Mío, por siempre.

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Ad.smut

Seok Jin jamás pudo imaginar ser fetichista. Debía haber visto una advertencia antes de casarse con Min, antes de apreciar a su lindo esposo usando una de sus camisetas apenas cubriéndole el trasero y esas malditas medias negras de encaje apretando deliciosamente sus muslos.

¡¿Quién le habría advertido a Jin que recibiría esas sorpresas tras un agotador día de trabajo?!

La erección palpitando bajo sus pantalones podía delinearse, causando dolor a Jin directamente al glande cuál hinchado podía sentir siendo apretado por la molesta tela. No contuvo el aliento para quitarse el cinturón de cuero, lamer la comisura de sus labios, y señalar hacía su bebé sus rodillas. Lentos pasos hicieron rechinar la madera cuando Seok tomó asiento a la orilla de la cama.

— P-Pero papi... He sido un niño bueno.
Jin tragó saliva, aguantando las ganas de levantarse de su lugar e ir a follarse ese lindo trasero esperando por él.

— No, Yoon. Has sido un niño malo.

El aludido sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal con ese cambio radical en la voz de su dulce esposo. Sólo un par de veces había conocido a Jin de aquella forma, y siempre acababa con el trasero adolorido, además de dos días en cama. No se hizo esperar para recorrer a gatas hasta las rodillas de Jin, lamer por la tela el bulto formado en los pantalones de su esposo e inmediatamente subir de espaldas a los tonificados muslos ajenos cuando un azote fue dejado por el cuero del cinturón tan pronto desobedeció las palabras de su mayor. Mordió sus labios para retener el sollozo brotando de su garganta, y retener el llanto pintando sus mejillas rosadas.

— ¿Porqué papi te está castigándo, bebé?

Las grandes manos de Jin acariciaron la suave piel roja, a pesar de ver al menor retorciéndose al tacto, no se detuvo en ningún momento. Al no recibir una respuesta la gran palma fue estampada contra el otro de sus glúteos, causando que un alarido soltará YoonGi, y Jin se inclinara a clavar su dentadura en esa proporción de nalga.

— ¡Perdón, papi!

El aludido sonrió satisfecho, y dejó un corto beso en el mismo sitio manchado por sus marcas. No entendía como es que ese precioso ángel lo había elegido a él teniendo a tantos buenos candidatos detrás de él, a pesar de eso Jin estaba seguro de algo...

Min YoonGi solamente podía
pertenecer a él.

Cambió la posición de su bebé siendo cuidadoso, depositando el esbelto cuerpo sobre él, asegurándose de que ese redondo trasero quedase sobre su virilidad y así poder manipular la forma de restregar las caderas de su esposo a su merced. Limpió las dulces lágrimas recorriendo por el rostro angelical con cortos besos mientras sus dedos manipulaban hacia un lado la tanga cubriendo el estrecho orificio en el que anhelaba enterrarse cual animal. YoonGi gimió cuando los dedos de su esposo abrieron paso entre sus paredes anales poco dilatadas, ganandose por sorpresa otra nalgada.

— ¿Has estado jugando tú solo con tu culo, bebé? Sabes que solamente yo puedo jugar contigo.

YoonGi se estremeció cuando el sonido de la cremallera de los pantalones del mayor fue bajado, y sus caderas fueron obligadas a elevarse para posicionar el glande contra su ano. Quiso negarse, sin embargo lo hacia sentirse exitado sentir cómo descaradamente la punta del miembro era enterrada contra él. Tan pronto la saliva escurrió por la comisura de sus labios un grito escapó de su boca cuando la longitud de Jin entró de una sola estocada. Seok juraba que no existía ninguna otra cosa mejor que sentir las paredes anales de YoonGi apretar su virilidad, hacer rechinar la cama con alzar frenéticamente las caderas bruscamente, y tener las manos de su amado rasgando la tela de su traje.

— Ah... Carajo, ¡Sí! —. El frenético vaivén de caderas siguió siendo fuerte al arremeter contra las nalgas del menor siendo rebotadas en sus muslos.
Jin no se detuvo, incluso cuando los gemidos de su bebé se volvieron alaridos y su abdomen fue manchado con la semilla del menor. Continuó moviéndose hasta correrse en su interior, una y otra vez; y finalmente sentir si esencia escurrir por los muslos rojizos para caer de espaldas, con su tierno esposo quejándose sobre su pecho.

Nuevamente SeokJin volvió a ser el dulce esposo aniñado que YoonGi conocía, y YoonGi golpeó el pecho ajeno volviendo a ser el tierno gatito gruñón que SeokJin amaba.


- 🌸 -

Está horrible, lo sé, peeeeeeero con mucho amor. Ya me voy a dormir, son la una de la mañana y estoy a nada de morir.

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2018 ⏰

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