El niño que vivió ahora era El niño que venció, siendo el más reconocido mago del mundo mágico por derrotar a la gran amenaza que era Voldemort.
Había terminado la escuela junto a Hermione, Ron y sus demás amigos. Ahora vivía en la casa que había sido alguna vez de su padrino, trabajando en el Ministerio como Auror teniendo una vida tranquila junto a-
–¡Potter! –Rugió una persona desde la cocina de la casa.
–¿Qué pasa, Draco? –Preguntó el azabache al entrar en el lugar.
Sí, su vida y casa eran compartidas con Draco Malfoy, quien había sido su "enemigo" en la escuela, empezando su relación luego de que lo ayudó en el baño de los prefectos a resolver el problema con el huevo de dragón, resolviendo también los problemas entre ellos...
–Ya regresame mi maldita varita. – Siseo el rubio igual que una serpiente. Harry pudo ver esa chispa malvada en la mirada de su pareja, mirada que le hacía sentir que no era buena idea regresarle la varita en ese momento.
Lo que había pasado era que Draco estaba siendo muy molesto e impertinente en cuanto a "hacer las cosas al estilo Muggle" se debía. Harry prefería hacer las cosas así, mientras que Malfoy quería hacer todo con magia, lo que llevó al Gryffindor a querer darle una lección a su novio.
–No. –No había pasado ni dos días sin su varita, no era suficiente castigo. Draco tomó con mas fuerza el sartén en su mano –¿No?. –Dudó Harry.
–Harry, amor –Estaba en peligro, porque Draco sólo lo llamaba con cariño cuando lo iba ha amenazar –, dame mi varita... –el rubio se acercó lentamente con esa sonrisa que daba miedo –... o haré que haber peleado contra Voldemort se vea como un juego de niños.
Si el gran héroe de todo el mundo mágico tembló, fue sólo una corriente de aire frío que entró por la ventana.
–Haz esto. –Pidió Harry extendiendo los brazos frente a él, alejándose varios pasos de Malfoy, quien le miro como si le hubiera salido una cabeza de más.
–Harry-
–Y luego hablaremos de regresarte tu varita. –Prometió esperando que lo que estaba haciendo funcionará para salvar su pellejo y distraer a su pareja.
Malfoy dudó unos minutos, mirando a Harry aún con los brazos extendidos frente a él. Bufó antes de aceptar y hacer lo que su novio le pedía. Draco se alejó un poco y levantó los brazos como Harry, dejándolos alzados entre él y los del azabache.
–Ahora une tus dedos frente a ti. – Harry lo hizo y Draco lo imitó, realmente aburrido y sin entender para qué era todo eso. Su pareja podía ser a veces tan extraña, pero era Harry y además un Potter, así que no esperaba menos. –Bien, no te muevas. –Le pidió el de ojos verdes antes de agacharse y meterse en el espacio entre los brazos de Draco.
El rubio no pudo evitar sonreír como tonto cuando Harry se metió entre sus brazos y le dio un beso en la frente mientras le tomaba por la cintura. Bien, Draco seguiría enojado hasta tener su varita de regreso, pero lo dejaba totalmente de lado sólo por un momento. El chico de ojos plateados afianzó su agarre alrededor de los hombros de su pareja.
–Buena jugada, Potter. –Felicitó Malfoy y no había nada de sarcasmo en su voz.
El salvador del mundo mágico estaba listo para decir algo inteligente ante eso, pero Draco prefirió adelantarse a sus palabras y atacar sus labios con un beso.
Harry tomó con más fuerza la cintura de Draco y lo acercó, cerrando el pequeño espacio que había entre ellos.
Draco, en esas ocasiones, maldecía un poco el golpe de alargarse que le había dado a Harry los últimos años en Hogwarts, rebasándolo sólo un poco; al menos, lo suficiente para que él tuviera que estirarse un poco para poder besarlo adecuadamente.
Potter no pudo evitar desviar el agarre de la cintura de su pareja para ir bajando hasta llegar a sus glúteos, apretandolos y ocasionando que Draco soltará un jadeo, dando por interrumpido el beso.
El Gryffindor no esperó y alzó a Malfoy, atacando su pálido cuello con mordiscos y besos. Draco amaba cuando Harry se ponía de humor para tener sexo, usualmente su pareja era tonta y lenta para captar las cosas, pero en el sexo era otra cosa.
–¿Ha dónde crees que vas? –El rubio cuestionó cuando Harry se empezó a mover fuera de la cocina. El azabache le miró confundido. –Tengamos sexo aquí, aquí ahora. –Pidió, moviéndose e intentando que las erecciones que ya tenían rozaran.
Harry estaba en el cielo.
Regresó unos pasos y recostó a Draco en la mesa de la cocina. –Esto no significa que este menos enojado contigo. –Le recordó el Slytherin, perdiendo de vista a Harry, quien bajaba por su abdomen.
Potter sonrió mientras bajaba cada vez más por el cuerpo del mago, dejando mordiscos y besos hasta llegar a su objetivo, haciendo gemir a Malfoy.