Capítulo 1

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Un suave aliento, la dulce tonalidad de una voz al cantar, resplandecientes destellos cegándolo casi todo, borrosas siluetas y colores entremezclándose. Palabras y frases a medio terminar. Nada tenía sentido, ni el ligero batir de dos alas frente a ella, el recuerdo de aquellos brazos protegiéndola, ese ligero aroma a jazmín que quedará prendado en su mente por la eternidad. Susurros que aumentan su dolor de cabeza y aquel miedo indescriptible a perder algo que ni siquiera posee. La sensación de no poder respirar apropiadamente, ahogarse en sus pensamientos y que nadie acuda a salvarla. Sabe que no se encuentra bien, que algo le falta; pero no sabe que es, probablemente nunca lo sepa. Repitiendo aquellas únicas palabras que comprende de sus difusos recuerdos una y otra vez. Una y otra vez.

Sálvala... has lo que sea necesario pero sálvala...

Son justamente esas palabras las que la atormentan a diario y no la dejan descansar. La escalofriante angustia en ellas, la desesperación y tormento que exuden de aquella dulce voz. No conoce a quien las pronuncia, ni siquiera recordar su rostro es algo que pueda hacer. Es lo que ha tratado de explicarle a su terapista todos estos años. Pero, él no comprende, no la escucha, solo se aferra a la idea de que está mintiendo y que ella no es más que una adolescente sedienta de atención, igual que todos. Sus palabras son las mismas en todas las sesiones: "Son pesadillas, deja de hacer un drama por todo. Preocupas a tus padres sabes". Lo peor, es que él no miente del todo. Basta con ver la mirada angustiada de su madre al preguntarle si los sueños han mejorado o la de exasperación de su padre al no saber cómo lidiar con ella.

Sus opciones se acaban, lo sabe. Sin embargo, no era culpa suya los constantes desmayos o los ataques de pánico en los que solo escuchaba esas palabras una y otra vez, empezando por ser casi imperceptibles susurros hasta convertirse en insoportable gritos que amenazan con dejarla sorda. Al fin de cuentas, tampoco recuerda el momento exacto en el que comenzó todo. Puede decir que al llegar a la pubertad, pero ella sabe que miente, los sueños siempre han estado presente desde que tiene memoria, nunca ha soñado algo diferente a esas borrosas imágenes.

Comprende que la paciencia de sus padres ha llegado por fin a su límite, quien podría soportar eternamente a alguien tan inestable como ella, especialmente siendo tan mal modelo para sus hermanos pequeños, quiere creer que la llegada de la nueva bebe no ha influenciado en su decisión. A pesar de ello, la propuesta - no, la orden - de su padre la ha descolocado por completo. No quiere aceptarlo, no, no, no. Busca desesperada el consuelo en los bellos ojos de su madre, siempre lo había encontrado. Pero, no esta vez. Solo había en ellos una terrible determinación. La angustia crece dentro de ella, como si fuera un monstro que devora cada pulgada de su ser consumiéndola por dentro. Pero, es que nadie entiende que sus padres no podían hacerle esto. No podían haberse cansado de ella al punto de querer borrarla de su vida. Después de todo no había sido su intención olvidar que estaba cuidando a la nueva princesa de la casa cuando se vio envuelta en uno de sus incontables ataques de ansiedad, no había querido dejarla sola en la bañera. ¡Porque no entendían que no había sido su intención!

Caería de nuevo, presa del pánico. Quiere evitarlo, pero su miedo siempre ha sido más poderoso que su voluntad. Los susurros comienzan, están por todas partes. Las luces son demasiado potentes. La delgada línea que separa a lo imaginario de la realidad se torna difusa. No sabe si confiar en sus sentidos. O si está sufriendo otra pesadilla tal y como dice su terapista. Aunque sabe que no es cierto, que todo es escalofriantemente real y no se puede soñar estando despierta. Aun puede divisar la mirada aterrada de su madre observándola fijamente. Sabe cómo se ve. Una delgada joven sosteniendo fuertemente su cabeza con sus manos, los ojos desenfocados y pronunciando palabras ininteligibles. Cualquiera huiría al presenciar uno de sus ataques. Se alegra que sus padres no lo hagan a pesar de todo.

Sálvala... Sálvala... ¡Sálvala!

Los susurros se convierten en gritos y ella ha perdido la poca cordura que le quedaba. Las imágenes pasan a través de sus ojos de una forma vertiginosa. No puede distinguir nada. El par de alas batiendo frente a ella. Los brazos rodeándola. La sensación de protección. Fuego. Fuego. Mucho Fuego. Dolor, también percibe dolor. Sin embargo, algo ha cambiado, algo es diferente. Logra distinguir una nueva frase en el dulce cantar y sabe que acaba de condenarse a sí misma todavía más.

Descansa mi dulce niña, que un cielo lleno de estrellas verás.

No tiene sentido, nada lo tiene. Nunca lo ha tenido. No comprende el significado de las nuevas palabras que ha logrado distinguir. Mas en ellas no existe dolor o tormento alguno. Eso la alivia, la tranquiliza. Solo existe en ellas un profundo amor. No necesita comprender nada. Esa inesperada frase la ha calmado. Los gritos pierden intensidad. Las lucen ya no ciegan su visión. Puede oír a su madre llamándola, repitiendo su nombre una y otra vez.

Su padre sigue frente a ella, tiene un pequeño atisbo de preocupación en su mirada. Pequeño, muy pequeño. Desaparece, rápido, fugaz como una estrella. Sabe que no ha cambiado de opinión, él nunca lo ha hecho. Se mantiene firme. No quiere volver a quebrarse, no lo resistiría. Se aferra a los brazos de su madre como su única salvación. No sabe en qué momento exactamente la ha abrazado, no le importa. El abrazo se vuelve más profundo cuando su padre repite las palabras que la conllevaron al ataque de pánico que acaba de sufrir.

"He hablado con tu tía Emerald, iras a vivir con ella. Creo que nuevos aires, nuevos lugares te ayudaran. Ella está encantada de recibirte."

Es en ese instante que todo se torna negro.

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⏰ Last updated: Aug 02, 2018 ⏰

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El lago de los recuerdosWhere stories live. Discover now