2# "La Fiesta"

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Jamás me ha importado demasiado como luzco, obviamente porque al fin y al cabo ni yo mismo podré observarlo, pero algo acerca de esta noche me ponía más nervioso de lo normal. Así que me arreglé un poco mi cabello, me puse una camisa básica con unos jeans, y finalmente unas botas. Mi padre siempre solía decirme cuándo iba mal vestido, y eso me hace recordar que de alguna manera sigo queriendo que esté aquí, sin llegar a necesitarlo del todo.

Iba camino a la fiesta cuando sentí una fría pero a la vez refrescante brisa que hacía erizar mi piel; Amaba ese tipo de sensaciones que pocas veces me daba el tiempo de admirar, porque cada pequeña cosa que hacía vibrar mi interior me hacía sentir más vivo, y justo en ese instante, era donde más anhelo tenía de detener el tiempo. Ese tipo de cosas que uno pasa por alto por la preocupación constante y la necesidad de ir acelerados por la vida.

De vez en cuando me imagino como es que sería mi vida sin que esa maldita avioneta no se hubiese estrellado; Por supuesto que no habría perdido a mí madre, y todavía tendría mi visión intacta. Pero algunas veces me pongo a pensar, que la mayoría de gente se disculpa y entristece más por el hecho de que no puedo ver, sin detenerse a pensar lo horrible que fué perder a mi madre.
Pero esta nueva forma de oler, tocar y sentir para mí no habían sido más que un logro por todas las nuevas capacidades que adquirí a la hora de perder la vista. Mientras que otras personas en mi posición, hubieran decidido dejar de existir...

Estaba demasiado ensimismado conmigo mismo que ni sin darme cuenta llegué a la fiesta, se oía mucha gente cantando al ritmo de la música, que sinceramente no era nada de mi gusto, pero de todas formas me encaminé cada vez más hasta que supe que estaba en medio de la multitud.

-Hablando del rey de Roma...te estábamos buscando- dijo una voz masculina que imaginé que era la de Iván.

-No te veíamos por ningún lado- acotó Sabrina mientras me daba un abrazo amistoso.

-Acabo de llegar- mencioné con entusiasmo, un poco aturdido por el fuerte volumen de la música y el recibimiento efusivo e inesperado.

-Pero ya estás aquí, así que, ¡Vamos a la fiesta!- exclamó Samantha, reí un poco por su efusividad, tomó mi mano y me guío entre la gente, cuando ya habíamos llegado a  donde quería agregó-¡vamos, muévete un poco!

Estaba esforzándome demasiado para poder bailar y moverme al ritmo de la música, pero a decir verdad, nunca fuí muy espontáneo para mis cosas. Pero estaba haciendo lo mejor que podía, de todos modos, me estaba divirtiendo; Jamás me había sentido con tanta adrenalina en toda mi vida, sentía que podría bailar horas y horas sin descanso alguno.

Luego de un rato Samantha e Iván se fueron a "no sé dónde", mientras que yo y Sabrina seguíamos disfrutando de la música.

-¿No crees que deberíamos ir a buscarlos?- le pregunté a Sabrina un tanto preocupado ya que había pasado más de una hora.

-Deben de estar bien, siempre hacen lo mismo.- dijo con un tono de dejadez absoluta- ¿Que te parece si vamos a buscar unas bebidas para los dos?- y sin siquiera darme tiempo de contestar, me arrastró por el campus en busca de unos refrescos de dudosa procedencia.

- ¿Que es esto?-Mencioné asqueado luego de un largo trago.

-Tequila...¿Este no es tu tipo de fiesta habitual cierto?.

- Para nada, solo que me siento un poco mareado; ¿Me acompañas a  sentarme un segundo?- sentía que todo daba vueltas y vueltas. ¿Había mencionado antes que tampoco nunca había experimentado con el alcohol?.

-Está bien, pero solo un segundo, porque están tocando mi canción favorita- dijo con gran entusiasmo.

Fuimos a sentarnos en una banca cercana y me desplomé en ella, sentía que mi cabeza latía con fuerza, mis pies se sentían hechos de plomo, y mis movimientos no eran para nada coordinados. Creo que me sorprendí a mí mismo viendo lo que un vaso de tequila me podía hacer. Luego de un minuto me sentí un poco mejor, pero la preocupación seguía conmigo y a la vez con Sabrina; Así que nos encaminamos a buscarlos en medio de toda la música y gente descontrolada.

A decir verdad tampoco estaba en perfectas condiciones de ser el responsable de más personas, pero la intriga de dónde estaban me estaba carcomiendo por dentro.

- No puede ser...- dijo Sabrina alarmada- me llevó a donde era su preocupación y allí estaba Sam, arrojada en el suelo llorando e Iván estaba a su lado, gimiendo de dolor.

-Ellos vinieron...y luego...no pude hacer nada- trataba de explicar alarmada Sam mientras yo la ayudaba a levantarse.

-Mejor vámonos de aquí-dije tratando de tranquilizarla.

Ayudamos a levantarse a Iván, que se quejaba sin poder pronunciar palabra, pero luego de un rato caminando se desplomó y sin pensarlo, llamamos a un taxi y lo llevamos al hospital.

Amar a la Primera Prosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora