Expectations | WooLe

Expectations

Todos esperan lo mejor de él.

Es bueno en el baile, tiene una voz impresionante y un carisma único; el problema es que no a todos se les mantiene contentos.

Sus padres jamás le han puesto límites en cuanto a su forma de ser y comportarse, así que es sumamente difícil obedecer a otros cuando no hubo restricciones en el pasado.

Ahora, sin embargo, debe obedecer a managers, estilistas y directores.

Y le pone mal. Le molesta tener que estar tan controlado, ser tan perfecto a los ojos de los otros, seguir órdenes de distintas autoridades y cumplir con las expectativas de los demás.

Es por eso que ahora ensaya sin parar en la sala de baile, sin detenerse un momento a respirar, y no sabe si lo que siente en su piel es sudor o son lágrimas.

Deja de bailar cuando una silueta alta en el fondo de la habitación se presenta ante sus ojos, reflejándose en el espejo.

— Jungwoo-hyung...

Un susurro y sus ojos se abren con sorpresa. Observa, estático, cómo el mayor se acerca a él con una pequeña toalla en su mano y su siempre tranquila mirada.

Jungwoo se coloca frente a él, quita el cabello rubio de su frente y seca las pequeñas gotas de sudor, siendo delicado en todo momento.

Sus pulgares limpian las lágrimas y Chenle se regaña por derramar más.

—Hola — saluda el mayor, sonando adorablemente preocupado.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?

—No te encontré por ningún lado en los dormitorios, y te conozco bien para saber qué haces cuando te sientes mal.

Eso significaba que llevaba un buen rato buscándolo.

—Lo lamento.

Pero Jungwoo no se queja, y no lo regaña como los demás, simplemente lo abraza fuerte y Chenle llora; suelta su coraje en el pecho ajeno y pide estar en paz pronto, ser feliz aún cuando sacrifica tanto.

Sus piernas flaquean y pronto ambos se encuentran en el piso, abrazándose fuerte.

— No me gusta cuando me prohíben ser yo, hyung — musita contra su pecho y el mayor acaricia su cabello para calmarlo — No me gusta dejar de ser yo para complacer a los demás.

—No tienes por qué hacerlo, Lele.

Chenle se separa de su cuerpo para mirarlo curioso; Jungwoo mantiene su expresión serena, sus labios formando una sonrisa tranquila y sus ojos siendo siempre gentiles.

—Sé que los mánagers son duros, así como los profesores que nos entrenan; algunas veces los mayores se molestan con las cosas más simples y, su estrés es tanto, que esas veces no pueden evitar reprochar por todo, pero no es específicamente contra ti, pequeño.

El menor se limpia las lágrimas con las mangas de su hoodie. Siempre ha agradecido la atención que le brindan sus mayores, principalmente la de Jungwoo; el chico es atento y amable por naturaleza, y realmente es un alivio tener a alguien que le cuide tanto.

—No me gusta cuando me regañan por gritar cuando me río... Me recuerda a que debo cambiar mi risa para que sea agradable a los demás.

Jungwoo le revuelve el cabello.

—Creo que tu risa es encantadora — admite, y los ojos de Chenle brillan con ilusión.

—¿En verdad? 

—Por supuesto, es mi risa favorita. 

Pero todo se siente como un sueño, como si fuese forzado; sabe que Jungwoo no miente, pero todo es tan poco creíble para él, que resulta doloroso.

—No tienes que decir esas cosas, hyung...

—Hablo en serio— la mano de Jungwoo se dirige hasta su mejilla y la acaricia —Sin ti, no somos una familia, Lele. Eres una de las personas más maravillosas de este planeta; siempre te ocupas de Jisung y de tus mayores sin dudarlo; eres muy divertido, atento y adorable. Agradezco siempre a Dios que estemos juntos en este gran equipo, así que, por favor, nunca cambies, Chenle.

El menor vuelve a abrazarlo para evitar exponer su sonrojo y el brillo de emoción en sus ojos. 

Su perfecto y precioso Jungwoo-hyung, que siempre lo ha tratado bien y le ha dado el cariño que muchos prefieren darle con molestias; el joven que siempre le saca una sonrisa y está ahí para consolarlo cada vez que se siente mal.

Ahora recuerda por qué le gusta tanto.

Jungwoo ríe y Chenle siente la vibración en su pecho; es cálido y reconfortante a tal punto que puede ser adictivo. No quiere separarse nunca de él.

—Anda, Lele, hyung te comprará algo de cenar.

—Podemos cenar pizza?

—Pizza será.

Ambos se levantan, sacuden su ropa y salen de aquella gran sala de ensayos.

—¿Sabes? Yo también he vivido en las expectativas.

Chenle lo mira sorprendido, curioso, mientras caminan con tranquilidad hasta el elevador. Jungwoo le revuelve cariñosamente los cabellos, mostrando sus dientes de conejo en una alegre sonrisa que esconde las malas experiencias.

—Ser un chico en un grupo conlleva muchas responsabilidades; no debes tener preocupaciones, tampoco estar molesto y debes lucir siempre como un cantante y bailarín perfectos.

—Es difícil serlo cuando estás ocupándote todo el día. 

—Es difícil ser tú mismo y expresar lo que sientes, por eso te entiendo a la perfección.

Cuando suben, Jungwoo toma su mano y entrelaza sus dedos, provocando un respiro de emoción. Cuando lo mira, el mayor tiene una sonrisa ladina.

— ...¿Hyung?

—Tú también me gustas, Lele.

El tiempo se detiene, el ascensor no se mueve y su corazón probablemente se salga de su pecho.

Quiere decir algo, preguntar qué es lo que sucede y cómo se dio cuenta, pero el mayor habla primero:

— No es broma, y tampoco es sorpresa que haya caído por el dongsaeng más dulce y alegre que tengo. ¿Puede ser esta cena una cita?

Chenle sale de su pequeño shock, y aún así no puede creer que esto sea verdad. Su perfecto y tierno hyung correspondiendo sus sentimientos adolescentes y siguiendo sus ilusiones.

Esto realmente está pasando.

Chenle sonríe, deja salir una carcajada llena de felicidad y asiente, apretando la mano de Jungwoo.

— Es una cita, hyung.

Tal vez es difícil vivir así, pero debe recordar que no está solo, mucho menos ahora, porque tiene a alguien que lo entiende y, lo más importante: lo quiere como es.

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Es mi OTP y nadie en la vida ha escrito sobre ellos, así que aquí estoy.