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❝Capítulo 00: Nacimiento❞

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Jung Hoseok terminaba de succionar la última gota de su víctima nocturna del día de hoy. Saboreó el líquido carmesí en sus labios, sintiendo el adictivo placer de la sangre en su boca y en un rápido movimiento le trituró la garganta, dejando irreconocible para cualquiera sobre si su atacante era un vampiro o un psicópata común. Aunque claro, Hoseok sabía que actuaba como ambos.  

—Te lo merecías de todas formas, escoria —le susurró con desdén al cuerpo inerte del hombre treintañero—. Personas como tú no merecen estar vivas.

Y en efecto, Hoseok no sentía ni el menor remordimiento por acabar con la vida de un potencial violador y acosador de jovencitas, es más, Hoseok se sentía como un héroe al desaparecer de la faz de la tierra basura como aquella.

Con una expresión estoica dejó atrás el cadáver destrozado y siguió su camino.

Aspiró el olor natural de la noche solitaria, una pizca del humo de los automóviles mezclado con el humo de cigarro y alcohol, siendo corrompido por el nauseabundo hedor de la basura cerca del callejón dónde había asesinado a aquel hombre.

Las escasas luces alumbraban el pavimento por donde caminaba, le causaba una gran tranquilidad pasar por aquellas zonas a altas horas de la noche. Sonrió con diversión ante un pensamiento fugaz que se le vino a la cabeza: pobre del ladrón que intentara atacarlo.

Las ventajas de ser un vampiro eran increíbles.

Comenzó a tararear una canción distraídamente y metió ambas manos a los bolsillos de su chaqueta. Quería caminar un poco más antes de regresar a su escondite.

De repente, sus pasos retumbaron alrededor de toda la cuadra o al menos Hoseok los oía así. Sus sentidos se agudizaban sin razón alguna. Se detuvo extrañado, dejó de tararear, el aroma y hedor anterior se hicieron más fuertes hasta perforar su olfato. Su vista comenzó a desvariar y su tacto tampoco lo sentía igual.

Veía rojo.

Caminaba como si estuviera ebrio, su sombra misma bailaba en la acera y con un gran esfuerzo alzó la vista comprobando que no se estaba volviendo loco, pues la luna se había coloreado de un carmín.

—Oh mierda... No puede ser posible —masculló incrédulo.

La luna roja, el relato del cual siempre le había oído hablar a Min Yoongi. El mayor punto de inflexión para un vampiro. Se rumoreaba que, si uno la veía, se debilitaría automáticamente ante lo poderosa que era. Y Hoseok mismo la estaba presenciando.

Temió morir. La luna le reclamaba por todos sus pecados al matar almas inocentes, o bueno, personas en general. Hoseok nunca marcaba una gran diferencia entre las personas que asesinaba, siempre eran seres crueles a quienes les arrancaba la vida, le hacía un favor al mundo al desaparecerlos, la luna roja no podía ser ciega ante su intento de ayuda.

Y de repente, el color rojizo se desvaneció de ella. Hoseok cayó al piso rendido, sudando frío.

Regularizó su respiración y se preguntó si no había sido el único en caer ante el poder de lo que él creía un simple relato. Se paró con las piernas flaqueándole e intentó que sus alas de demonio brotasen de su cuerpo tembleque, pero su cuerpo se negaba a la transformación, por lo que decidió no exigirise.

El Hijo de la Luna Roja [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora