0. Esta vez era diferente.

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-Esto estará listo en unas horas. ¿Oíste Drei? Programa alarma especial para las 8:30 pm.- Dijo el chico a su pequeño dron, que volaba sobre su mesa de esquina a esquina para pasarle los metales recién sacados de la impresora con nanorobots.
-Programando alarma para las 8:30 pm de hoy.¿Qué titulo deseas, Paolo?- Preguntó enfocando su visión en él, diagnosticándolo discretamente- Tus ojeras sobresalen, Paolo, necesitas descansar o no tendrás energía para más tarde.

-En cuanto termine de colocar estas piezas dormiré. ¿Drei, cuánto es lo mínimo para estar completamente despierto?- Dijo examinado las piezas que le traía.

-4 horas para recuperación total.

-¿Lo vez? Estaré listo. Todo está en su lugar.- El chico hizo una pausa y soltó lo que tenía en las manos con cuidado.-Al fin entraré al Rascacielos... Drei, al fin podré saber en dónde están mis padres. Bien... el título de la alarma será "Rescate en el rascacielos central. Nada puede detenerte".- Dijo, levantando la cabeza un segundo y con esperanza en los ojos, miraba la fotografía de holograma de su familia en su pared gris. La entrada de la luz del sol por su pequeña ventana hacía que sus mechones rojizos lucieran como cobre.

-Alarma programada...- El dron hizo una pausa, y volvió a enfocar su visión en Paolo.- Paolo, vuelvo a repetirte que esta situación va a traerte muchos problemas si sale mal. Todo va a cambiar, hagas lo que hagas. Es arriesgado.- Estas últimas frases le resonaron al chico en sus oídos.

- Si puedo volver a verlos, todo esto valdrá la pena... Después haré los exámenes de nuevo, sin fallos, y así podré pedir trabajo en el Rascacielos del Este... les daré una vida digna, ya no tendrán que estar lejos de mí... nadie tiene por qué enterarse de esto.- Decía, más a sí mismo que a Drei.- No hay tiempo que perder... ¡Ya está!

Paolo había terminado la última pieza y examinó su arma detenidamente, un pequeño trozo de metal que a simple vista no causaba mucha impresión, pero al dibujar un patrón que solo se activaba con sus huellas dactilares lanzaba una diminuta bolita de metal. Cuidadosamente programada para dar un corto circuito hasta al más avanzado sistema.

-Debemos darle un nombre, Drei... ¿qué te parece...?- Miró a su alrededor buscando inspiración para el nombre, pero sólo veía sus paredes grises.- Gris...

- ¿Gris? Pero así se llaman todos tus inventos.

- Sí... Bueno, este será Gris 39.

Contempló su creación como si hubiera sido la primera que había hecho, sabiendo que podía ser la última si el plan no salía bien. Sin embargo, el valor lo cegaba y pensaba más en lo que pasaría si todo salía bien... Así que decidió dormir de una vez, para no tener nada de qué preocuparse después. Todo estaba en su lugar.
Se levantó de su afelpado sillón magnético, con colores grisáceos y opacos, y se dirigió a una esquina, en donde al desnudar sus pies se activaban los mecanismos dentro de la pared, para finalmente sacar lentamente una estructura de hierro con un colchón negro y grueso encima, justo en frente de él. Solo tuvo que dar un paso y sentarse en la cama para sentir los párpados increíblemente pesados. Ya estaba dormido cuando se tumbó de espaldas.

Paolo se encontraba dentro de una burbuja, como en todos sus sueños anteriores, con la misma ropa plateada y ligeramente ajustada, sin embargo, el escenario a su alrededor había cambiado. Normalmente yacía en aquella burbuja observando y sintiendo su limitado espacio durante breves momentos, una y otra vez hasta que despertaba. Era por eso que no le agradaba dormir. Sabía que haría lo mismo todo el tiempo. -Pero debía hacerlo, para cumplir con éxito sus planes sobre sus padres, claro está.- Esta vez era diferente... La blanca y vacía habitación que antes parecía infinita ahora tenía algo que interrumpía la visión. De reojo notó que era un humano. Tenía la forma de una persona pero cuando la volteó a ver la burbuja se había tornado borrosa -si no es que siempre lo fue- y no podía ver más que su silueta acercándose. Al no poder moverse se limitó a observar como esa pequeña mancha se iba haciendo más grande, hasta que la mancha borrosa se detuvo frente a los límites de la burbuja en la que se encontraba. Paolo percibió los latidos de un corazón... No sabía si de él o de la persona borrosa de enfrente.

De pronto la mano de la persona se iba posando lentamente en la burbuja, y él se sobresaltó al ver que su mano iba traspasando y rasgando la burbuja. Su respiración se aceleró. Su brazo ya estaba dentro de ese espacio que pensaba era irrompible y Paolo cayó al suelo de su ya levemente dañada burbuja. Alcanzó a observar que en la pequeña rasgadura que aquel brazo, aún en movimiento a su dirección, no se veía una habitación blanca, como él creía que era todo a su alrededor... era negro, completamente obscuro, pero habían más objetos, a lo lejos, cosas grandes, pequeñas, brillantes. Todo lo que no existía en su burbuja. En su asombro, el brazo pudo alcanzar su cabeza, tocando su frente con cuidado. y el sentimiento volvió. Se podía observar en sus ojos una inconformidad inexplicable, además de que su cuerpo temblaba sin control. Esa era una sensación que no había sentido desde que vio a esas personas llevarse a sus padres. En ese momento una voz suave y masculina comenzó a escucharse, haciendo eco en todo el lugar.
Una voz muy familiar...
- Son las 8:30, Rescate en el rascacielos central. Nada puede detenerte.

Los viajes de PaoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora