Los Soldaditos de Barro

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Cuenta una antigua historia, que antes que las estrellas brillarán en los cielos y que el Universo fuera vasto y oscuro, existío un Escultor que vivió en una isla en la que todo era perfecto.

Allí la tierra era completamente plana, todos los árboles tenían una misma altura, las frutas permanecían siempre jugosas y maduras y solo existían los bellos recuerdos. El la había esculpido durante varios siglos y estaba muy orgulloso de ella.

Pero con el pasar del tiempo sintió soledad, por lo que decidió crear un Ser similar a El para así compartirla. Entonces, tomando un puñado de tierra y mezclandolo con agua creó barro, barro el que más adelante moldeó hasta convertir en Soldaditos, en tres hermosos Soldaditos de Barro.

Luego, con mucho cuidado, abrió un orificio en el centro de sus pechos en donde rocío diminutas gotitas de amor.

El vivio muy feliz junto a ellos.

Pero llegó el día en el que uno de sus Soldaditos sintió curiosidad por saber cómo era la vida carente de amor, perfección y de bellos recuerdos; por lo que pidió al Escultor que le permitiera experimentar vivir fuera de aquel mundo en donde había permanecido durante toda su vida.

Entonces el Escultor, para complacerlo, creo otra isla, una isla imperfecta. Allí la tierra no era plana sino que tenía montañas y llanuras. Los árboles no eran iguales sino que habian altos y habían bajos. Los frutos no estaban siempre jugosos y maduros sino que también habían nuevos y secos y no había recuerdos.

Además, para que el Soldadito pudiera experimentar lo que era vivir sin amor, lo envio hasta la nueva isla junto con los otros dos Soldaditos de Barro, a los que removió, con el mismo cuidado con que las colocó, las gotitas de amor de sus pechos y en cambio, puso gotitas de Miedo. Y así pudieran ayudar al Soldadito a experimentar la vida sin amor, ya que no lo tenían.

Pero lamentablemente con el pasar del tiempo sintio soledad nuevamente, por lo que decidió moldear y dar vida a tres nuevos Soldaditos de Barro quienes ahora le acompañarían.

Entonces un día, cuando menos lo esperaba, los tres Soldaditos de Barro regresaron de la isla imperfecta. Regresaron diferentes. Aquella experiencia los había cambiado por completo y les había permitido crecer desde una perspectiva imperfecta; valorando ahora la grandeza del amor del Escultor desde una visión completamente distinta.

Ellos le confesaron al Escultor su deseo de experimentar otros sentimientos diferentes al del Miedo para seguir creciendo y valorando aún más el amor que por El ellos sentian. Y El accedió. Por lo que el Escultor removió con mucho cuidado las gotitas de Miedo de los dos Soldaditos y en cambio, colocó gotitas de Tristeza; y así pudieran vivir en la isla imperfecta una nueva experiencia, bajo un nuevo sentimiento.

Los tres nuevos Soldaditos de Barro sintieron curiosidad por la aventura vivida por los Soldaditos anteriores, por lo que informaron al Escultor su deseo de conocer también la isla imperfecta para experimentar la vida fuera del mundo conocido, la carencia del amor y de los bellos recuerdos, así como ellos. A lo que también El accedió.

Ahora vivían en la isla imperfecta los seis Soldaditos, tres experimentando el drama del Miedo y tres experimentado el drama de la Tristeza.

Con el pasar de los siglos el Escultor volvió a sentir soledad nuevamente, por lo que decidió moldear y dar vida a tres nuevos Soldaditos de Barro.

Y así fueron nueve, doce, quince, diez y ocho, veinte y uno, veinte y cuatro, veinte y siete y siguieron creciendo en número y experiencias hasta que poblaron por cientos y miles la isla imperfecta. Y ellos fueron viviendo los distintos dramas de la vida por medio de sentimientos como: La Frustración, La Ira, La Culpa, Los Celos, El Humor, La Alegría, La Gratitud, La Esperanza y La Sorpresa. Con la llegada de La Desesperanza y La Compasión el Escultor dio paso a las Guerras y las Catástrofes.

Los Soldaditos que se encontraban en una etapa avanzada por haber completado gran parte de su proceso de aprendizaje eran llamados Sabios a su regreso a la isla; y ayudaron a la creación de las Civilizaciones.

Mientras que los que ya habían completado su proceso de aprendizaje permanecían por la eternidad en la dulce compañía del Escultor y solo algunos eran enviados de regreso a la isla imperfecta, de forma temporal, para recordar a los demás Soldaditos el mensaje de amor del Escultor. Y a ellos le llamaban Redentores.

Y los Soldaditos de Barro se hicieron cada vez más fuertes ya que por medio de la imperfección y la falta de recuerdos crecieron y conocieron el amor del Escultor desde diferentes perspectivas; a quien amaron cada vez más y más hasta el final de los días.

Y así el mundo fue mundo.

Por: César Pérez

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