2-Isaac

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Te encontrabas en los casilleros hablando con Lydia y Kira, al parecer, esta última comenzaba a sentir cosas por Scott pero aún pensaba que el estaba enamorada de Allison.
Tu sabías que a el moreno no le atraía más su ex, en cambio, le atraía Kira.

—Bien. Tengo matemáticas en unos minutos.—comenzó Lydia.—no tengo ninguna intención de saltarme la clase así que debo irme.—Me sonrió y comenzó a apartarse junto a la kitzune ya que las dos compartían la clase.

A lo lejos, puedes notar a Isaac hablando con una chica...muy amistosamente, demasiado para tu gusto.
Te sentiste mal, una pizca de tristeza inundo tu pecho al verlo tan felizmente con aquella muchacha tan linda, aunque ni siquiera sabias quien era.

De tu boca salió un suspiro y te apoyaste contra tu casillero, pero en ese momento no te acordaste de que el rubio es un hombre lobo y tiene un super oído, causando que gire a mirarte por la queja que había sido escapada de tus labios.

Cuando giraste un poco la cabeza, el se estaba acercando a ti. Los nervios te consumían pero tus pensamientos se alejaban cada vez más tratando de calmar a tu corazón ya que este iba muy acelerado.—¿Estás bien?—preguntó mirándote con esos ojos azules marino que te encantaban, podías perderte en ellos en solo segundos.

—S-si. ¿Por qué no estarlo?—le sostuviste la mirada, no ibas a mostrar debilidad ante el. Era lo menos que querías.

—Te escuché quejarte. Por eso pregunto. ¿Segura te encuentras bien?

—Claro que lo estoy Isaac, no tendría por qué estar mal. ¿O si?—te arrepentiste al instante, el soltó una risa y te acorralo contra el casillero. Tu estabas perdida en la sonrisa de lado que moduló, te encantaba que haga eso.

—¿Estás celosa?—no podías admitirlo, hace algunas semanas ustedes se estaban insinuando cosas, demostrando que se quieren pero ninguno de los dos se atreve a dar el primer paso.

Respiraste hondo y lamiste tus labios, no muy preparada para decir lo que se te cruzaba por la cabeza.—me provoca celos saber qué no estás conmigo—confesaste. Isaac se mostraba sorprendido pero no podía ocultar la emoción que mostraba su rostro, no se permitía guardar la sonrisa que se asomaba por sus labios mientras que tu, estabas roja y pensando de donde sacaste el coraje para decir semejantes palabras.

—¿Aún no lo entiendes verdad?—a pesar de estar en la escuela, la mayoría estaban en sus clases, tu por suerte tenías una libre y el pasillo estaba absolutamente vacío.

—¿El qué?—luchaste para que tu voz no suene nerviosa, aunque era en vano. Tu corazón latía a mil por segundo y sabías que el lo escuchaba, estaba disfrutando eso, pensabas tu.

—Que te quiero solo a ti—tu reíste un poco. Esa frase te sonaba algo cliché, Isaac había estado con muchas chicas este ultimo año y eso a ti te causaba inseguridad. No te considerabas una chica muy bonita y tampoco tenías una buena personalidad a tu parecer. Pero de todas formas, sus palabras hicieron que tu corazón diera un brinco.

—¿A cuántas más les dices eso?—Querías que suene en tono de burla, aunque parecía todo lo contrario.

—En realidad, a muchas—el sonrió y tu rostro se torno serio. No creíste que  fuera capaz de confesarlo. Lo miraste a los ojos y esperaste que continuara.—A una enojona, a otra celosa, a una muy cariñosa, a una melosa a raya en lo cursi, a una insegura, a una chica bastante alegre y otra triste. Todas tú. Tan diferente cada día y en todos esos días me encantas.

Por dios, pensaste tú.

Ya te habías acostumbrado a que tu pulso este por los cielos. Una sonrisa idiota se escapo de tus labios, causando que el suelte una risa.—He conocido cada faceta tuya y puedo asegurar que estoy enamorada de cada una de ellas, estoy muy enamorada de ti.—y era cierto, conozco a Isaac desde pequeños, se su historia con su padre, lo mucho que le costaba hacer amigos y ahora estoy aquí, acorralada frente a el confesándome.

Y lo besaste, se enteró de todo lo que habías callado.

Pero eso era más que un beso.Era como comer cuando has estado hambriento, como beber cuando has estado sediento

Sus labios suaves sobre los tuyos se unían perfectamente, como dos piezas de rompecabezas que se pertenecían entre sí, cuando se separaron y sus respiraciones se mezclaban, llegaste a la conclusión de que sus labios eran tu nueva adición.

El timbre sonó, se separaron completamente y se despidieron. Tú te quedaste ahí por unos segundos, viendo como se alejaba. Se volteó hacia ti y sonrió para luego guiñarte el ojo y desaparecer por los pasillos.

—

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C.

Imaginas - Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora