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Estaba debajo del chorro de agua caliente de la ducha, estaba agotado, había sido un día muy largo y solo quería meterme en la cama lo antes posible y por fin descansar un poco. La presión del agua era más suave pero el baño de arriba no era muy grande, así que todo el espacio estaba inundado en una enorme nube de baho que lo densificaba todo en mi cabeza.

No pude evitar pensar en aquella chica tan rara de la larga camiseta blanca que había visto en el supermercado. Blex. Así me había llamado, tal y como me llamaban en el jardín de infancia. Y justo después de pronunciarlo se había marchado, como si nada. Mi única reacción había sido una expresión llena de sorpresa y confusión, seguro que parecía un idiota, ahí plantado con la boca medio abierta y sin decir nada, pero a ella no le había importado. Había dicho mi nombre y eso había sido todo todo, sin tiempo para respuestas. Intenté recordar sus facciones buscando entre las pocas personas que conocía aquí, pero estaba seguro al ochenta y cuatro por cien de que no la conocía de absolutamente nada, aunque, sin ninguna duda, había visto sus ojos antes en alguna parte.

Me eché un poco de agua fría en la cara para intentar despejarme antes de alcanzar la toalla verde y salir de la bañera. Bajé cuidadosamente por las escaleras intentando no hacer mucho ruido para no despertar a mamá ni a Oliver porque ya estaban durmiendo y la madera de los escalones del altillo era vieja y todavía crujían un poco.

Rápidamente me sequé el pelo con la toalla y me enfundé en un par de pantalones de chándal que había dejado sobre la cama. Colgué la toalla, todavía húmeda, en el perchero de detrás de la puerta y cerré la ventana. Me tumbé sobre la cama y me agité un poco el pelo. Respiré hondo, mañana sería otro día largo y duro. Metí los pies bajo la sábana y por suerte no tardé mucho en quedarme dormido.

...

Se supone que debía seguir con mi vida de adolescente normal, así que obviamente seguiría asistiendo al instituto, además, mi hermano iría a clase también, y por suerte su colegio no pillaba de paso, así que me iba a librar de llevarlo y recogerlo de clase. Aun así, seguía siendo el nuevo. El chico nuevo en Bainbridge, el sitio del que todo el mundo se va. Genial.

El edificio no estaba excesivamente lejos de la casa, como a unos quince o veinte minutos caminando, de todas formas también podía coger el autobús, pero mientras no fuera una urgencia no iba a ser necesario. El instituto no era muy grande, solamente tenía un bloque, dos si contabas el gimnasio, así que supuse que todos debían conocerse entre ellos.

Con mi mochila gris cargada sobre el hombro derecho me acerqué a secretaría para pedir mi horario de clases y, una vez lo tuve, me sumergí en los pasillos llenos de ruido y estudiantes agitados, desconocidos para mí. No era exactamente el tipo de chico que no quiere hacer amigos, tiene mal genio o es terriblemente tímido, pero, definitivamente, no me gustaba sentirme observado por nueve de cada diez personas cuando no conocía absolutamente a nadie. No me podía refugiar, no me podía esconder.

- ¿Blair Morgan? ¿Alguien conoce a Blair Morgan? ¿Blair? ¿Blair estás aquí? Blair Morgan –escuché a un chico gritar detrás de mí –. Blair Morgan, te estoy llamando, Blair Morgan.

- ¿Qué estás haciendo? –inquirí cuando lo tuve más cerca.

- Eh, ¿eres Blair?

Tenía el pelo tan negro como el carbón y sus ojos estaban bastante lejos de ser grandes. También tenía una peca, pequeña pero espesa, en la parte izquierda de la barbilla y llevaba una camiseta muy ancha con una foto de pésima calidad de Notorious B.I.G con una pistola, como tres tallas más grande que la suya, no llevaba mochila, solo una riñonera colgando de su cintura. Estaba ahí de pie, simplemente mirándome, casi como todos los demás.

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⏰ Last updated: Aug 01, 2018 ⏰

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SUGAR (esp)Where stories live. Discover now