Capítulo Único

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Era una mañana muy fría en el mundo de las guerras civiles, era la primera vez que se veía una nevada en los alrededores de la aldea de la anciana Kaede, los habitantes a duras penas conseguían provisiones, hacía tiempo que habían derrotado a Naraku, pero no por eso la joven de ahora dieciocho años dejaba de visitar a sus amigos, no podía olvidarse de el hanyou que había cautivado su corazón a la tierna edad de quince años, a pesar del dolor que sufría las veces que este desaparecía por cuestiones extrañas y desconocidas para los demás, pero para ella no, ella sabía que iba en busca de la mujer que formaba parte de su pasado y simplemente no podía olvidar, como le partía el corazón cada vez que hacía eso, ya estaba harta de esos comportamientos, a pesar de que era ella quien regresaba por él, pero su débil y frágil corazón ya no lo soportaba más, tenía que arreglar la situación de una vez por todas.

Era cerca de medio día, Shippo y Kirara jugaban con los niños de la aldea sobre la blanca nieves, mientras que Sango y Miroku ayudaban a la anciana Kaede a recolectar hiervas medicinales, ella solo pensaba en donde podría encontrarse Inuyasha, se adentró en el bosque llegando hasta donde estaba el árbol sagrado emitía un aura tan pura, se respiraba tranquilidad a su alrededor, se sentó tranquilamente en sus raíces para pensar.

Pensaba si debía regresar de nuevo o de una vez por todas quedarse en su época, al reflexionar unas voces la sacaron de su concentración, ella sabía de quien se trataba, esa voz tan varonil que la hacía suspirar pertenecía a él, se levantó poco a poco y avanzó unos cuantos metros encontrando a Inuyasha y a Kikio, en ese momento todo le quedó claro, era suficiente, no podía seguir sufriendo más por él, ni siquiera se molestó en escuchar de lo que discutían lo único que pudo hacer fue dar la media vuelta y marcharse tranquilamente a la aldea.

Inuyasha, estaba mirando con semblante serio y tranquilo a donde hacía nos momentos Kagome se había marchado, la fría sacerdotisa también lo había dejado, como solía hacerlo, con un suspiro se marchó hacía la aldea de la anciana.

Al caminar por el bosque vio el pozo y se acercó a él, lo miró y después se sorprendió al escuchar una voz femenina.

¿Inuyasha¿Qué haces? – su voz era débil-

fhe! Nada, pensé que te habías marchado.

Estoy a punto de hacerlo.

¿Por qué? –algo alterado

Porque no tengo nada que hacer aquí –bajando la mirada- además, tengo un examen próximo, entraré a la universidad y... -no podía continuar-

¿Y que? –algo preocupado-

Y, probablemente no vuelva más

-El corazón de el Hanyou sintió una fuerte opresión, pero aún así no lo mostró, su tono arrogante salió a flote y con sus hirientes palabras lo único que dijo fue- haz lo que quieras, no me interesa –caminando un poco hacia el bosque y esperando que ella se acercara acompañándolo hasta la aldea diciéndole que la disculpara.

Si, lo se –su voz comenzaba a quebrarse- se que no te interesa en lo más mínimo, adiós Inuyasha.

-En ese momento el joven de mirada ámbar volteó desesperado- ¡Kagome! –pero no obtuvo respuesta, ella se había marchado, miró hacía el pozo y observó un resplandor rosáceo, era la perla, ella la había dejado ahí, entonces era cierto, ella no pensaba volver.

Inuyasha, volvió a la aldea atrayendo la atención de sus amigos y de la anciana, la cual pudo notar el rosáceo resplandor que salía de las garras del joven.

Inuyasha¿qué haces tú con la perla? – esperando una respuesta que ella ya conocía-

Anciana, yo... -bajando la mirada y acercándose a ella para entregarle la perla y marcharse de nuevo al bosque-

🌸 Lo que queda de mí 🌸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora