Broken

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La vida es hermosa. Un viaje mágico en el que aprendes un sinfín de cosas. Es un regalo que todo el mundo debería apreciar.

Miles de pensamientos rondaban su cabeza, incapaz de olvidar, Tony Stark pasaba los días encerrado en su laboratorio bebiendo. Si tan solo hubiese sido más rápido. Si no le hubiese metido en todo aquello. Sería capaz de renunciar a sus recuerdos juntos con tal de devolverle la vida. Sería capaz de vivir con el dolor de jamás tener su final feliz juntos si con eso el chico podía vivir su vida. Aquella que merecía. Era injusto. La vida y la muerte son jodidamente injustas. La muerte se lleva a personas inocentes, que no lo merecen. Y la vida deja marcas en las personas que se quedan, viendo a todos morir. La muerte no era algo que Tony desconociera. Ya le había arrebatado a sus padres, a su mejor amigo y ahora al amor de su vida. ¿Qué sentido tenía seguir adelante? ¿Para qué? Había pasado los últimos seis meses encerrado en su laboratorio intentando encontrar alguna fórmula que revirtiera los efectos del chasquido. Algo que trajera a todos de vuelta. O por lo menos que lo trajera a él. Podía ser egoísta y todo pero a Tony poco le importaba. Necesitaba volver a verle, tocarle y no volver a soltarle. Steve, Bruce y los demás habían tratado de consolarle aunque en su mayoría estuviesen en la misma situación. Todos habían perdido a alguien especial. Algunos de ellos, a más de una persona. Steve renunció a su escudo pues ya no le veía sentido a seguir sin Bucky a su lado. Claro que ya había experimentado esa sensación antes, cuando «el soldado de invierno» permanecía oculto. Sin embargo todo era diferente ahora, Bucky había cambiado, había evolucionado y ellos habían vuelto a empezar su historia juntos. Thor era por así decirlo la persona que más tenía para sufrir y culparse. Había perdido a su hermano tres veces, a su padre, a su madre, a su mejor amigo, a todo su pueblo, su martillo... Incluso un ojo. Y sin embargo seguía sonriendo, haciendo grandes esfuerzos para levantar el ánimo de los que quedaban. Durante los primeros días nadie comía. Nadie bebía. Nadie hablaba. Nadie dormía. Con el paso del tiempo recobraron sus sonrisas, unos antes que otros.

Todos excepto Tony.

Se negaba a aceptar la realidad. No podía hacerlo. El dolor era tan insoportable que hubiese preferido que un reactor le perforara el pecho a seguir sintiendo aquello. Pepper había intentado animarle, llevándole cajas de sus rosquillas favoritas, apartando el alcohol y obligándole a comer comida decente. Happy también lo intentó. Incluso aprendió a hacer trucos de magia y memorizó chistes -para nada graciosos- como los que él solía contar en mejores tiempos. Nada había resultado. Cuando parecía que su estado mejoraba, una oleada de recuerdos lo golpeaba derribándolo y hundiéndolo nuevamente en una profunda depresión. El día en que consiguieron darle caza a Thanos, Tony se juró que lo haría pagar por todo lo que había hecho. Quiso golpearlo hasta que la última gota de su asquerosa sangre se derramara sobre la que sería su tumba, pero Steve se lo impidió. Sabía que eso no era lo correcto, que la violencia no lo traería de vuelta. Nada lo haría. La rabia y el dolor hablaban por él y eran dueños de sus acciones, impidiéndole pensar con claridad. No fue fácil encerrar al titán pues tuvieron que buscar un buen lugar, al que Tony jamás tuviese acceso. No sabían si sus ataques de ira durarían mucho tiempo o si eran algo pasajero. Tony deseaba morir. Lo deseaba incluso más de lo que había deseado vivir eternamente junto a su amado. Sabía que no podía dejar al mundo desprotegido. Después de lo sucedido todos se fueron. Lo dejaron solo de nuevo. Se marcharon a reconstruir sus destrozadas vidas. Él debía hacerlo también. ¿Pero cómo mierda lo haría si su única razón de ser había desaparecido? ¿Cómo se supone que se supera un suceso así? ¿Cómo puede alguien volver a sonreír con sinceridad después de ver a la persona que ama morir entre sus brazos?

No podía decidir si su dolor era o no mayor al dolor que había visto en la mirada de May al verle regresar solo a casa. La forma en que su voz se había roto al escuchar lo acontecido. Las abundantes lágrimas que la habían ahogado ese día hasta el punto de quedarse afónica por tanto gritar. Dolor, frustración e impotencia. Eso sentía May Parker. Su sobrino jamás volvería a casa. Jamás volvería a desobedecerla. Jamás volvería a comer con ella en aquel restaurante que ambos adoraban. Jamás volvería a escaparse de noche para patrullar la ciudad vestido como Spider-Man. Jamás volvería a construir Legos de Star Wars con su mejor amigo. Lo único que quedaban eran los recuerdos y las fotos. En un principio quiso matar a aquel bastardo de Tony Stark por reclutar a su sobrino a tan corta edad. Quiso ahogarlo. Quiso hacerle tantas cosas horribles que no alcanzarían las palabras para describirlas. Pero cuando comenzó a llorar junto a ella, cuando tuvo que permanecer en silencio para dejar de sollozar, cuando vio lo realmente afectado que estaba, comprendió que jamás debió culparlo por lo sucedido. El responsable de todo aquello era Thanos. No entendía qué era esa criatura exactamente pero sabía que su sobrino había muerto luchando con honor. Los había salvado a todos. Ojalá no lo hubiese hecho. Expresó Tony antes de marcharse aquel día de la casa de los Parker, jurándose a sí mismo jamás volver.

El alcohol y la tecnología eran sus únicas escapatorias. Recluido en su laboratorio, Tony juró jamás dejar de intentarlo. Haría todo lo que le fuese posible e imposible para traerlo de vuelta. Tenía que hacerlo. No podría vivir sin él. Su tía no merecía eso y por muy egoísta que sonara, él tampoco quería quedarse sin su Underoos. Se culpaba a menudo. Cuando el sueño y el cansancio lo vencían después de días y noches sin dormir. Cuando se veía obligado a dormir aunque fuesen un par de horas. Cuando las pesadillas lo atormentaban hasta tal punto que despertaba llorando, sudando o con marcas y arañazos en los brazos. Sabía que no tenía caso auto lesionarse para desahogarse o para sentirse mejor consigo mismo. Tenía que seguir intentando. Probar fórmulas y nuevas combinaciones para reparar aquella gema color ámbar. Mentiría si dijera que no pasó muchas noches pensando en terminar todo. En rendirse y volver junto a Peter en el otro lado. Lo hubiese hecho el mismo día que regresó de hablar con May si no fuese porque una chispa de esperanza lo azotó al escuchar que algunos efectos desastrosos podrían ser revertidos. No quería jactarse de sabelotodo pero no creía poder encontrar a alguien que lo superara en inteligencia. Ahora que Peter ya no estaba, el primer puesto volvía a ser suyo. Había trabajado junto a Bruce los primeros cuatro meses pero este había renunciado al no ver resultados positivos. Él jamás se rendiría. Tenía que hacerle volver. No podía permitirse vivir así. Sabía que poco a poco se estaba volviendo loco, con la simple idea de volver a tener a Parker allí junto a él, de volver a tocarle, abrazarle y besarle. Cuando la desesperación se adueñaba de él se ahogaba en alcohol y recuerdos de una mejor época. Era masoquista pero le daba igual. Necesitaba mantener vivos sus recuerdos, pues al fin y al cabo, no le quedaba nada más. En una de esas noches de insomnio y culpabilidad, se juró a sí mismo que lo traería de vuelta, aunque fuese lo último que hiciese.

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Broken | StarkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora