Capítulo 1: Primer café. ♡

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Fría, así era aquella noche. Una noche perfecta para tomar un buen café y que mejor que en una de las mejores cafeterías de Japón: CoffeeS. Donde aparte de servir una gran variedad de postres y bebidas sus meseros y meseras eran alegres, amables y hermosos, como si fueran mismos ángeles.

— Realmente no entiendo porque me hicieron manejar tanto solo por una simple taza de café... —se quejaba aquél hombre de piel morena cuya belleza era mucho más que obvia, cada facción de él era más que hermosa y por eso mismo era tan egocéntrico y arrogante.
— ¿Nunca has venido aquí Jean? El café es realmente bueno, además uno de los meseros es tan hermoso... —suspiró el menor mientras abría la puerta de la cafetería.
— Así es, los meseros son muy guapos aunque ninguno se compara a mi JJ –dijo la acompañante del mayor, con una voz muy chillona intentando ser 'linda' al mismo tiempo que se aferraba al brazo del pelinegro.
— Eish... dense prisa... —de mala gana el mayor entró al establecimiento buscando de inmediato una mesa libre.

Encontraron una junto al enorme ventanal y tomaron asiento, en efecto, aquel lugar resultaba muy cómodo, un lugar cálido con un delicioso aroma a café y dulce aunque no llegaba a ser empalagoso.

— Bienvenidos a CoffeeS, mi nombre es Victor ¿Qué desean ordenar? –llegó el alto chico de cabellos plateados sosteniendo un cuadernillo donde solía anotar las órdenes.
— Para mí un capuchino por favor... Jean, Isabella, ¿ustedes que van a pedir?
— ¿Qué me recomiendas... Victor? —sonrió al mesero sin darse cuenta que se acercaba cada vez más a él, era lógico, el muchacho era muy atractivo, siendo lindo y sexy a la vez. No podía evitar verlo de aquella manera aunque su novio estuviera ahí.
— Todo lo que servimos aquí es muy recomendable señorita. —se limitaba a sonreír dulcemente ya que no era extraño que las clientas se comportaran así con él. – Nuestro barista tiene unas manos literalmente bendecidas. —respondió con total seguridad, ignorando por completo el coqueteo que la ojiazul le dedicaba.
La expresión del joven era más que obvia, cosa que le molestó un poco a la chica. — Bien... quiero café con crema solamente. ¿Y tú, mi amor? —

Jean había notado la reacción de ella, cosa que lo tenía sin cuidado puesto que para él ella era solo un juego que jamás había tomado en serio. — Solo quiero café negro.
— Perfecto, en un momento está lista su orden. —hizo una reverencia y se dirigió a la cocina.
— Bebé, iré al tocador, en un momento vengo... no me extrañes~ —dio un beso en la mejilla del mayor y salió directo al tocador, éste solo asintió, girando los ojos totalmente harto.
— Oh Tasya... ten cuidado al estar jugando por aquí. –el mesero de cabellos plateados sonrió al encontrarse en el camino a la pequeña adoración del lugar, tanto de los trabajadores como de los mismos clientes que la aman, y es que no era para menos, su "padre" era el que preparaba todos los alimentos en aquel lugar y la pequeña había heredado eso de él: la manera de ganarse el corazón de todos.
— Sí, tío Viktor. –la pequeña sonrió con un juguito de caja en la mano derecha mientras caminaba hacía el baño.

— Cada día me desespera más, Leo... tengo que terminar pronto con ella —dijo Jean esperando que su novia desapareciera por completo de su vista.
— Es tu culpa, Leroy, es con la tercera que terminas este mes, tienes casi 20 años, a esa edad tu papá ya se había casado... —observó con preocupación a su mayor. —Realmente tengo curiosidad por ver quién será la mujer con la que pases el resto de tu vida. —rió por lo bajo al decir eso.
— Cállate, no quiero casarme, sabes que no creo en esas cursilerías... -si las miradas matasen él habría matado en aquel instante a su menor.

Pronto comenzaron a hablar de otras cosas hasta que algo perturbó su amena charla.

— ¡MOCOSA ESTÚPIDA! –aquella que gritaba no era otra más que la novia de Jean que salía del tocador. Había tropezado con Tasya ocasionando que ésta derramara su bebida encima de su vestido. — ¿¡Cómo permiten que haya niños aquí!? Eish... —miraba con odio a la pequeña que había terminado en el suelo a causa del encuentro.
— Cálmate Isabella, solo es jugo y ya. –era Jean que de inmediato se puso de pie para llegar con ambas.
— ¡Tasya! –Viktor corrió hacia la pequeña. — ¿Estás bien? —la levantó del suelo limpiando su ropa y revisándola de pies a cabeza.
— Sí, tío... disculpe señorita... realmente no fue mi intención... —dijo mientras limpiaba sus rodillas raspadas para después inclinarse ante la mayor.
— ¿Dónde está la madre de ésta tonta? –exclamó. — ¡Este vestido es carísimo!
El mesero fue rápidamente a llamar al padre de la pequeña explicándole brevemente lo que había ocurrido.

— No se preocupe, se lo pagaré, pero no tiene derecho a gritarle de esa manera a una niña de 4 años —dijo un chico de no más de 20 años que salía de la cocina, parecía un ángel; cabellos dorados, piel blanca de porcelana y un bello cuerpo, cara angelical y unos ojos encantadores.

Al instante en que aquel hombre salió Jean quedó impresionado por su belleza, cosa que era realmente imposible, para él no existía hombre ni mujer más bello que él, él no se parecía en nada a ninguna de las mujeres con las que había salido antes, no, él era mucho más hermoso que todas ellas. Tal vez a eso se le conocía como 'amor a primera vista'. Tanto había sido su interés por él que no notaba que su novia y el "ángel", como lo había bautizado, habían comenzado a subir el tono de la discusión.

— ¿¡Jean Jacques Leroy no piensas decir nada!? —buscaba apoyo en su novio ya que sabía que a éste le disgustaban tanto los niños como a ella.
— Sí... claro que diré algo... terminamos. No quiero por novia a una loca como tú que sea tan insensible como para gritarle a una pequeña tan linda. —aquello no podía venir de los labios de Leroy, en su momento él dijo que era mil veces mejor tener gatos que niños. Pero al parecer el 'ángel' le había hecho cambiar de opinión de un momento a otro.
— No estás hablando en serio ¿verdad? —su voz se volvió más chillona de lo normal y su rostro enrojeció, totalmente enfurecida.
— Ya vete, Isabella. —sí, el mayor estaba hablando muy en serio.
— ¡Realmente...! –La mujer estaba tan roja y colérica, lo único que pudo hacer fue irse, no sin antes azotar muy fuerte la puerta de la entrada.
— ¿Le hicieron algo a nuestra bebé? —aquel era Christophe Giacometti, dueño de esa famosa cafetería, un joven y extravagante empresario que había comenzado con ese lugar por hobbie pero pronto todos los que laboraban ahí se volvieron como parte de su familia.

Desde su despacho había escuchado la pelea y salió a ver qué ocurría.

- Chris... perdona, Tasya se había aburrido de estar en la cocina... —el rubio bajó la mirada muy apenado. —Prometo que no volverá a suceder —hizo una gran reverencia frente a su jefe.
— Hey, sabes que nuestra hermosa Tasya puede andar por donde quiera. Los clientes también vienen por ella... –rió alto. —Gracias por defenderla, chico... —observó a Jean, mirándolo como si viera en su cara su nombre.
— ¡Ah! Jean, me llamo Jean Jacques Leroy. –hizo una reverencia al decirlo.
— Mucho gusto, soy Christophe Giacometti pero puedes llamarme solo Chris, soy el dueño de la cafetería. Fuiste muy amable. –sonrió agradeciendo el gesto del moreno.
— No hay problema, no es justo que le hablara así a la pequeña –se dirigió a Tasya. —No fue tu culpa ¿verdad? –le dijo poniéndose en cuclillas para alcanzarle a ver la cara mientras la despeinaba con cariño.
— No... en verdad fue sin querer... —la pequeña tenía rojos los ojos, quería llorar pero sabía que eso le traería más problemas a su papá así que se contuvo. Al notar aquello, el mayor la tomó en brazos, aquella pequeña le inspiraba demasiada ternura... y ni que decir del papá de ésta.
— Venga, Jean, pide lo que quieras, cortesía de la casa.–rió el alto y rubio chico para después acompañarle a su mesa donde se encontraba su amigo Leo esperando.
— Pensé que se te caería la saliva a ver su padre –rió alto al mirar a su amigo mientras éste se sentaba sin soltar a Tasya.
— Cállate –ordenó riendo algo sonrojado.

Continuó la noche hasta que era casi la hora de cerrar, era la primera vez que Jean se la pasaba tan bien, aunque la mayor parte del tiempo su 'ángel' lo pasó dentro de la cocina él estaba feliz por estar con la pequeña, su amigo ya se había retirado pues el día siguiente era laboral y no podía darse el lujo de desvelarse, al contrario de Jean... ventajas de ser el jefe. Tasya ya estaba profundamente dormida mientras él tomaba un poco de alcohol con Chris, del que en pocas horas ya se había hecho muy amigo.

— ¿Falta mucho para que salga? –Jean miró hacía la cocina mientras le hablaba a Chris.
— No, en media hora más sale ¿por qué? ¿quieres llevarlo a casa? –rió por lo bajo mientras daba un sorbo a su bebida. Era obvio el interés que sentía por el precioso chico.
— ¿Qué dices? Tsk... —dio un sorbo a su vaso. —Solo tenía curiosidad...
— De una vez te lo digo, él es un chico muy difícil, la mayoría de los trabajadores de aquí se le han declarado y a cada uno lo ha rechazado. —explicó divertido hasta que una delgada silueta llamó su atención. —Oh... ahí estás. –miró al bonito chico que salía de la cocina con unas bolsas de basura. —¿Has terminado ya? –el joven solo asintió. — Bien, solo saca la basura, por favor. —sonrió mientras observaba al chico que salía por la puerta de atrás.

— ¿Por cierto como se llam...? –antes de que pudiera terminar la pregunta algo lo interrumpió, un grito seguido de varios ruidos provenientes de la parte trasera de la cafetería. En aquél momento Jean solo pudo pensar en una cosa: PROTEGER AL CHICO QUE LE HABÍA ROBADO EL CORAZÓN.

Coffee Love    ʃ   Pliroy ♡Where stories live. Discover now