🍥C a p í t u l o D o s🍥

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Al fin había llegado el día, Jimin y el novio de Jungkook se conocerían, decir que Jimin estaba nervioso salía sobrando, los nervios se le notaban a kilómetros, debía asegurarse de que era el indicado para su querido amigo, Kookie

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Al fin había llegado el día, Jimin y el novio de Jungkook se conocerían, decir que Jimin estaba nervioso salía sobrando, los nervios se le notaban a kilómetros, debía asegurarse de que era el indicado para su querido amigo, Kookie.

Los minutos pasaban y Jimin se estaba hartando de esperar, hasta que un toque en el hombro lo sacó de su trance de furia, sus ojos se perdieron en cada detalle de aquel chico con ojos cafés, su blanca piel, su detallada cintura, sus delgadas piernas, todo era perfecto en el. Pero, un momento ¿Él era el novio de su amigo? ¿Cómo era posible que él perteneciera a su amigo? Se perdió tanto en sus dudas que no tomó en cuenta cuando su mejor amigo comenzó a hablar, solo pudo prestar atención cuando Jeon tronó sus dedos en frente de su cara. Ahí pudo darse cuenta de que la belleza que tenía en frente era real, pero aún no entendía como ese angel se pudo haber fijado en Jeon, está bien, lo acepta, Jungkook es alguien muy atractivo pero el lo es más ¿Cierto? Aunque...había algo más en ese chico que le gustaba, era tan puro, tan delicado, tan...dulce.

Eso le atrajo por completo, no perdió el tiempo cuando Jeon se fue a comprar unos licuados, Jimin dió la excusa de que le hablaban por teléfono para distraerlo y Yoongi, Yoongi solo se quedó sentado en la banqueta totalmente solo. Pasaron los minutos y Jimin se aseguró de que Jeon no regresara, la llamada de su madre era una total farsa, él solo aprovecho la oportunidad para ir por unas sogas y cinta aislante, no iba a perder la oportunidad de tener a ese chico para el, oh, claro que no.

Fue en cuestión de segundos cuando el pequeño blanquecino se desmayó debido a la fuerza con la que Jimin apretó su nariz al momento de ponerle la cinta y amarrarle las muñecas con las sogas, ya sabía perfectamente a donde llevarlo, un lugar en donde nadie podría encontrarlo jamás. O al menos no cuando cometiera su crimen.








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