Primera parte

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Laura miraba su ordenador y sus ojos se llenaban de lágrimas… Con su mano las secaba, pero estas seguían cayendo una a una y cada vez más rápido. Eran como una tubería rota. No podía creerlo. Había esperado por tanto tiempo para ver a su ídolo musical, de visita en un concierto en su país, y justo ahora que había confirmado la gira y habían salido a la venta los tickets, no podría ir.

Continuaba llorando. Sólo repetía un pensamiento en la cabeza: “Cómo el destino podía ser tan cruel con ella?”.

Laura estudiaba en la universidad con una beca que había conseguido gracias a su esfuerzo. Su familia no era de situación acomodada pero siempre se habían esforzado para que la chica tuviera lo necesario para ser feliz. Lamentablemente, esa vez no podrían ayudarla. Si bien la muchacha sabía que conocer a Kim Hyun Joong era su sueño, también sabía que no tenía el dinero suficiente para ir a verlo en un show. Su padre había quedado sin trabajo y su madre se esforzaba cocinando dulces para vender entre sus conocidos y poder tener algo de dinero para comer.

Laura se puso de pie, cerró el laptop y se secó la cara. Respiró profundo y se tiró sobre la cama de su habitación.

“Bueno, que más puedo hacer ya? Se que existen cosas más importantes en la vida… Pero, era mi sueño!”, dijo tristemente en voz alta. Luego tragó saliva y apretó los dientes, intentando no volver a llorar. “Puedo hacer algo más que resignarme? No…”, respiró profundo.

Ya era definitivo, no podría asistir a ver al cantante ya que no tendría dinero para comprar un ticket, ni siquiera el más barato. Se puso de pie y se fue a la cocina donde estaba su madre. En silencio se le unió y terminó ayudándole a cocinar más dulces.

Los estudios de Laura continuaban bien. Pero las cosas en su casa iban de mal en peor. Su padre no conseguía trabajo y ya la madre no daba abasto para cubrir los gastos de la familia. Ahí fue cuando la chica tomó la determinación de conseguir un trabajo de medio tiempo. En la facultad, conocía a una amiga, de la cual el padre de ella, era dueño de una joyería en el barrio más prestigioso de la ciudad. Habló con ella para que intercediera con su padre en caso de que hubiera una vacante de trabajo en la tienda. Afortunadamente, así fue y Laura comenzó muy pronto a trabajar allí.

Después de 1 ½ meses de trabajo part time, Laura ya era una de las empleadas estables de la joyería. A pesar de que no se llevaba del todo bien con la administradora del local, una mujer vanidosa y sin escrúpulos para los negocios, era una de las mejores vendedoras, ya que la muchacha hablaba inglés, el cual lo había aprendido en la universidad, y también un poco de coreano, idioma que había aprendido gracias a su ídolo, Kim Hyun Joong.

Laura intentaba no pensar en el concierto al que no podría asistir porque se ponía melancólica. Pero lamentablemente, el día iba a llegar y sabía que no podría aguantar la tristeza. Se dedicaba a estudiar en el día y durante las tardes a trabajar para mantener su cabeza lo más ocupada posible.

El día que Kim Hyun Joong visitaría su país llegó. Laura no fue a la primera clase de la mañana porque al menos, quiso ir a recibirlo al aeropuerto, para intentar si quiera divisarlo de lejos.

Al llegar allá, se dio cuenta que el aeropuerto estaba atestado de muchas jovencitas con pancartas. Se desilusionó un poco ya que con tanta gente, pensó que sería imposible siquiera verle la nariz.

Afortunadamente pudo colarse entre la multitud y ubicarse cerca de la puerta de acceso. Esperó por cerca de una hora, cuando de pronto las chicas comenzaron a dar alaridos. Su corazón se aceleró sin siquiera pensarlo, en un espasmo instintivo y las manos le comenzaron a sudar. De pronto, se quedó muda e inmóvil observando a un muchacho alto y delgado que venía con cuatro guardaespaldas a su lado. Llevaba lentes oscuros y una gorra gris. Se movía rápido mientras saludaba con la mano cordialmente, aún cuando se veía bastante cansado, seguramente por las muchas horas de vuelo. El momento fue tan rápido y ella estaba tan adormecida, que sólo eso quedó grabado en sus pupilas. Cuando pudo recuperarse de la impresión, sonrió. Se sentía realmente feliz, al menos, lo había podido ver.

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