4- Hielo

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- tranquilizate Erick, tranquilo... - lo abrazaba con toda la fuerza que poseía, intentando él también tranquilizarse.

-...es que no puedo evitarlo, ¿y si ellos mueren? - los ojos de Erick soltaban cada vez más lágrimas.

Sin poder evitarlo el moreno apreto los labios y cerró fuertemente sus ojos; no quería llorar, no ahora, su dolor era grande sabiendo que en cualquier momento puede llegar el doctor y decir que había muerto alguno de sus hermanos.

- no Erick, eso no va a pasar; los chicos que están año adentro, son fuertes, ellos lo van a superar - trató de convencerlo, abrasándolo fuertemente contra su pecho.

Zabdiel tenia razón, ellos iban a superarlo, lo iban a lograr; en su vida había conocido a unos chicos tan valientes como Joel y Christopher, tal vez sean diferentes con respecto a personalidades, pero no eran tan diferentes en el aspecto de sus expectativas; ambos luchaban por lo querían, no lo dejaban a medio camino o se acobardaban, hacían la guerra si era posible para conseguir su objetivo, ambos eran tan parecidos y tan diferentes.

- ¡ya no lo soporto! - las lágrimas del dominicano se extendían por su rostro mojando sus manos e incrementando su dolor.

- Richard tranquilo...

- ¡¡callate Zabdiel, esos dos están hay luchando por su vida y tu tranquilo, tranquilo!!; ¿¡dime como mierda quieres que esté tranquilo sabiendo que quizás pierda a un hermano hoy!?, ¡¡no seas idiota!! - su coraje le había ganado, ya no lo soportaba, lamento mil veces haberle dicho eso a su hermano, pero estaba totalmente fuera de sus casillas.

Mientras que el rizado sólo bajo la vista y apego más al ojiverde a su cuerpo; no quería llorar, pero el sólo pensamiento de ver una lápida con él nombre de uno de sus mejores amigos bastó para que apretara con fuerza su párpados y colocara su cabeza en el hombro del cubano y soltara todo eso dolor y sufrimiento acumulado.

- ¿¡Richard que fue lo que pasó, por Dios!? - la voz agua de su mánager retumbó en todo el pasillo, los chicos sólo aportaron los ojos y negaron duramente; ante la mirada desesperada de su mánager el moreno se dispuso a constatar cuando un griterío escandaloso se escuchó, se acercaba más y más hasta que uno pudiera percatarse de que se trataba.

Richard miró a su mánager sin comprender, tratando de encontrar una explicación lógica, la cual no había encontrado.

- las fans intentan entrar a toda costa, quieren ver a los chicos - este sólo se toro en una silla de allí y soltó un pesado suspiro.

-

- su respiración no esta estable doctor - exclamó observando el aparato.

- aumenten la potencia - ordenó tomando el artefacto.

- listo - informó mirando al doctor.

- descarga- exclamó.

Las frías partes de aquella cosa habían impactado el cuerpo del joven, lanzando una descarga eléctrica a todo su cuerpo, haciendo que este reaccionará a ello.

El desesperante sonido de la máquina anunciando que su corazón lados menos, incrementaba los nervios en aquellos doctores.

Varias descargas más a su cuerpo y nada, simplemente no reaccionaba...

-

- ¡lo estamos perdiendo doctor, lo perdemos! - la mujer exclamó desesperada mirando al doctor...

- descarga-

Una descarga, otra, otra, otra... nada... su corazón había dejado de funcionar...

-

Vacío, no había nada más que un panorama blanco, no habían árboles, ni tampoco edificios, solo blanco.

Divagó por el lugar hasta encontrar una puerta, en su totalidad dorada, la tocó, oro puro, se preguntaba como es que eso era pasible...

- ¿es algo inalcanzable no? - una voz había resonado a sus espaldas haciendo que girara exaltado.

Observó al extraño con semblate corioso, había algo de ella que le resultaba extrañamente familiar, la pregunta era ¿quien era esa persona?...

- sientes la necesidad de cruzar allí y poder ver todas sus maravillas, pero hay algo dentro de ti que te dice que nunca lo lograrás - sus palabras agrandaron su curiosidad.

La mujer había dejado ver su rostro, traía unos ojos verdes cual rubíes exóticos y cabellera obscura como la noche, sus prendas eran en su totalidad negras, exceptuando por el broche platinado en su hombro derecho, el cual sostenía todo su vestido.

- ¿quién... quién eres...? - había formulado sin separar su vista de esos ojos verdosos.

La mujer sonrió con tristeza...

- soy un alma perdida... no tengo lugar a donde ir, no tengo familia, no puedo estar ni en el cielo, ni en el infierno... divago por la tierra sin motivo alguno... este fue el precio que tenía que pagar por lo que había hecho... no siguas mis pasos Joel... es muy malo... - advirtió.

Su expresión fue neutra, ni él mismo sabía que era lo que tenía que sentir, en estos momentos estaba deseando que esto sólo fuera un sueño, que pronto llegara Christopher y lo despertara, que pudiera abrazarlo y sentir aquel valor que tanto le agradaba...

- Cuida a Chris, por favor -

La sombra de la muerte(virgato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora