro —Dios... Mina ¿donde estas? Te he buscado durante todo el día, estoy preocupada...

—Estoy bien. —alcanzó a articular con molestia la joven japonesa

Un suspiro se escuchó del lado de la coreana, como si se preparara para contar algo —Yo... Mina... Yo supe lo de Nayeon, es decir... Fue imposible no saberlo, está en todas partes. Estoy preocupada, imagino lo duro que está siendo todo esto para ti.

—No tienes idea —murmuró mientras la voz se le rompía y las lágrimas volvían con rapidez a sus ojos, colgó el teléfono y lo desconecto, dejando a su amiga aún más preocupada.

Miró a su alrededor, su pequeño hotel en medio de aquella carretera había significado durante años un sueño, una meta, ahora, era sólo un refugio de su nueva realidad.

»Porque puedo recordar que dijiste, que era fácil encontrar otra para tu cama«

Los recuerdos la golpearon con la misma fuerza como si hubiese sido arrollada por un camión.

Los gritos y palabras crueles se colaron en su cerebro de forma brutal logrando que su corazón doliera de forma excesiva.

—¡Basta! —le había gritado con fuerza —¡¿Por qué siempre encuentras razones para dudar de mi?!

Nayeon le regaló una feroz mirada que le congeló la sangre —¡Porque no me das motivos para confiar! ¡Porque tienes que ir por la vida coqueteando con todo el que se te cruza!

Aquello le dolió en lo más profundo

—Nayeon...

—¡Te conozco mina! ¡Se la clase de persona que eres! ¡Si te comportas de esa forma sobria, imagínate como serás ebria!

La ira recorrió con fuerza el cuerpo de la japonesa, se sentía herida

—¡¿De que demonios hablas?! ¡Jamás en la vida te he traicionado y ten por suguro que no lo haría! —La coreana la miro elevando una ceja totalmente enfurecida —lo siento, no puedo estar con alguien que ni siquiera cree en mi...

—¡Bien! ¡Vete! —escupió la mayor —¡al fin y al cabo no es algo difícil encontrar otra puta para mí cama!

Y aquello la mató por dentro.

Hotel Ceiling. [Minayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora