Después todo había vuelto a la normalidad, fueron tiempos maravillosos, cuando estábamos a solas la pasión se desbordaba por todos los rincones del lugar.
En cierta ocasión mientras ensayábamos, me percate que el chico del piano nos observaba de una manera muy peculiar. Por lo regular miraba las manos de Ángel, Gato, Belén y Laura, a mí o Sofía siempre nos observaba al rostro viendo nuestros labios. Al transcurrir los ensayos y presentaciones, él hacia algunas indicaciones a Sofía y ella nos comentaba mediante señas la siguiente canción a interpretar.
De acuerdo a lo que Sofía me contó alguna vez, el chico del piano tenía el don de sentir la vibración del público y así entendía que melodía interpretar en el momento adecuado, en general realmente no entendíamos bien pero confiábamos en ellos, además a eso le sumábamos que había estado en una escuela de música clásica, así que integraba arreglos a las canciones más sonadas y añadía arreglos para ajustarlas a nuestro propio estilo. El truco nos funcionó bastante bien, en cada presentación era como si fuéramos una gran orquesta ordenada y dirigida por el chico del piano. En cierta ocasión antes del ensayo de esa tarde, Sofía y yo fuimos a caminar; al regresar ya se encontraban Ángel, Gato y Belén rodeando al chico del piano mientras él sostenía su gorro como un niño asustado cuidando su juguete nuevo.
-¡Quítatelo! - grito Belén muy enérgica y en un tono molesto.
-¡No!- fue la respuesta del chico del piano mientras se perfilaba hacia la puerta del garaje.
-Sofía, pídele que se lo quite, queremos ganar la apuesta- Comentó Ángel al mirarnos entrar.
-¿Cuál apuesta?- pregunté con mucha expectación.
Gato respondió: Belén dice que esta calvo por eso siempre usa la gorra y Ángel y yo solo decimos que solo tiene el cabello muy corto. ¿Tú qué opinas?, Marco.
-Bueno yo pienso que quizá tenga rizos o el cabello pintado de verde o rosa quizá- contesté sonriendo.
-¡Déjenlo en paz!- grito Sofía al notar el tono burlón de nuestros comentarios, nos miro con una mirada reprobadora.
-Si él no quiere quitarse el gorro, es porque es un regalo de Ema su hermana pequeña y le agrada mucho usarlo, eso es todo. El chico del piano asintió aliviado.
-Entonces, ¿Por qué no se lo quita?, ¡Vamos!- Replicó Ángel.
Nos acercamos al chico del piano mientras Ángel y Gato lo sostuvieron de los brazos, Belén y yo tratamos de quitarle el sombrero. Él se soltó fácilmente, era mucho más alto y fuerte que nosotros, nos dejo fuera de combate y en el piso con mucha facilidad. Después se recostó con nosotros en el piso y comento:
-¡No pueden! -Y soltó una sonora carcajada. El resto sonreímos con él.
Sofía agrego: En efecto, ¡No pueden!- Se recostó a mi lado y nos abrazamos.
Esa tarde ahí recostados todos nos quedamos dormidos, hasta que Laura llego y nos despertó con el sonido de su batería. Al levantar la mirada solo nos comento:
-¿Qué?- mientras levantaba las manos con sus baquetas.
Todos comenzamos a sonreír y ahí el mundo no era importante. Recuerdo que ese día, Sofía nos comento que el chico del piano nos tenía un regalo, era una canción que tocaría con ella; se acomodó en su posición habitual y comenzó.
Sus dedos rozaban el aire con delicadeza, las teclas vibraban con un agudo sonar de algo viejo y delicado, sus ojos reflejaban mucha concentración. Sofía lo sostuvo del hombro derecho, era una melodía complicada con muchos matices y sobre todo requería de mucha precisión, ya que pareció que si cometía en error le costaría la vida. El se entregaba con todo en ese momento, después nos enteraríamos que él llevaba más de dos años practicándola y esa mañana por fin había logrado interpretarla completa. La voz de Sofía se torno diferente y distante, un poco triste y melancólica tal vez. El sonido brotaba desde su garganta y desde lo más profundo de su vientre, era como si tuviera mucho que decir y a la vez nada que pudiera terminar con este sentimiento, era un estado sin igual, lo habíamos sentido inadvertidamente antes, pero nunca había brotado de esa manera.
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EL chico del piano
Teen FictionSolo los ángeles pueden pisar la orilla, porque ellos no tienen miedo a caer". Es una lección dura y difícil, pero Marco tendrá que aprender de una manera u otra que cada paso y cada persona que llena nuestro camino tienen un significado único y esp...