Al igual que todos los miércoles a las seis y media de la mañana, la estridente alarma de su móvil sonó, avisando que era hora de levantarse. A pesar de la tonalidad alegre que poseía la canción, la música no hacía más que irritarlo cada vez que la oía y, agradecía enormemente, haberle hecho caso a su sabia novia sobre no poner su canción favorita como despertador, porque era más que seguro, que a los cuatro días terminaría odiándola.
Su largo brazo salió de entre las sabanas y su mano, tanteo el velador de madera junto a su lado de la cama en busca del chillón objeto. Lo apagó con rapidez, sin haber despertado del todo aún. No quería que el molesto sonido terminara despertando a Lia, su novia desde hace tres años, quien estos últimos días había estado enferma y con suerte era capaz de descansar un par de horas.
Con un pequeño bostezo se ganó de espaldas y con los ojos entrecerrados, observó la figura de Lia a su lado, dándole la espalda. Un gran alivio y satisfacción lo invadió al notar que ella, no se despertó y, cuidando de no hacer mucho escándalo, se levantó de la cama para dirigirse al cuarto de baño y darse una fría ducha que lo ayudara a despabilar un poco.
Se vistió con algo cómodo pero sin abandonar su estilo y se dirigió a la cocina para desayunar viendo las noticias matutinas. Percibió un olor asqueroso, como a descomposición que le revolvió las entrañas y, luego de abrir la ventana de la cocina para que el lugar se ventilara, comenzó a buscar dentro del frigorífico aquel alimento que creaba tan vomito olor y que al parecer, empezaba a atraer a algunas moscas.
— Hay que limpiar ésta cosa — Susurró, sacando una lechuga que se encontraba al fondo y que estaba repleta de hongos.
A las siete y cuarto, se terminó de arreglar y fue a su habitación por su bolso. Tras tomar su mochila y asegurarse que todo lo que necesitaba se encontraba en el interior, se acercó a su novia y se agachó un poco.
— Nos vemos en unas horas — le susurró, cobijándola con una dulce sonrisa tirando de las comisuras de sus delgados labios color rosa pálido.
Abandonó la habitación, cerrando la puerta de tras de sí mismo con lentitud y volvió a la cocina para dejar una nota en la pequeña pizarra pegada en el refrigerador, la cual, Lia compró con la esperanza de que los ayudara a ser más ordenados con respecto a las compras de comestibles.
YuGyeom admitía que fue una buena idea.
<< Aunque ella siempre tiene buenas ideas. >>
Con una letra envidiable, escribió con lentitud en una de las esquinas de la pizarra, procurando que fuera lo suficientemente grande como para que no pasara desapercibido.
"Me fui a la universidad. Hay café hecho para que bebas y te dejé el último trozo de pizza de anoche. Procura descansar y nos vemos cuando regrese. Te amo, princesa."
Después de eso, abandonó su hogar en dirección a la universidad SeokYeong, realizando el mismo camino de todos los días de semana mientras escuchaba la play list que Lia le había hecho especialmente para él, gesto que le pareció increíblemente tierno de su parte.
Llegó al edificio de artes con diez minutos de adelanto y esperando en uno de los asientos de plástico frente al salón 508, se encontró con uno de sus mejores amigos, Park JinYoung. El chico, de cabello castaño y suave mirada, se encontraba muy concentrado en el grueso libro de color verde que se hallaba entre sus grandes y pálidas manos, sumido en su propia lectura e ignorando al resto del mundo con un talento envidiable.
— ¡Hyung! — saludó, dejándose caer en el asiento contiguo con una boyante sonrisa que fue correspondida por el chico.
— Llegaste temprano, Gyeomie. — observó con una fingida expresión de asombro el muchacho, consiguiendo que el menor riera avergonzado y lo empujara, logrando tambalearlo.
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BREATHE » KIM YUGYEOM ✔
Fanfiction"La locura es, muchas veces, la mejor medicina para afrontar la cruel realidad. " [Portada hecha por la hermosa @Haruyh ♡] ∅ No copias ni adaptaciones. ✔Heterosexual. ✔ Terminada.