ℂ𝕒𝕡𝕚́𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟛

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"A veces todo se vasa en apariencias, por como viste, como te comportas, si lo que lleva es demarca o no...Y a final de cuentas todos somos de esa forma. Por más que digamos que estamos en contra de los estereotipos, los primeros en juzgar somos nosotros mismos. Así que antes de juzgar a una persona por su apariencia, primero júzgate a ti mismo."

Autora.

Llegamos a lo que sería mi nuevo hogar — si así se le puede llamar  —, que más que un "hogar" parece una de esas casas de películas, está ubicada en un sector súper elegante, se nota que las personas que vivían en esa zona, eran muy adineradas, ya...

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Llegamos a lo que sería mi nuevo hogar — si así se le puede llamar —, que más que un "hogar" parece una de esas casas de películas, está ubicada en un sector súper elegante, se nota que las personas que vivían en esa zona, eran muy adineradas, ya que se podía notar en las excelentes condiciones que se encontraban todas y cada una de las casas que los rodeaba.

Baje del auto y cerré la puerta, espere a que las otras dos personas se bajaran de el mismo, y caminamos hasta la entrada, ellos dos adelante, seguidos por mí, al tocar la enorme puerta, dos personas — un hombre mayor, y una mujer de tez pálida —,nos recibieron con unas enormes sonrisas.

La mujer me regalo una sonrisa cálida, al igual que el hombre.

— Hola, tú debes ser Liv, mucho gusto querida, yo soy Amanda — dice la mujer, y me abrazo, yo le dedique una sonrisa de boca serrada, y la Amanda me tomo de las manos y me llevo hacia adentro de la casa.

La señora parecía un tanto emocionada.

Me mostro donde estaba la cocina, el comedor, la sala de estar, y las oficinas de Nick y Anne, y de verdad que se lo agradecía, porque si no en cualquier momento me perdería en esta enorme casa.

Ya que sabia donde quedaba la cocina me encamino hacia ella, para tomar un poco de agua, al llegar tomo un vaso de los gabinetes, y abri la llave del grifo, cuando el vaso está completamente lleno, cerre la llave y me lleve el vaso a los labios, tomo toda el agua.

Dejo el vaso en la encimera y me dio la vuelta, pero cuando estoy a punto de salir de la cocina, noto una puerta francesa.

Me encamine a la puerta, al salir me encuentro con una enorme piscina, en un amplio patio, camino a los alrededores y puedo notar que a la izquierda, como la derecha se encuentran casas igual de lujosas que en la que me encontraba.

Oí que me llamaban, al darme vuelta me encuentro con Amanda esperándome en el umbral de la cocina.

—Aquí estas querida, me diste un gran susto, pensé que te habías perdido—Dice Amanda, con una mano en el pecho.

—Pues no, aquí estoy, solo quería ver qué era lo que había aquí atrás—Digo, y me encamino hacia la cocina, paso por a un lado de Amanda, y le dedico una sonrisa.

—Los señores salieron a un viaje de negocios puede que regresen en unos días, me han indicado que le muestre su habitación.

Asiento y espero que ella pase adelante, Amanda al percatarse de lo que estoy haciendo, y empieza a caminar, salimos de la cocina y, subimos por unas escaleras, — que quedan en medio del recibidor — cuando ya terminamos de subir, caminamos por un amplio pasillo, hay como siete u ocho puertas en ese pasillo, si no es que mas, antes de llegar al final del pasillo Amanda se detiene y me mira.

—Esta es su habitación Señorita—Dice señalando la puerta que se encontraba a su derecha— Si quiere puedo acompañarla.

—No, muchas gracias de todos modos — Abro la puerta y me adentro en la habitación, sosteniendo el pomo de la puerta me giro hacia Amanda, y le dio una sonrisa, luego de eso, cierro la puerta.

Me doy vuelta para ver la habitación, y más que una habitación parecía un salón de baile, por lo gigante que era la misma, había una cama King Say en medio, a los lados dos mesitas de noche, una tv enorme, enfrente de un sofá en forma de L, y un armario del tamaño de mi antigua habitación.

Quede muy asombrada, y me acerque a la cama, y me sente sobre ella.

