única parte

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El joven omega al fin terminaba su tarea de matemáticas. ¿Había acaso algo más tedioso que tener que estudiar en su propio hogar? Si es que podía llamar de tal modo al palacio en el que vivía.

Para Jimin, ser príncipe no era tan fácil como parecía, de hecho, hubiera preferido que así no fuera. Muchas veces debía seguir reglas de etiqueta y muchas cosas ridículas que no le interesaban en lo más mínimo. Quería salir a divertirse, tener el alfa que deseara y poder ocupar su tiempo en cosas sin sentido, pero no era así.

No le quedaba otra que callar y seguir órdenes, aunque le gustaba ser un rebelde de vez en cuando, y como no podía salir sin guardias del palacio, Taehyung resultaba ser su mayor confidente.

El rubio era su ángel de la guarda. Lo conocía desde bebé y siempre estaba allí para él. Lo cuidaba y aconsejaba, incluso hasta le ayudaba a inventar excusas para zafar de una reprimenda en la mayoría de sus travesuras. Sin duda, era el mejor ángel que podría haberle tocado al pelirosa. Era irremplazable.

Esa tarde, Jimin estaba decidido a salir, por más que los reyes no quisieran. Moria de ganas por ver a ese lindo alfa que trabajaba en el puerto. Lamentablemente, su dizque destino y deber era desposar a alguna princesa o príncipe de otro lado. Supuestamente, era mejor así, no solo para mantener la sangre real, sino también, para llevar a cabo alianzas que tendrían frutos en un futuro lejano.

Pero... ¿Quién decidía sobre si eso era o no su destino? A él le gustaba aquel alfa, y nadie iba a detenerlo. Aunque claro, nunca le había hablado. Era demasiado tímido como para acercarse e interrumpirlo en su trabajo.

—No creo que sea buena idea. —dijo Taehyung, parado a un lado de Jimin, mientras lo ayudaba a arreglar la silla de su trabajo.

—Le dije a mi madre que iríamos a hacer una lista sobre la gente que podría necesitar una ayuda. —dijo Jimin, con una brillante sonrisa en su rostro. Se habían comido entera su mentira.

—¿No cree que es demasiado para alguien de quien ni siquiera sabe el nombre, joven?

—Por Dios, Taehyung, deja de hablarme de usted. Primero: No soy un viejo, tengo diecisiete años. Segundo: Estamos en confianza, y tercero: Ese pelinegro es hermoso. Además, he tenido la dicha de estar cerca suyo y su olor a chocolate es simplemente riquísimo. —se dio aire con su mano.— Podría entrar en celo de solo olerlo.

Taehyung largó una carcajada. No podía creerlo, ¿En qué momento se había vuelto tan descarado su protegido?

Optó por no decir nada y terminó de ayudarlo con 'Nieve'; su caballo blanco, mientras que él montaba a otro el cual no le importaba mucho el nombre, la verdad.

Salieron del establo, pasando de largo por delante de los guardias que cuidaban el jardín real y la entrada. Taehyung rogaba para que Jimin se mantuviera tranquilo y no se le diera por cabalgar a toda velocidad por el camino.

En cuanto pasaron las rejas, Jimin se sintió libre. O algo así, pero salir sin guardias era lo más parecido a eso.

—¿Entonces qué haremos? ¿Ver a aquel alfa? —preguntó el ángel, mientras miraba el paisaje, atento ante cualquier peligro.

—Si. Ojalá esté sudado. —mordió su labio inferior.— Sudado es mucho más sexy, su piel brilla con el sol y se quita la remera dejándome ver su torso. Tiene una pancita muy tierna.

—Uff, hasta aquí siento el calor. —fingió quitarse sudor de la frente.

Jimin largó una sonora carcajada. Siempre tan bonito riendo y con sus mejillas sonrojadas.

—No puedo evitarlo. Ese pálido alfa me mata. —largó un suspiro, como si estuviera indignado.— Debes buscar a alguien, Tae. No puedes estar solo toda tu vida, además luego podríamos intercambiar chismes o fantasías.

Reencuentro | KookTae [OS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora