Después de otros pequeños y simples detalles que le daba en el colegio volvimos a hablar en persona, me sentía nervioso, hablamos de los errores que habia cometido, estaba desesperado, a punto de llorar, mis piernas, mis brazos y todo mi cuerpo temblaba al ritmo del latido de mi corazón, mi lengua se sentía atrofiada, no lograba decir las palabras completas ni vocalizar de la forma correcta, no lograba mirar un punto fijo, mis ojos estaban locos no sabia que hacer miraba hacia todos lados buscando una respuesta de que hacer; afortunadamente antes de volver a hablar con ella se me habia ocurrido un plan, habia arrancado algunas bellas flores, una de ellas se daño ya que la tenia guardada en el bolsillo y en los descansos me dedique a jugar futbol, la otra la habia dejado en la maleta por si alguna cosa pasaba, en un momento le dije a ella: "tengo una sorpresa para ti" ella hizo sus ojos de no tenias que hacerlo pero igual lo quiero, tenía que hacer que la conversación fluyera así que decidí no entregar mi humilde detalle en ese instante. Intente hacer una especie de juego en el cual ella tendría que adivinar que era el detalle, ella comenzó a hacer preguntas para hacerse una idea de que rayos era, me decía: "¿se puede comer?¿se puede romper?¿de que color es? ¿que tan grande es?". Le dije que le daría una pista (se me acababa de ocurrir una idea genial y tan rápido se me ocurrió se la dije) mi pista era: "es como tú... Hermosa" ella hizo una risa de pena y alegría mientras me decía que era un bobo, decidí decirle tambien su color. Después de muchos intentos sin lograr adivinar le entregue aquella flor. Su cara era indescriptible ni ella ni yo sabíamos que pensar. Ella solo agradeció por el diminuto detalle que le habia entregado.