Cuando era pequeña, recuerdo que
mi padre lo era todo para mí.Solía llegar a casa a media noche,
cansado después de una larga jornada laboral.Recuerdo que me gustaba fingir estar dormida,
escucharle preguntar por mí, y
cuando mamá respondía que yacía dormida,
yo me levantaba de la cama
para decirle que era todo una broma.Le recuerdo cansado,
cabeceando a causa del sueño,
y a pesar de eso
siempre se hacía un espacio
para jugar unos minutos conmigo.Cada noche, llegaba del trabajo
y jugábamos hasta que caía dormida.Pero un día no llegó. Y otro. Tras otro.
Comenzaba a preocuparme,
mamá lloraba por las noches
cuando pensaba que yo dormía.Las pertenencias de papá
cada vez eran menos,
de un día a otro,
no quedaba nada de él en casa.Era como si él
nunca hubiese estado ahí.Una noche, mientras mamá lloraba,
le abracé lo más fuerte que
mi pequeño y débil cuerpo
me lo permitió.Sólo tenía siete,
lo recuerdo bien; y
mi madre me dijo algo que me dolió."Tu padre se fue de casa, cariño.
Mamá y papá ya no están juntos."Tenía siete,
lo más que entendía fue que
papá ya no dormiría en casa,
pero con el tiempo
las cosas se aclararon.Cinco días a la semana los compartía con mamá;
los Sábados por la mañana,
mi padre estacionaba su auto frente a casa
y me ayudaba a subir a este,
tomábamos camino a un pequeño apartamento
en algún lugar fuera de la ciudad.Los Domingos a las 8pm,
mamá me esperaba en casa,
con una sonrisa enorme
y los brazos bien extendidos.Recuerdo los largos y aburridos trayectos
que se recorrían de casa
al pequeño apartamento.Mi padre tenía descargas de vídeos de Michael Jackson;
apenas subía al auto,
quedaba perdidamente entretenida
admirando los actos del artista.Recuerdo que mi interés por la música
se originó en el momento
en el que escuché a Jackson cantar.
Miraba sus videos
como toda una chica
enamorada de un modelo;
pero no admiraba su físico, no,
yo estaba perdidamente enamorada
de sus pasos de baile
y sus altas notas vocales
alcanzadas a la perfección.El estar en aquel pequeño apartamento
se volvía una rutina de total aburrimiento.Llegar al lugar, tomar el desayuno,
ver tv el resto del día, y salir por las
noches a comer algo en la calle.Llegar al pequeño apartamento
comenzaba a volverse tedioso,
eran pocas las veces en las que
existían mis ganas por ir al lugar.Conforme crecía,
mi emoción por encontrarme con mi padre
era cada vez menor.
Desde que tenía siete
no estaba en mis encuentros escolares,
en mis días de fuertes malestares y enfermedades,
ni si quiera estaba en mis fiestas de cumpleaños.Recuerdo que observaba con atención
a mis compañeros y a sus padres.
Me partía la cabeza pensando en si,
algún día, mi padre llegaría a sorprenderme
con el hecho de ir a recogerme al concluir
con un cansado día de clases.Pero no, nunca pasaba,
por más grandes que fuesen mis deseos de ello.
Nunca pasó.Si bien,
mi padre nunca estuvo presente en mi vida.Jamás fue así, y jamás lo será.
Eran tantos mis anhelos,
mis esperanzas por verle ahí;entonces me preguntaba,
¿a dónde van los deseos,
cuándo se quieren tanto,
pero no se cumplen?–FR–