ᴘᴀʀᴛᴇ úɴɪᴄᴀ

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Siglo XIII
Año 1242
12 de Junio en una noche invernal.
Francia - Marsella

El rubio avanzaba por las vacías y peligrosas calles de Marsella, a esas horas claro que existía un gran riesgo, pero no iba a romper su promesa con su mejor amigo y confidente.

Jungkook Cloutier.

Unos pocos copos de nieve se posaban en su cabello, el trataba de cubrirse para no sentir frío y llegar pronto en el roble en el cual se reunían desde sus días de su tierna infancia. Tenía ya diecisiete años cumplidos al igual que su amado amigo, vio al frente y se encontró con él pelinegro de espaldas a él y frente al lindo roble que se erguía en la oscura noche con suma belleza. Se acerco con cuidado y poso sus manos sobre sus ojos.

—¿Jiminie? — su voz hizo eco en el gélido ambiente, una sonrisa adornaba sus labios.

— Adivinaste Jungkookie. — el rubio alejo sus manos del rostro del pelinegro para ver como se giraba y le sonreía con sus mejillas y nariz rojas. El chico llamado Jimin Bellarose sonrió al ver a su confidente.

—N-No me digas así. — el pelinegro no sabia si estaba así por el frio o por su vergüenza. — Pensé que no vendrías por el frio.

—Nunca te dejaría así Kookie. — el rubio hizo un leve puchero — Es verdad que hace mucho frio pero, no voy a romper nunca una promesa y menos contigo.

El pelinegro sonrió y soltó un leve suspiro y miro por última vez a Jimin antes de sentir como su garganta se oprimía y sentía como la voz no quería salir.

Rayos, se sentía tan mal, se había enamorado de su mejor amigo, de su mayor confidente y eso no era lo peor. Los dos eran hombres y ya había oído como los pueblerinos decían que los homosexuales eran abominaciones que debían extinguirse.

Vio como muchos chicos fueron acusados de serlo y como se volvían cenizas en la tenebrosa hoguera. Incluso había oído cosas peores que se le hacían a los que iban en contra de lo "normal" como supuestas brujas o brujos, personas que pensaban diferente que eran simplemente un estorbo u ente diabólico venido al mundo.

A Jeon Jungkook le parecía una completa estupidez, el simplemente estaba amando ¿acaso amar era algo malo? ¿No era algo normal y puro?

Sabía que sus padres y familiares no estarían de acuerdo e incluso podrían delatarlo y quemarlo ante todo el pueblo. No quería eso para Jimin, no merecía sufrir por culpa de él, por culpa de una abominación.

Simplemente se lo diría y se iría para siempre de él pueblo porque aunque era consciente de que Jimin nunca lo traicionaria, pero de ahí a aceptar sus sentimientos.

Era imposible.

—Y-Yo Jimin. — vio como el rubio lo miraba algo preocupado — Solo te pido que no me delates ¿si?

—No voy a traicionarte nunca Kookie. — el chico negó con la cabeza — Jamás.

Jamás...

No quería que esas palabras se las llevara la nieve u el aire. Tenía miedo, mucho miedo de lo que podía pasarle simplemente por ser el.

Por amar.

No quería desconfíar de Jimin, lo amaba más que nada en el mundo, sin embargo, sabía como lo habían criado. Sus padres nunca, al igual que los suyos, aceptarían que fuera un asqueroso homosexual.

—Jimin... Tu me gustas. — el pelinegro soltó las palabras con su mirada gacha mientras sentía como el viento le pegaba con más fuerza en su cara, soltó una solitaria lagrima que bajó por su helada mejilla y agacho cuanto más pudo su mirada —D-Desde siempre...

Intertwined |  ᴷᵒᵒᵏᵐᶦⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora