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Isabel:
Comenzaré esta carta evocando el primer recuerdo que guardo de ti.
El primer día de penúltimo año, el aire de verano inundaba mi nariz, la alergia golpeaba la ventana "ya vengo" quiso decir. Caminé por los pasillos con la normalidad tomada de la mano, oh Isabel ojalá pudieras haber sentido la seguridad que sentía yo cuando con mi cabeza en alto repartía sonrisas mientras caminaba, todos me conocían Ally la chica del cabello dorado, la sonrisa blanca y la simpatía desbordante, nunca pretendí ser popular, mi hermana mayor lo fue, fue un legado, y con ello la dulce casualidad de haber conocido al capitán del equipo de fútbol el verano trabajando en la heladería, claro populares pero no ricos. Charleen era como un día en la piscina, feliz y refrescante, un chapuzón para quitar el sudor de un largo día de existir.
Estaba justamente con él frente a mi locker, me estaba contando de la nueva novia de su padre, le agradaba así que sus ojos sonreían, Miriam se llamaba, mi Char mi tierno y dulce Char buscaba desesperado el anhelo de la madre que nunca tuvo. Yo escuchaba atenta sobre el pie de limón que Miriam le había cocinado "Ally debes de probarlo, explotará tu paladar" eso amaba de mi novio, me hacía parte de su vida cómo si quisiera mantener su mano con la mía por el resto de nuestros días.
Es entonces cuando caminaste rápido por el corredor y caíste de rodillas, Isabel Flores, la tímida chica de cabello largo y oscuro que susurraba en vez de hablar, es como si una bomba de silencio explotará en la escuela, nadie dijo nada, todos te mirábamos como si esperáramos que te largaras a llorar.
Levantaste la mirada hacia nosotros, casi como pidiendo disculpas "que torpe", con mi mirada te dije levántate ya, no quería ser cruel pero no podía evitar pensar en lo débil que parecías, me sentí avergonzada de ti.

Persistir; cartas a una chica muertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora