Como cada mañana

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Me levanté, como cada mañana, para ir al trabajo, me enfundé en mi uniforme del corte inglés, porqué si, trabajo allí, y salí a desayunar, mi rutina diaria.

Todo y vivir en la capital, mi vida como actriz no estaba dando mucho fruto, así que debía comformarme con trabajar en una perfumeria.

Me dirigí a la cocina para desayunar, como cada mañana, y como cada mañana ella estaba allí.
Hay que reconocer que recién levantada, con esas ojeras, la melena rizada alborotada y la carita de dormida estaba muy mona.
Sonreí instantaneamente al verla, como acto reflejo, pero esa expresión se esfumó cuando pronuncio su primera frase del día.

–No quedan aguacates, me comí el último. Tendrás que bajar a por unos cuantos– me dijo con suficiencia.

–Podrías haberme dejado aunque fuese la mitad– respondí mirandole fijamente a los ojos notablemente indignada.

–Pues tu podrias dignarte a hablarme de una vez, te pasas el día esquivandome. No sé por que rayos accedí a mudarme contigo. Estábamos mucho mejor cuando cada una vivia en su piso. Si es que parece que te moleste verme. –contestó con aire enfadadizo.

–Mira, no quiero discutir contigo, llego tarde al trabajo. Y tu deberias darte prisa si no quieres manchar tu historial de empleada perfecta siempre puntual.– le dije, y se fue a su cuarto.

Desayune un poco de pan con aceite y sal, no me apetecía bajar a la tienda a por aguacates, y me hice un café mientras cheaqueaba mis redes sociales.

A los 15 minutos salió de su cuarto ya vestida y con su acreditación colgada, ya que ella trabajaba en la redacción de un periódico.

Se dirigió a la puerta y cerró de un portazo, no tenía un buen día, eso está claro.

Me levante de la isla de la cocina para ir a maquillarme un poco para irme cuando oí como la puerta se abría.

–Se habrá dejado algo– pensé.

Entonces se acercó a mi y me abrazó por detrás.
Al principio me mostré pasiva ante aquel gestó, pero como siempre, acabé cediendo.

Me di la vuelta para poder abrazarla por delante y verle la cara me descolocó por completo.

Dejé un beso rapido en su mejilla y la volví a abrazar.

–Te quiero mucho ¿vale? Por favor perdóname, he sido una completa imbécil todo este tiempo. Por favor... – me susurró entre sollozos.

Aquellas palabras me derritieron por completo. Mi reacción a las cuales fue cogerla de la mano y dirigirme al sofá.
Allí la senté sobre mi regazo y hice que se recostara sobre mí.

–¿Por qué eres tan buena? Me comporte fatal contigo, y sigues estando ahí cuando te necesito, eres increíble, de verdad.– y las lagrimas empezaron a caer de sus ojos a gram velocidad.

–¿Sabes por qué?– Ella asintió dando pié a mi respuesta– Pues porque te quiero mucho, y eres muy importante en mi vida, no me puedo permitir verte mal y si te pasara algo, no me lo perdonaría– dije, siendo está vez yo la que estaba al borde del llanto.

Nos quedamos abrazadas así un buen rato, la verdad, habíamos perdido la noción del tiempo.

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Ese día no fuimos a trabajar, ella no se sentía bien, ni física ni mentalmente, así que no estaba en condiciones de ir a trabajar ocho horas sin prácticamente descansos.
Yo estaba mejor que ella, pero me negaba a irme y dejarla sola estando como estaba.

Iba a cuidarla, lo prometí desde el primer momento en que la vi.

Y asi hice, así hice toda mi vida, aunque ella no lo supiera, yo siempre estuve allí protegiendola, y esta vez no sería una excepción, así que no dudé en quedarme con ella.

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La mañana pasó, y nosotras con ella.
Despues de un rato desahogandonos y diciendo todo aquello que nos guardabamos dentro y que nos iba desgarrando poco a poco decidimos que seria buena idea hacer algo para despejar la mente.

Fuimos a tomar un helado y a pasear por el retiro.

Nos quedamos mirando el estanque, de pequeña era mi lugar favorito, y aunque parezca mentira, hacía años que no lo visitaba.

Esa escapadita me revitalizó muchísimo.
Volvíamos a estar como antes, y eso, es lo que realmente me importaba.

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Habiamos llegado ya a casa, estabamos tan cansadas que nada mas llegar nos tumbamos en el sofá, muertas por el cansancio de haber estado toda la mañana de arriba a abajo, corriendo saltando y tambien luchando por no acabar hasta arriba de agua o haciéndole compañia a los patos.

Pedimos sushi a domicilio y comimos entre risas, como antes.

Cuando acabamos de comer pusimos la tele, aunque no le prestamos mucha atención, estábamos entretenidas hablando.
Realmente, nose que nos pasó, y tampoco lo entendía, nos llevabamos demasiado bien hasta que un día la cosa se enfrió.
Pero eso se acabó y es lo que importa.

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–Prométeme que no nos volveremos a distanciar.– me dijo mirandome a los ojos, parecía mas una súplica que una promesa.

–Nunca me separaré de ti, lo prometo...–y dicho esto la volví a arropar en mi regazo.

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Gracias mamá, gracias papá.
Gracias por darle vida a la que fue, es, y será la persona mas importante de mi vida.

Porqué desde aquel instante, las dos abrazadas, yo con ella en mis brazos, como si de una niña se tratara, supe que si, que esa persona era ella.

Te quiero hermana.


Fin🌹.


Bueno, pues este es mi one shot, espero que os haya gustado.

Para escribirlo me he visto inspirada en una parte "escondida", por así decirlo, de mi  vida, y bueno, de momento me ha servido para escribir esto.

Gracias por leer.

Puede que vengan mas, puede que no, nunca se sabe.

Desde aquel instante [one shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora