La mano de la princesa

1

—No puedo creer que de verdad vayas a hacerlo. ¿Lo has pensado bien?

Max miró a su hermano con una sonrisa y se estiró hacia atrás en el sillón del living de su casa. Estaban solos, sus padres y su hermana ya se habían acostado a dormir y él había detenido a John porque quería contarle su plan. Era su hermano mayor y a pesar de las diferencias que podrían haber llegado a tener alguna vez, eran mejores amigos.

Además, quería ver su cara cuando se lo dijera. Esa misma expresión que tenía ahora mientras se llevaba la botella de cerveza a la boca.

—Bastante bien. Hace un año que vengo pensando en eso. Ahora creo que es el momento justo, me ascendieron y puedo regresar a vivir a la ciudad.

—Sí, pero... Sigo pensando que es muy pronto. Son tan jóvenes, Max... Tienes tanto por hacer todavía, como bien lo has dicho, te acaban de promover y tienes tanto por delante. Tal vez si esperas unos años más... Terminan de conocerse...

—Ya han pasado seis años, no quiero esperar más. Y la conozco lo suficiente para saber que quiero pasar el resto de mi vida con ella.

John soltó un bufido y miró el techo. —Estas decidido hermanito, ¿eh? Bueno, sabes que siempre tendrás todo mi apoyo. ¿Has hablado con el rey?

—Le pedí una audiencia mañana. Charlotte tiene una reunión con los restauradores del museo. No sé si Su Majestad sabe lo que voy a pedirle. Lo hablé con la reina primero, pero le pedí que no le contara nada.

—¿Por qué no? Una ayuda no te vendría nada mal.

Max sonrió. También lo había pensado, pero luego se había dicho a sí mismo que no sería el hombre que Charlotte quería si necesitaba ayuda para pedirle su mano al rey.

—Confío en que puedo hacerlo solo.

John asintió y le dio una palmada en la espalda estirándose desde su sofá al lado del de él. —¿Ya compraste el anillo?

—Tengo el anillo —dijo, porque decir que lo había comprado no sería del todo cierto. Hacía ya algo más de cinco años, había viajado a Australia con Charlotte para visitar a su abuela, la reina viuda y esta le había dado un anillo a escondidas de Charlotte.

Le había dicho que era para cuando decidiera dar el gran paso, aunque esperaba que no fuese demasiado pronto, pero sabía que él era el indicado para su nieta.

Max se había sorprendido, tener el apoyo de Arlet significaba mucho, especialmente para Charlotte, y por ende, también para él.

No sabía mucho del origen de la joya, pero por alguna razón intuía que no era el que había usado para su compromiso con el rey Ewen. También se había preguntado por qué se lo había dado en ese momento, solo cuando llevaba unos pocos meses saliendo con la princesa. Más tarde se había enterado que Arlet estaba enferma y que ese día, había creído que sería la última vez que los vería.

Afortunadamente, un par de meses después Geraldine le había donado un riñón a su abuela y hoy, cinco años más tarde, la reina viuda seguía con vida y feliz al lado de su gran amor, en Australia.

—Bueno... —comentó John levantándose del sofá y dándole una palmada en la espalda—. Aunque signifique que esa bruja será parte de nuestra familia, estoy feliz por ti.

Maximillian también se puso de pie. —A pesar de lo mucho que finjan odiarse, yo sé que te has encariñado con ella. Lo mismo le pasa a Charlotte, pero sé que te quiere.

—¿Estás seguro? Por cómo ama torturarme, yo no diría lo mismo —respondió John alzando las cejas y Max se rio mientras negaba con la cabeza.

Char y John había peleado por tanto tiempo, que ya no conocían otra forma de tratarse, pero él sabía que con el pasar del tiempo John había aceptado que ella lo quería honestamente y que no jugaba con él como había creído en un principio.

Él y Charlie eran de los pocos afortunados de haber encontrado a su alma gemela en el mundo. Y por eso, Max estaba agradecido. Ahora tenía que poner de su parte y animarse a dar el paso que le correspondía en la relación.

Iba a pedirle que se casara con él, que se convirtiera en su esposa.

Mañana nuevo capítulo.

Es una historia corta que no tendrá más de 3 o 4 capis.

El de abajo es John ♥-♥