Escucho que tocan la puerta.

Seguro ha de ser Amanda- pensé.

Me levanto de la cama y camino hasta la puerta, cuando la abro noto en efecto que si era ella.

—Señorita, perdone la molestia, pero... ¿Quería saber si va a comer en el comedor, o aquí en su habitación? — Me quedo pensando unos segundos, y le respondo.

—Aquí estaría bien.— Ella asiente con una sonrisa, y vuelvo a cerrar la puerta.

Me giro y recorro toda la habitación, observo con detenimiento cada objeto que posee la misma, camino en dirección a la cama y me tiro en ella, mientras dirijo mi mirada hacia el techo.

Pienso en todas las cosas por las que tuve que pasar, en cada uno de los orfanatos en lo que he vivido, y como mi vida cambio de un día a otro, como ya no estoy cerca de la única persona a la cual he podido confiar en años, y ahora ya no está conmigo, si supiera cuanta falta me ha hecho en estas pocas horas, en las que he estado sin ella, que es como mi hermana.

Doy media vuelta sobre mi propio eje, y me fijo que hay una pequeña puerta de cristal que se deja ver detrás de las cortinas blancas, me levanto y camino en dirección a las cortinas, al retirarlas un poco, puedo notar que se trata de un pequeño balcón, abro la puerta lentamente, y asomo mi cabeza para ver si se encuentra alguien cerca, al revisar que no se encuentra nadie merodeando, asomo todo mi cuerpo en el balcón, y camino en dirección a él agarradero que tiene el mismo, veo hacia el cielo y, no puedo negar que tiene una maravillosa vista, se puede notar como los colores del cielo se van uniendo, formando un maravilloso espectáculo.

Me quedo embobada, mirando el cielo, hasta que me doy cuenta que esta anocheciendo, así que me dirijo de vuelta a la habitación, pero antes de que pueda entrar un sonido sonoro me interrumpe.

Me doy la vuelta para ver de dónde proviene, y me percato de que este viene del balcón de la casa del lado derecho, veo a un chico de cabello claro golpear el muro que está a su lado, y puedo notar que está muy molesto.

No se percata de mi presencia, hasta que retrocedo unos pasos y golpeo una planta, esto hace que suelte un gruñido, y coloque mi mano en la zona afectada, doy pequeños saltitos, tratando de mantener el equilibrio, y caigo al suelo, antes de caer trato de colocar mis manos para amortiguar la caída pero antes de que lo logre mi trasero ya lo había hecho.

Escucho una pequeña risa, y levanto mi vista para encontrarme con la mirada azuela del chico, que supuse estaba furioso, pero me doy cuenta que al parecer, ya no lo está.

Me levanto y sacudo mis pantalones, fijo mi vista en la del chico, y levanto una ceja.

El chico al percatarse de que lo estoy viendo con una ceja enarcada, para de reír, y carraspea un poco.

—Mm...Y quien es esta preciosura — Dice este, mirándome de arriba abajo, con aire de arrogancia, sacude un poco su cabeza, y vuelve a fijar su mirada azulada en la mía, mientras camina en dirección a el barandal de su balcón — Yo soy Ethan, Ethan Gray, cuando necesites algo ya sabes donde encontrarme. — dice con tono pícaro, y estira su mano.

—Si...Mucho gusto Ethan, Ethan Gray, yo soy Dylan— Digo y veo su mano estira, la tomo con mucha fuerza, y veo como hace una leve mueca en el rostro, fijo mi vista en la de él, y hablo con el mismo tono de arrogancia que uso — No creo que vaya a necesitar nada de un idiota, pero gracias de todas formas— termino de hablar y suelto su mano.

Doy media vuelta y me dirijo hacia la habitación.

Le doy una última mirada, y lo miro con desagrado, camino hacia a la puerta de cristal, y antes de pasar logro oír que habla.

—Veamos si dices eso después— dice por lo bajo, rio con arrogancia, y entro completamente en la habitación.

Guau, creo que aquí las personas son un tanto extrañas—pienso—, después de todo me voy a divertir un poco en este lugar.

Hermosas Contradicciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora