Más avanzados y más estúpidos
Otra mañana sin clima volvía a cubrir el distrito. Otra mañana con un Sol aparentemente moribundo, precedida por una noche de una sola luna. Todos los días laborables se desarrollaban del mismo modo. Siempre la misma temperatura, siempre el mismo lugar, siempre las mismas cosas que hacer. Pero aquella mañana era distinta para Lauren. Hacía apenas ocho horas que había asesinado a una persona a raíz de una trampa aún más enrevesada que la que esa persona le había estado tendiendo a ella. Casi parecía una broma el hecho de que una persona que estaba viva había dejado de estarlo por intervención suya y que ni siquiera se mostraba alterada. Tampoco se mostraba satisfecha. Como si hubiera sido un asunto rutinario. Algo que estuviera acostumbrada a hacer. Lauren se levantó de la cama y miró por la ventana. No esperaba ver nada impresionante, pues en aquella época no quedaba nada impresionante, únicamente quería despejar un poco la cabeza. Aquella era la última vez que tendría clase en la universidad antes de las vacaciones, de modo que durante las clases no se explicaría nada que resultara de suma importancia. Podría dedicar algo de tiempo a reflexionar acerca de lo sucedido la noche anterior.
Lauren se puso algo de ropa cómoda y bajó hasta la sala secreta del sótano donde había dejado el cadáver de Lady Murphy cubierto de ácido sulfúrico con el fin de que se descompusiera por completo y que no quedase nada que pudiese relacionarla con su asesinato. Abrió la puerta. Del cuerpo no quedaba nada. Efectivamente, el ácido sulfúrico era un disolvente de primera. Cerró la puerta y volvió a subir hasta su habitación. Se puso algo de ropa y se miró al espejo. No se había arreglado demasiado; únicamente se había puesto una camiseta negra y unos pantalones cortos también negros. Se puso unas sandalias y se peinó la larga cabellera pelirroja. No era una presumida, sino que sencillamente quería tener buen aspecto para el último día de clase.
Lauren salió de la cápsula y tomó un transportador de materia para llegar a la universidad rápidamente. Tenía alrededor de media hora hasta que empezara la primera clase, de modo que entró en una cafetería del campus y pidió algo para desayunar. No demasiada comida; únicamente un café y un bollo pequeño.
– Los imbéciles me dirían que no debería comer estas cosas. Como si fuera una modelo que ha de mantenerse en forma. En fin, no importa. No me importa lo que digan acerca de mi cuerpo. No me importa que digan que sea horrible o la mujer más guapa del mundo. Que cada cual opine lo que quiera. – se dijo.
Lauren desayunó sin prisas y pagó en la barra. Salió de la cafetería y se dirigió a la facultad de Química. Entró en el edificio y se dirigió a su aula. Entró y tomó asiento, cómo no, junto a Elizabeth.
– Hola. – la saludó Lauren.
– Buenos días. Aunque a decir verdad, no son demasiado buenos. Pero tampoco puede decirse que sean malos, ¿no crees? Ni hace buen tiempo ni hace mal tiempo.
– Para mí esto no es nada. Es un mundo aparte del mundo en que existía el clima. Del mundo en que el aire no era venenoso.
Frunció el ceño al oírse a sí misma hablando de sustancias venenosas.
– ¿Te pasa algo? Pareces estar más seria que antes.
– Nada, que ayer hice algo que no quiero recordar.
– ¿Por qué? ¿Te detuvieron?
– No me detuvieron. Nunca me han detenido.
– No, nunca te han detenido, pero cosas ilegales haces prácticamente todos los días. Y cosas mal vistas ya ni merece la pena hablar de ello.
– Me da igual lo que la gente vea como acciones correctas y acciones incorrectas. Si bebo es asunto mío, no suyo. Si hago el amor es asunto mío, no suyo.
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8 St-NYU
Science FictionEn el año 2.532, 400 años después de la violenta Guerra de las 57 Tormentas, la Tierra se ha convertido en un páramo contaminado donde el aire es tóxico y los últimos reductos de la raza humana viven en cápsulas respirando aire en conserva. Lauren...