Era un día realmente espléndido, el sol brillaba como en todo cuento de hadas junto al cantar de las aves que solo un niño que fuera realmente observador notaría, siendo este el caso del pequeño Kim Seokjin, hijo único y futuro heredero de la fortuna de su padre se encontraba en el patio trasero de su gran casa, más que una casa aquello lucía como un palacio digno de una familia real. Ensuciaba su lindo trajecito gris a la medida en la tierra mientras intentaba plantar una grajea de frijol, ya que la ama de llaves le había contado que de esta podría crecer una planta con la cual llegar al cielo.
—¡Seokjin! ¡Seokjin!—escucho a la mujer llamarle desde adentro; se levantó sacudiéndose rápidamente intentando que no se notara lo sucio que estaba. Tallo su frente sudorosa con una de sus pequeñas manos ensuciandose el rostro sin darse cuenta y dejándose el cabello como un manojo de paja. Corrió entusiasmado, quería contarle a la mujer que su frijol ya estaba plantado, que lo regaría con esmero para poder subir hasta el cielo como ella se lo había prometido.
Entró por la puerta doble, empujándola con ambas manos ya que el vidrio era bastante pesado.—¿Sí?—respondió en voz alta, entrando a la casa en pequeños saltitos con una sonrisa merecedora de una foto; la mujer estaba cabizbaja, el niño la miró desconcertado.—¿Nana?—intento llamar su atención mientras bajaba la velocidad de sus saltos y comenzado a caminar de manera sigilosa, era su padre.
El hombre estaba llamándole la atención de manera fuerte, exigiéndole tener más cuidado con Seokjin.
—¿¡Cuántas veces te he dicho que no le metas cosas en la cabeza!?—vociferó el bien parecido hombre, su cabello castaño que al parecer solo unos cuantos segundos atrás se encontraba perfectamente peinado hacia el costado izquierdo ahora era un desastre por la fuerza con la que apretaba y zangoloteaba a la pobre mujer.
—Señor...—murmuró con voz temblorosa; el hombre alzó su mano de manera furtiva amenazando con voltearle el rostro de una bofetada.
Los ojos del pequeño pelinegro se llenaron de lágrimas y su mirada no transmitía nada más que angustia y terror.—¡No!—interrumpió con la voz rota, tomando al hombre por el saco, jalandolo hacia abajo.—¡No lo hagas, no lo hagas!—lloriqueaba mientras intentaba alejar al hombre de su nana.
—¡Seokjin, no!—Le pidió en un ruego la pobre; el llanto se detuvo, fue el menor quien recibió aquella bofetada llena de furia, el pequeño terminó en el frío suelo de mármol intentando contener el llanto.
—Mira en lo que lo haz convertido.—rechisto su padre mirando al pequeño Seokjin ponerse de pie mientras su mano descansaba en su propia mejilla la cual estaba roja e incluso con un poco de sangre.—Es tan débil.—escupió, alisando su saco por la parte inferior donde el menor lo había jalado anteriormente. Camino a paso lento a la salida de la habitación, la nana no tardó en acercarse a Seokjin protegiéndole entre sus brazos; el señor Kim les miro de reojo haciendo una mueca de disgusto.
La mujer comenzó a intentar tranquilizar al menor, acariciando su cabello y murmurandole que todo estaría bien, que su padre se iría pronto y que él podría cuidar del jardín lo que restaba del día.
Al escuchar aquello el señor Kim nego aún dándoles la espalda.—¿Acaso piensas criar a mi hijo?—la cuestionó, la mujer se levantó del suelo, colocando al menor detrás suyo para protegerlo; el hombre en cuestión se giro, mirándole a los ojos al sentir los movimientos detrás.
—Señor, con el respeto que usted se merece, preferiría ponerme ante usted antes de que vuelva a tocar a este niño.—le enfrento.
—¿Te haz escuchado?—rió de manera sarcástica, acercándose, haciendo que Seokjin se aferrara aún más al delantal de la mujer frente a él.—¡Él, es mi hijo, mi sangre, y el único heredero de todo esto; No voy a dejar mi dinastía a manos de un jodido soñador que aún tiene fe en esta vida de mierda!—le grito con furia, tomando al pequeño por la muñeca con violencia y alejándolo con agresividad de la protección ajena.
—¡Nana!—lloriqueo el menor, intentando soltarse del fuerte agarre de su padre. El señor Kim lo jaloneo un poco, haciendo que lo mirara a los ojos.
—¡Escúchame!—exigió el hombre, tomando el pequeño rostro de su hijo con una de sus manos, haciendo que lo mirara a los ojos.—¡No pasarás ni un minuto más al cuidado de esta campesina! ¡Te convertiré en un hombre!—Seokjin se negó, las lágrimas caían por sus mejillas una tras otra sin parar, la mujer intentó acercarse pero el hombre el cual ardía en furia se lo negó, advirtiéndole que no saldría de esa sí se entrometia. La nana de Seokjin cubrió su boca con ambas manos al ver como su pequeño era arrastrado fuera de la cocina contra su voluntad, sus ojos se llenaron de lágrimas y angustiada salió detrás de ambos.
—¡Detengase!—pidió entre llantos, mientras Seokjin se removía en el suelo para safarse.
El hombre le empujo por la puerta principal, cerrandola detrás suyo para evitar que el menor entrara de nuevo; lo llevo hasta su auto, el cual esperaba por él en el umbral.
—¿Señor?—el chófer confundido ante el caótico llanto del menor y la furia que el señor Kim emanaba solo necesito una mirada para entender su petición; abrió la puerta para ambos y sintiendo como el corazón se le partía en mil pedazos a causa del fuerte llanto del infante, bajo la mirada y se mantuvo callado, su trabajo no era entrometerse ni mucho menos aconsejarle a su jefe como se debía criar a un niño. Entro de nueva cuenta al lugar del piloto y emprendió camino al lugar que a su parecer era la peor decisión que el señor Kim podía tomar.
Internado Abraxas
Número de ingreso: 08673.
Nombre completo: KIM SEOKJIN.
Edad: 8 AÑOS.
Estancia: INDEFINIDA / MAYORÍA DE EDAD.
Enfermedades: NINGUNA.
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Internado Abraxas
FanficEntre el cielo y el infierno, entre la vida y la muerte, entre lo bueno y lo malo se encuentra Abraxas; el velador de la noche, el guardián de las siete almas y el único que impide la corrupción de estas. © IsTheEvil