La batalla del elfo [larry]

Wolf ville.

Él podría asegurar que jamás había corrido tan rápido en su vida. Escapar del bosque de Houd Ville no fue fácil, no podría usar su magia porque era imposible hacerlo en un lugar que no la toleraba.

Las ramas de los arboles frondosos colisionaban contra su cabellera cuando sus pies se movían por la tierra húmeda demasiado rápido.

Su túnica había sido olvidada junto con sus pertenencias, pero, ¿a quién demonios le importaba? Estaban a punto de aniquilarlo antes de que huyera.

Elfos que servían al líder interrumpieron en su choza para darle el mensaje de que debería visitar al dichoso hombre.

Y él no era estúpido como para entrar a la boca del lobo. Corrió tan pronto cuando los vigilantes se distrajeron, hasta el bosque que cubría la aldea.

No había podido coger nada de sus cosas, dejó todo. Pero, ¿qué puedes perder cuando no tienes nada?

Es cierto, no tenía nada. Ni amantes, niños e incluso familia. Sus padres fueron aniquilados cuando Louis nació, ¿habrían sido ellos elfos mágicos también? ¿Ralph los había aniquilado por eso?

Y bueno, Ralph era el líder que estaba chiflado, ¡pensaba que Louis acabaría con la vida en la aldea! Ralph lo había criado, y llenado su cabeza de cosas que con los años olvidó. Ni siquiera podía matar a una mosca. Era un asustadizo que velaba por la justicia y la buena vida. Tenía un alma noble y un corazón fácil de doblegar.

Pero él mismo se sorprendió cuando encontró la valentía para huir de la muerte.

Se acercó a la frontera justo cuando cayó de rodillas en la tierra humeda. Estaba tan cansado y enojado de estar cansado y enojado. Consiguió abrigarse en la única fea manta de estambre que pudo conseguir. El invierno se acercaba y era cuando su piel podía ponerse más sensible y receptora a tan bajas temperaturas, debía encontrar un refugio antes de que eso pasara, sino moriría de hipotermina y no aniquilado.

Se levantó para acercarse al arroyo que cruzaba entre los dos bosques, el que daba un límite a ambos territorios y bebió hasta que no pudo hacerlo más. Enjuagó su rostro y lavó sus pequeños pies sucios con el agua que aún no se congelaba, pero que estaba helada para su piel sensible y rojiza.

Se cubrió los hombros cuando estuvo fuera del territorio de la aldea a la que, ahora, ya no pertenecía. Se estaba adentrando en territorio ajeno, no esperaba una grata bienvenida por quienes fueran dueños de las tierras, pero tampoco creía que saltarían a cortarle la cabeza.

Sus ojos se entrecerraban y sus pies rogaban un descanso. Juraba que habría recorrido al menos un par de kilómetros cuando el anochecer había caído sobre él como la suave manta que lo cubría hasta las orejas puntiagudas.

Se acurrucó entre unos arbustos que lo mantenían oculto cuando sus ojos azules se cerraron por el cansancio físico.

Se quedó dormido, ignorando su propio temor, esperando que su vida al menos cambiara para cuando despertara.

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- Harry, te juro que sentí un olor extraño. No era de ningun miembro de la manada.

Gruñó molesto. Y vaya que lo estaba. El lobo lo había traído al bosque solo para que perdiera el tiempo. ¡Además que lo despertó muy temprano! El sol ni siquiera había salido y él ya estaba en medio del bosque, pero no podía quejarse. Ahora era el alfa de su manada y tenía que protegerlos, aunque eso significara levantarse temprano. 

Su padre había muerto en la guerra de tribus, no había sido fácil enterrarlo y asumir el cargo que era suyo por derecho de nacimiento. No se sentía listo.